Ana Olivera es profesora de Historia y se ha desempeñado como directora de liceos y, más recientemente, como inspectora regional en el norte del país. Desde mayo del año pasado es directora general del Consejo de Educación Secundaria (CES), cargo que ocupó después de que el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) le pidiera la renuncia a su antecesora, Celsa Puente. El trayecto de Olivera no transcurrió únicamente en secundaria; también es egresada de UTU en la carrera de secretaria comercial en el Instituto de Enseñanza de la Construcción, donde conoció a su compañero del CES Javier Landoni y al actual presidente del Codicen, Wilson Netto, según cuenta. Además, fue docente en el Consejo de Formación en Educación (CFE) y en UTU, donde afirma que aprendió mucho, al igual que en las Asambleas Técnico Docentes (ATD) del CES.

Como ya conocía las líneas políticas de secundaria de los últimos años desde adentro, cuando asumió la dirección general sólo tuvo que adaptarse a nuevas dinámicas administrativas y de gestión, pero reconoce que en el CES había “mucho trabajo acumulado” en los últimos años. Entrevistada por la diaria, Olivera contó que en estos meses de gestión pudo “formar equipo” tanto en secundaria como en la ANEP. De la misma forma, mantiene un buen diálogo con las ATD y con la Federación de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes), en donde militó, aunque sin ocupar cargos de responsabilidad.

El 1º de marzo comienzan las clases los primeros años de educación media. ¿Cómo llega secundaria?

Tuvimos la suerte de tener un febrero bastante limpio de carnaval, lo que nos permitió pensar en un cronograma de trabajo para todo el mes. Trabajamos en esto desde setiembre u octubre, con la posibilidad de que los equipos directivos y docentes presenten las expectativas para el año siguiente. Tenemos liceos que pasan a tiempo completo y otros que, aunque no lo sean, se suman con talleres y tienen mayor tiempo pedagógico. En eso estuvieron trabajando los inspectores de los distintos departamentos con las UCDIE [Unidades Coordinadoras Departamentales de Integración Educativa de ANEP], pero tratando a la vez de tener un cierre de año con las mayores posibilidades de generar oportunidades de aprendizaje para los estudiantes. Esto también sucede en el CES y en el consejo ampliado del Codicen. Estos meses son una oportunidad para hacer una gran reflexión sobre en qué vamos a poner el énfasis. El descanso de enero no fue total; después de la licencia de la construcción se empezó a trabajar muy fuerte en las condiciones edilicias, a tal punto que tenemos varios liceos para la entrega [de obra]. También tenemos liceos nuevos en Montevideo, como el 76 y el 77, cuyos salones van a estar cubiertos. A veces lo que falta son los exteriores, la cancha, algún laboratorio, que puede no estar el 1º de marzo pero sí el 15 o el 30.

¿Cómo se desarrolla la elección de horas de cara al inicio de clases?

Lo importante es que estén todos los cargos, también los de los directores. Hasta ahora ha venido todo fantástico, tenemos una buena cobertura; esperemos llegar al 1º de marzo con la menor cantidad de horas vacantes posible. Igualmente, en marzo siempre tenemos elecciones de cargos, están funcionando todas las comisiones organizadoras de la elección y designación, y todas con la presencia de todos los actores: directores, ATD, Fenapes, los inspectores. La designación se agilizó mucho. Ya en diciembre tuvimos ronda de [llamados a cargos] efectivos, ahora teníamos los listados de los concursantes emergentes, hicimos concurso de cinco asignaturas importantes: Física, Química, Matemática, Idioma Español y Astronomía. Queremos hacer concurso de Educación Visual y Plástica y de Educación Musical. Queremos que los egresados de los centros de formación docente, además del título y las horas que puedan tener como interinos, y la paga de 7,5% más, sean profesores que toman y eligen para efectivizarse. Eso le da otra pertenencia a la institución. Toda la literatura dice que en los primeros siete años es fundamental el entusiasmo creciente, las líneas de profesionalización, generar compañeros de ruta, equipos, empatía en la sala de profesores, hacerte cargo de los estudiantes, aprender del otro. En ese sentido, tenemos a [la oficina de] Planeamiento trabajando con el CFE y a [la oficina de] Planeamiento de UTU trabajando en un programa de noveles docentes, que implica que en los primeros cinco años se hace un acompañamiento de tutoría de dos docentes, uno en el centro y otro remoto. También adelantamos el calendario de la elección de directores: entre el 25 y el 28 de febrero ya estamos eligiendo los cargos de dirección que quedan vacantes o alguna subdirección, para que cuando el alumno, las familias y los administrativos lleguen ya estén nombrados esos pocos lugares de vacancia de dirección. Respecto de los efectivos que eligieron trasladarse, tenemos un sistema que permite que exista el menor shock posible: tratar de que asistan ya al centro nuevo y que el que lo subroga también lo haga.

