Max Drummy trabaja para la asociación Nuevas Pedagogías para el Aprendizaje Profundo, en la Red Global de Aprendizajes, una iniciativa de colaboración internacional para impulsar nuevas formas de enseñar y aprender en base al aprendizaje profundo y al desarrollo de competencias transversales para la vida. Trabajan en ocho países y en Uruguay lo hacen por medio de Plan Ceibal, en acuerdo con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Drummy se encarga de desarrollar las capacidades de los países en estas líneas, y la semana pasada estuvo trabajando en Uruguay por séptima vez para avanzar con los maestros del país, dando talleres y charlas en Montevideo y en otros departamentos. Dondequiera que vaya lleva dos números: “Las seis y los cuatro, para todos lados”. Habla de las seis competencias globales: comunicación, carácter, ciudadanía, creatividad, colaboración y pensamiento crítico; y los cuatro pilares de la red: alianzas de aprendizajes, ambientes de aprendizajes, prácticas pedagógicas y el apalancamiento digital.
“El primer paso para iniciar el cambio es entender de qué hablamos cuando nos referimos a las seis competencias globales, y el segundo es prestarles atención a nuestros cuatro pilares cuando se está planificando cada actividad. Hemos creado muchos materiales que ayudan a comprender de qué se trata y están disponibles para todos. Luego se comienza a trabajar con los estudiantes y los colegas. De todas formas, en mi opinión, lo más difícil es ser suficientemente valiente como para tomar el primer paso. Mi trabajo se trata de construir confianza en los docentes y entender que no es necesario ser perfecto, no todo irá bien en el primer intento, pero cualquier cosa que parezca una buena idea hay que hacerla. No hay que cambiar el mundo en una semana, sólo hay que empezar en este viaje del aprendizaje profundo. La verdad es que cuando empiezan se sienten confiados y comienzan a ver el cambio en su clase muy rápido”, describió en entrevista con la diaria, mientras hacía esquemas en un papel y figuras con las manos en el aire.
En estos años el aprendizaje profundo ha ganado terreno en Uruguay y en los demás países de la Red de Aprendizajes. ¿Cuáles dirías que son los principales logros hasta ahora?
Creo que el mayor logro a nivel mundial, es decir, en ocho países y sobre millones de estudiantes en los últimos seis años, es que hemos visto un impacto en la preparación de esos jóvenes para su mundo, que es cada vez más complejo. Ser capaces de impactar en su pensamiento, hacerles notar las habilidades y capacidades que tienen son los logros más grandes y hacer eso trabajando con docentes para cambiar sus prácticas es muy importante también. Cambiamos sistemas, escuelas, formas de enseñar; es un gran cambio de mentalidad y poder hacerlo consistentemente durante seis años ha sido realmente muy poderoso.
¿Por qué, si hace tantos años que se conocen los beneficios del aprendizaje profundo, cuesta tanto posicionarse y cambiar el sistema educativo?
Hay respuestas diferentes a eso. En casi todo el mundo estamos trancados en un modelo de escuela que fue inventado en la revolución industrial, que trataba de mantener a la gente segura y junta y de brindarle los conocimientos básicos para trabajar. La escuela se creó en base a una mentalidad de fábrica: ponés esto adentro y sacás esto otro; una vez que tenés un modelo tan fuerte y funcional es muy difícil de cambiar. El mundo del trabajo ha determinado nuevas competencias y habilidades que los jóvenes deben tener. Eso lo podemos ver todos, pero las escuelas están dirigidas por gobiernos y sistemas que parecen no querer verlo; las escuelas están politizadas y la educación se ha convertido en un fútbol político en los últimos 20 años. Es muy peligroso, en un nivel político, empezar a fastidiar con la escuela, por eso los políticos no están preparados para empezar a cambiar las normas de funcionamiento. Es muy complejo, por eso nuestro enfoque apunta a los docentes, para comenzar en las clases. Hablamos de liderazgo desde el medio, de empoderar a estudiantes y docentes para guiar este trabajo, porque si esperamos a que el gobierno cambie, estaremos en el mismo lugar dentro de 100 años. Tuvimos que elegir un nuevo enfoque; trabajar con estudiantes, docentes, directores, inspectores, en todos los niveles; darles a ellos las herramientas y habilidades para cambiar el sistema desde adentro, en vez de cambiarlo desde afuera.
