En la semana del 7 al 11 de mayo, la pedagoga nacida en Alicante Mari Carmen Díez Navarro estuvo en Uruguay, invitada por la Organización Mundial para la Educación Preescolar y el Consejo de Formación en Educación. En ese marco, hizo varias disertaciones, en las que un par de centenas de educadores colmaron el salón de actos del Instituto de Perfeccionamiento y Estudios Superiores y la sala Camacuá de la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay, donde presentó las conferencias “Las cosas del sentir. El texto emocional del aprendizaje” y “Crear es seguir jugando”, respectivamente. Díez Navarro visitó Uruguay en cuatro ocasiones desde 2007, y en nuestro medio circulan al menos media docena de sus libros.
La pedagoga disertó sobre la importancia de “superar la programación escolástica para hacer una escuela (1) abierta y flexible” que dé “lugar a las emociones y los sentires, tanto como a las ideas de los niños”, ya que de ahí “surgen los aprendizajes válidos”. En suma, sugirió a los maestros y educadores que actúen “sin miedo, con la certeza de que los aprendizajes se dan” y de que “los contenidos aparecen”. Al mismo tiempo, deben trabajar y moverse entre lo que ella llama “el piso de abajo” y “el piso de arriba” de la escuela –en otras palabras, el mundo del cuerpo, de los sentires y emociones (el de abajo); y el de la razón y lo cognitivo (el de arriba)–.
La especialista alertó sobre la tendencia mundial a una escolarización (2) y primarización de la educación en la primera infancia, lo que implica priorizar “el piso de arriba”, e hizo especial hincapié en el “respeto por la persona niño, como pilar y como principio pedagógico y metodológico”. Para ello, sugirió encarnar la “pedagogía de la escucha”, por lo que se vuelve fundamental que quienes trabajan con los niños cuenten con una especial sensibilidad, además de tener en cuenta en sus prácticas cotidianas que trabajan con personas singulares. También planteó que es necesario que se ubique a los educadores como un actor más y no como un mameluco o como un recurso, “y si se emociona con algo transmitirá esa emoción, lo cual es un regalo para los niños, un elemento motivador”.
Además, habló de apuntar a romper la uniformidad y las propuestas cerradas y normatizadoras como modelo predominante, además de no propiciar las tareas sin sentido que no dan lugar a la expresión y creatividad genuina de cada niño como sujeto único y singular.
Durante su estadía en Montevideo insistió en la idea de que quienes trabajan en los centros de educación inicial “acompañan a nacer gente”. Sobre esa base fundamentó la importancia de la relación entre la escucha, la atención singular y las propuestas abiertas. En concreto, planteó que el juego, el arte, la creación y las actividades libres son las principales herramientas y alternativas.
En la conferencia que ofreció en la sala Camacuá habló de la creatividad como un desafío para los educadores y como una posibilidad para los niños. Al mismo tiempo, vinculó a la creatividad con las manifestaciones artísticas y con diversos lenguajes (en el sentido en que lo plantea Loris Malaguzzi) que dan lugar a la expresión lúdico-creativa.
Es interesante observar nexos y continuidades del pensamiento de Díez Navarro con lo expresado por Ingrid Engdahl y rescatar el proceso que desarrolla el Estado uruguayo con la promoción del Marco Curricular para niños desde el nacimiento a los seis años, que recoge los fundamentos y principios que sustentan una renovación pedagógica.
(1) Es importante tener en cuenta que en España se utiliza la denominación escuela para los centros socio-educativos en forma genérica.
(2) Narodowski, M. & Snaider, C. (2017). ¿Bebés en las escuelas? Infancias hiperescolarizadas en una cultura prefigurativa. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 15(1), pp. 45-57; Peralta, M. V. (2014). El desafío de construir una auténtica pedagogía latinoamericana para la educación inicial. Diálogos del SIPI-SITEAL-UNESCO.