¿Sería deseable que la elección de horas fuera por más de un año para la continuidad de proyectos innovadores?

Tratamos de que no haya proyectos tan disímiles en regiones tan cercanas, con los mismos planes. Hacemos salas en febrero; se trata de una reunión profesional, un espacio con equipos docentes donde las regionales instrumentan junto con los inspectores de los centros y los equipos directivos las líneas de trabajo y potencian lo que ya existió. Si un docente no puede elegir en el mismo liceo del año pasado, seguramente tome horas en un centro cercano, con una población similar. El docente busca también una cercanía territorial, o a veces por afinidad trabaja más lejos porque tiene [un sentimiento de] pertenencia a cierta institución, pero estamos tratando de unificar esas líneas y de que esa innovación esté presente. Por eso las salas trabajan con equipos directivos ampliados.

¿Generar la elección de horas por más de un año contribuye a la consolidación de esos proyectos, o es suficiente con otro tipo de medidas?

A lo que apuntamos es a la responsabilidad de los directores, junto con el elenco docente, sobre los alumnos y lo que hayan podido acreditar. Si ya acreditó algo, no tiene que volver a reiterarlo. Por una situación de coyuntura, a fin de año no pudimos trabajar en lograr la estabilidad del cuerpo docente, y sería deseable hacerlo. En general ocurre; yo vengo del interior y hasta el grado 4 todos eligen el mismo lugar siempre. Tal vez en los primeros grados es donde hay más variación. Será necesario buscar mecanismos que ya exceden este período [de gestión], porque hay que cambiar el estatuto [del personal docente de la ANEP]. Nosotros valoramos mucho la carrera docente. Hicimos un llamado abierto a docentes interinos y se presentaron 3.000 que querían trabajar en el sistema. Además, hicimos actualización de méritos para aquellos que están en carrera. Que el avance de carrera quede certificado, acreditado en su lugar. Este sistema de evaluación es muy perverso: el director, la visita del inspector, que a veces es una, otras es tres, a veces podemos hacer seguimiento de equipos docentes y otras no tenemos el cuerpo inspectivo que ameritaría ese uno a uno en todo el país. Ahora tenemos la posibilidad de que el inspector de asignatura salga mucho con el inspector del centro y con el director, y triangula, apoya, estimula y valora la actuación calificada de docentes riquísimos. Entre la actualización de méritos y el llamado a interinos, los inspectores de asignatura trabajaron 10.000 carpetas. Hay gente a la que ya tenemos bien ubicada en listados de interinos.

¿Los inspectores y directores logran cumplir un rol de acompañamiento pedagógico para los docentes y que de esa forma surjan prácticas novedosas, o su función está más ligada al contralor?

Estamos trabajando en una focalización más o menos de 25 centros entre Montevideo y Canelones, donde tratamos de generar un acompañamiento diferente. A pesar de tener condiciones edilicias, cargos, horas de coordinación, tutorías, los alumnos no están pudiendo sostener el año y lograr aprendizajes como los que se logran en otros liceos. Eso va más allá de barrios y contextos; es cierto que hay mayor vulnerabilidad en algunos, pero es donde el sistema debe reforzarse. Desde el punto de vista pedagógico, principalmente estamos trabajando dos cuestiones: ir hacia nuevas formas de tutorías –ahí tenemos la continuidad de las escuelas Mandela de inclusión en secundaria–, y las salas para trabajar en torno a algo que duele mucho, desde el punto de vista económico pero también emocional, como la repetición. Hace unos meses tuvimos un coloquio, ahora vamos camino a un seminario internacional que tendrá lugar en mayo y en el que participarán expertos, pero más allá de eso nos interesa saber qué dicen los docentes sobre la repetición, qué pasa con la evaluación. Tratamos de pedagogizar la repetición no solamente en el discurso sino en los centros, en las coordinaciones, que no sea solamente un castigo o una sanción de lo que el alumno no sabe. Eso ha hecho que se atravesaran las fronteras de los programas. Se va hacia una integración en enseñar a leer y escribir en ciencias sociales pero también el componente de ciencias duras, de trabajar el aprendizaje basado en proyectos, en problemas, métodos de indagación. Eso ya está instalado, ya no es que cierro la puerta de mi salón y elijo dar la historia que recorto y quiero. Esto lo permite el Marco Curricular de Referencia Nacional, donde los docentes en esos espacios son hacedores de currículum y de política educativa. Se apunta a aprender a trabajar en redes de intercambio que me permitan abordar luego cuáles son las mejores estrategias en el centro donde estoy, para la escucha, para hacer posible que sean espacios de hospitalidad, como decía [Jacques] Derrida.

