Primero fue Liceo Sayago. Así lo recuerdan los primeros ex alumnos. Después pasó a llamarse Cerrito y, desde 2012, Profesor Hugo A Licandro Martínez, por designación del Parlamento. Es el liceo 23, ubicado en la calle 28 de Febrero y Elías Regules, frente a la plaza 25 de Agosto, en el centro de Sayago. Comenzó a funcionar en marzo de 1969, en un predio que había pertenecido a los salesianos de Don Bosco, donde hubo un colegio que luego cerró, y que era pretendido por AFE para ampliar la estación de trenes, que por entonces concentraba un importante tránsito de pasajeros porque oficiaba de intercambiador entre los dos ramales más importantes del tráfico ferroviario del país. Sin embargo, según dijo a la diaria Marcelo Deluca, docente de Biología del liceo, ex alumno y uno de los organizadores de la celebración de los 50 años, la insistencia y el empuje de los vecinos del barrio por lograr la instalación de un liceo en la zona llevó a que AFE desistiera, lo que permitió que el predio se lo quedara Secundaria.

Esa primera generación de 1969 será una de las protagonistas de la fiesta por los 50 años que se llevará a cabo el sábado a las 16.00 en el liceo. “La fiesta se dividirá en un acto protocolar y muestras culturales por parte de ex alumnos y alumnos del liceo. En 1982, la generación de 1979 formó un grupo de teatro cuya directora era Sonia Otero, y actuamos en la fiesta de fin de año. Se logró juntar a parte de ese grupo de teatro, que va a presentar dos obras en la fiesta: una es un monólogo”, contó Deluca. Después, el coro va a interpretar el himno del liceo, compuesto en aquellos primeros años y que se había perdido. “Buscamos y encontramos la partitura, porque no encontramos la música, y un profesor de Música se la dio a una señora que la cantó, la grabamos y la subimos a Facebook”, agregó el docente. Deluca explicó que “toda esta movida” empezó y se amplificó por Facebook, donde funcionan los grupos “Fiesta de los 50 años del 23” y “Yo fui al liceo 23”. Toda la información sobre la fiesta se ha ido publicando en estos grupos y, también por ese medio, Deluca consiguió juntar más de 200 fotos de grupos de distintos años, entre las que se eligieron 36 que serán proyectadas durante la celebración. “Todos los grupos se sacaban una foto; era una tradición. En este liceo se hacía con el timbó que está en el patio de fondo. Un día vinimos y lo habían cortado. Nos queríamos morir, pero volvió a crecer y ahora sigue ahí. Ahora se perdió la costumbre de las fotos grupales”, lamentó el docente.

Medallas, antorcha y bandera

A la generación “fundadora” se le entregarán medallas, y estos ex alumnos les entregarán a los actuales una antorcha, con la idea de que pase de generación en generación. Se proyectará un audiovisual sobre la historia del liceo, que fue realizado por un ex alumno y alumnos del liceo, en el que estos entrevistan a alumnos de la generación 1969. La fiesta cerrará con la proyección de un video con un mensaje de esa generación. Previamente, la parte artística también contará con la presentación de obras de teatro breves interpretadas por alumnos y dirigidas por dos docentes del liceo. Al final, se cortará una torta hecha por la panadería más cercana.

Deluca dijo que toda la propaganda, la cartelería y otras cosas que se consiguieron para la fiesta se financiaron vendiendo tazas con las insignias del liceo estampadas y una mención a los 50 años, a 80 pesos. El liceo tuvo una primera insignia, de fondo azul con una locomotora echando humo y un vagón de color amarillo, y posteriormente se convocó un concurso entre los estudiantes para hacer una nueva; la ganadora es la que se usa actualmente, que destaca sobre fondo negro a una figura antropomórfica con los brazos abiertos y que tiene en la cabeza el símbolo de la paz. Las tazas estarán a la venta en la fiesta.

Deluca contó que además hoy se pintará un mural en el interior del patio del liceo, con la intención de que esté pronto para la celebración, y que el grupo organizador colocará una placa. “También se encargó una bandera que tendrá los dos logos y que servirá para representar al liceo cuando los estudiantes participen en competencias o actividades con otros liceos”, añadió.

Para Deluca, lo que lleva a muchos ex alumnos que ahora son docentes a tomar horas en el 23 es “el afecto que se siente” por el liceo. “Es el sentido de pertenencia. Vivo a dos cuadras de otro liceo, y por mi grado puedo tomar horas ahí, pero cuando pude tomar horas acá en el 23, no me fui más. Cuidamos del liceo, lo queremos”, explicó.

El liceo es de primer ciclo (primero a tercero), aunque durante un período importante tuvo también cuarto. Actualmente concurren unos 900 estudiantes en dos turnos (llegó a tener tres turnos). “Tenemos expectativa de que venga mucha gente y sea una gran fiesta”, concluyó Deluca.

Licandro

Cuando estaba próxima a finalizar la última obra de remodelación del liceo, docentes y funcionarios le entregaron una carta a la directora del liceo, María Cristina Santarcieri, en la que expresaban que consideraban “oportuno adjudicarle al mismo una denominación que sea las veces homenaje y recuerdo de un educador vinculado a la historia reciente de nuestra colectividad educativa”. Se referían al profesor Hugo Licandro, docente de Historia que durante la dictadura debió exiliarse y, recuperada la democracia, fue director del liceo en la década de 1980. Con la carta comenzó una serie de gestiones que terminaron en un proyecto de ley remitido por el Poder Ejecutivo al Parlamento, solicitando la nueva denominación, que fue votada a fines de 2012.