¿Cómo se están preparando para hacer el seguimiento de trayectorias educativas que impulsa el Codicen?

Trabajando en conjunto con el Consejo de Educación Técnico-Profesional [CETP], viendo qué oferta tenemos en los distintos territorios. Tenemos proyectos que atraviesan los tres sistemas: la camioneta es de primaria, los chicos estaban en una escuela pero reciben clase de profesores de secundaria, los sábados hacen práctica rural en la escuela agraria de UTU. Las regionales comparten las experiencias y las peculiaridades de cada territorio. Los obstáculos son más o menos similares, y las formas de sortearlos también. Tenemos comisiones descentralizadas que están funcionando muy bien.

¿Cuál es el porcentaje de egresados de primaria que ya confirmaron su inscripción en secundaria?

El CES viene muy bien. Estamos en un porcentaje por encima del que se registraba el año pasado a esta altura: 93% de quienes egresaron de la escuela el año pasado ya confirmaron su inscripción en un liceo. A los que quedan les estamos reservando el lugar hasta el 28 de febrero, porque son los que tenemos que salir a buscar. Tenemos la cédula, sabemos cómo se llama y de dónde egresó. Los vamos a buscar y les vamos a reservar el lugar en el liceo público.

¿Cómo es el mecanismo de ir a buscarlo?

Tenemos referentes de trayectorias en los centros educativos y a nivel departamental las UCDIE, compuestas por un coordinador, un referente del Ministerio de Desarrollo Social, un referente social, un referente docente y algún educador o trabajador social. En general, son equipos que tienen franqueada su entrada a los liceos, pero trabajan con los datos centrales de Integración Educativa del Codicen, que trabaja con los sistemas informáticos de enseñanza primaria y media, donde está la mayor dificultad. Esta gente es muy conocida, porque integra las comisiones descentralizadas de ANEP y sabe mucho del territorio y de las personas. Los directores lo trabajan muy bien, cada año se va acumulando experiencia. Hay liceos que trabajan muy bien y replican en su centro la estructura del Codicen, con un grupo pluriprofesional dentro del centro. Muchas veces articulan con otros actores del sistema educativo o con instituciones públicas.

¿El mecanismo de adecuaciones curriculares es uno de los más importantes para retener a los estudiantes?

Tenemos adecuaciones curriculares con el Departamento Integral del Estudiante, los inspectores de asignatura ya están pautando y orientando a los docentes sobre cómo hacerlas. Pero también hay adaptaciones curriculares que los propios docentes van logrando con determinado núcleo de alumnos, ese que tiene una asistencia intermitente, más allá de las propuestas y los programas, sin perder calidad. Por eso la adecuación curricular tiene un experto, un organismo central con psicólogos, psicopedagogos, pero básicamente tienen experiencia en el territorio y una sensibilidad y profesionalidad especial. Es otra mirada que no viene de la asignatura, del contenido, de la didáctica, de la nota, de todo ese sistema perverso de ordenamiento del que después depende tu fuente de trabajo. Es más libre y se visualiza llegar al estudiante con aprendizajes muy buenos, pero con la responsabilidad de los centros. También estamos teniendo reuniones con las áreas de Planeamiento y de Educación y TIC [tecnologías de la información y la comunicación]. Por ejemplo, si un profe de inglés no va a Masoller si quedan diez horas libres, vamos a trabajar también con los contenidistas del portal Uruguay Educa, que ha tenido un avance importante como repositorio de materiales, también por un tema cultural del avance de la tecnología, de la mejora de la conectividad. Las horas se van a poner a elección; si hay docente, tomará el cargo y debe asistir, pero si un día falta, es importante que tengamos la posibilidad de contar con contenidos para trabajar y adelantar en matemática, física e inglés. En esas tres materias hay más material y acumulación; ojalá pudiéramos tener de todas. La idea es que el aula alternativa en línea también se use en la propuesta más general, la de Reformulación 2006.

¿Cómo marcha la implementación del sistema digital para el pasaje de listas y de libretas electrónicas?

Más que una libreta, es un portafolio digital. En otros países, el portafolio es una carpeta que es algo más que el currículum; en el sistema estadounidense puedo aplicar a un trabajo y llevo mi portafolio, que de alguna manera muestra quién soy yo y qué cosas puedo hacer, mis lecturas, mis referentes. El portafolio digital es una libreta mejorada. Quien quiere la puede usar sólo como libreta, para tener el listado de alumnos y cuál es la clase que dicté, qué actividades puse; lo hace rápidamente con su ceibalita y ya queda pronto. El director puede verlo, puede saber si asistió o no, si numeró la clase, cómo le está yendo. Para las evaluaciones se carga la nota del estudiante, algo que muchos hacían sin libreta digital. El que rechaza la libreta digital es un problema, porque el adscripto tiene la posibilidad de tener las asistencias, la cantidad de clases dictadas, el temario, el cierre del programa, los temas fundamentales si tiene que preparar un examen. La libreta digital debería ser ya algo generalizado. De todas maneras, hay un módulo de asistencia que es muy útil, porque tenemos en tiempo real información sobre quién falta; es más que un alerta temprana. Eso es muy importante a la hora de que opere el seguimiento de trayectorias. El centro le puede ofrecer al estudiante un plan diferente para su desarrollo. Con el portafolio algunos trabajan con otros interdisciplinariamente en proyectos. Ahí aparece cómo lo hicieron, cuándo finaliza, cuándo lo muestran y cómo un mismo proyecto acredita para tres asignaturas. Son pocos los que se resisten. Es cierto que tenemos algún problemita de conectividad, pero eso ocurre en zonas fronterizas, en general todos estamos conectados, hay aplicaciones para el celular y con el celular se trabaja. Ese es un escollo cultural que no creo que este año esté presente, ya no nos negamos.

Con la anterior directora del CES se inició un proceso en conjunto con UNICEF para generar insumos de cara a una reforma curricular. ¿Esa iniciativa sigue en marcha?

Sí, estamos en eso. Mantenemos las actividades de Iniciando la Vida Liceal, que hizo carne en los centros, que trabajaron muy bien la lectura y la escritura y luego trasladaron esa experiencia a proyectos durante todo el año, a veces con Ceibal, a veces con las inspecciones y otras en forma autónoma. Esto lo continuamos, pero tenemos diseños de bachillerato que van a ser publicados y los estamos llevando a los organismos de discusión del Codicen, a la ATD, con la que trabajamos todos los jueves. Vamos a sacar a luz todo lo que se ha trabajado. No quiere decir que lo vamos a implementar en marzo, pero estamos en condiciones de asegurar que se va a implementar la apertura, la flexibilidad en aquellas normas u obstáculos que el estudiante encuentra en el centro, no para cambiarlo de plan o de liceo, sino para que el centro en el que está proteja su trayectoria.

Pero no se va a generar un nuevo plan de estudios.

No. Para 2019 tenemos como plan la protección de la trayectoria, el cierre de ciclo, la reformulación del concepto de tutoría, las adecuaciones y adaptaciones curriculares. Pero, sobre todo, la responsabilización de ese tránsito y de lo que aprende el estudiante. Queremos trabajar con el cuerpo docente y las inspecciones en un bachillerato que sea diferente, que incluso aquel que quiere ir a ingeniería pueda tener materias de artístico o de argumentación de saberes, o de diseño. O aquel que quiere ir a medicina e igual quiere tener teatro. Ese diseño lo tenemos hecho y bastante laudado y consensuado; es con el cuerpo docente que egresa de nuestros centros de formación docente, con esta estructura curricular.

Por lo tanto, ¿se evalúa que el bachillerato tal como está planteado es muy rígido?

Claro, no está acorde al tiempo que estamos viviendo y a lo que el alumno aprende como esponja del mundo, de la experiencia. Sobre todo, es rígido en cuanto a esta orientación temprana que no sé si luego le va a marcar su vida: con 15 años debe elegir una orientación que además lo limita a determinados contenidos cuando también le interesan otros. Tiene que ser lo más integral posible.

En todas las propuestas

Si bien la idea de Olivera es que desde el CES se estimulen las “prácticas innovadoras” en todos los liceos, más allá del programa que se aplique. En sus palabras, se trata de que cuando un estudiante “no sostiene una propuesta, el elenco docente pueda generarle formatos educativos de aprendizaje igualmente válidos para acreditar”. Ello también implica “resituar el examen, con un sentido pedagógico” y que no sea una sanción sino que apunte a la acreditación de saberes. En ese sentido, Olivera señaló que los equipos docentes deben evaluar cuál es el mejor momento para que los jóvenes rindan exámenes y, en algunos casos fundamentados, generar mesas de examen especiales. En suma, este año seguirá la experiencia de centros de tiempo extendido y de tiempo completo, al que se sumará el liceo de Joanicó. Además, continuarán las cinco aulas comunitarias que siguieron abiertas y también el programa Cecap-CES, en el que los jóvenes que asisten a los Centros de Capacitación de Producción (Cecap), además de a los talleres que proporciona el Ministerio de Educación y Cultura, también cursen las materias curriculares de secundaria y, en un año y medio, puedan acreditar el ciclo básico. “Lo teníamos sólo en Montevideo y Rivera, pero lo expandimos a seis lugares más: Fray Bentos, Soriano, Florida, Paysandú, Salto y Young”, detalló al jerarca.