¿Cuál es el rol que le queda al gobierno?
Siempre trabajamos con el gobierno. Los gobernantes deben estar al tanto de lo que hacemos, esto no es una operación secreta. Una de las cosas que Michael Fullan dice es que no le tenemos que caer bien al gobierno, pero tiene que dejarnos hacer el trabajo; en el mejor de los casos ellos nos apoyan, en otros sólo nos dejan hacer el trabajo.
El aprendizaje profundo es una forma de preparar a los jóvenes de hoy para los trabajos del futuro; pero eso también es una de las críticas que se le hacen a estas nuevas pedagogías por su enfoque mercantilista de la educación. ¿A ti qué te parece?
Preparar a los chicos para el trabajo es una parte de lo que hacemos, porque desde el mundo del trabajo nos están diciendo que valoran muchas más cosas que sólo las habilidades académicas; esto no significa que no sean importantes, porque lo son, pero el mundo del trabajo necesita y valora más otras cosas. Necesitamos preparar estudiantes que sean buenos aprendiendo y que sean buenos en la vida, que es muchísimo más que el trabajo. Cuando ellos dejen la educación, deberían ser capaces de navegar la complejidad de las sociedades de hoy, deben tener ciertas herramientas y suficiente carácter para entenderse a sí mismos como personas, necesitan habilidades sociales para poder comunicarse, pensamiento crítico para analizar dónde están. Todo esto sirve para el trabajo, pero también se trata de preparar a los estudiantes para que sean lo mejor que pueden ser como ciudadanos de nuestra sociedad global.
“No podemos tener a los estudiantes sentados por tres horas y hacer que toda su vida dependa del resultado de un examen; es mucha presión. Claro que tienen un propósito y nos dicen algo de lo que sabe el estudiante, pero no es suficiente; este tipo de pruebas ya no debería estar”.
Has dicho varias veces que no es necesario cambiar todo y empezar de cero. ¿Qué se debería mantener?
En cada escuela hay excelentes docentes, hay profesores que usan investigación basada en pruebas, enseñando estrategias que funcionan, entonces ¿por qué no lo usaríamos? Lo que proponemos es que esas cosas que ya se demostró que funcionan continúen generando un gran impacto, pero también que se piensen nuevas áreas que les estamos presentando. Hablamos de fusión: traer lo viejo y lo nuevo junto para generar algo que es incluso mejor en términos de práctica docente. Podemos hacer una lista enorme de estrategias educativas del salón de clase, que funcionan perfectamente: el aprendizaje basado en la experimentación, el diseño hacia atrás [cuando se establecen los objetivos antes de elegir los recursos y las formas de evaluación], la comprensión por diseño [la práctica de observar resultados para después diseñar nuevos planes de estudio].
“No podemos tener a los estudiantes sentados por tres horas y hacer que toda su vida dependa del resultado de un examen; es mucha presión. Claro que tienen un propósito y nos dicen algo de lo que sabe el estudiante, pero no es suficiente; este tipo de pruebas ya no debería estar”.
¿Cuáles son las cosas que se deben cambiar?
Algunas de las cosas que nos gustaría cambiar ahora mismo son las pruebas de alta exigencia o las pruebas estandarizadas; están en todos los sistemas, en todos los niveles, sobre todo en el mundo occidental. No podemos tener a los estudiantes sentados por tres horas y hacer que toda su vida dependa del resultado de un examen; es mucha presión. Claro que tienen un propósito y nos dicen algo de lo que sabe el estudiante, pero no es suficiente, este tipo de pruebas ya no debería estar. Otra de las cosas que no pueden seguir pasando es que no se tenga en cuenta el bienestar emocional de los estudiantes: tener en cuenta el contexto, la situación familiar por la que está pasando siempre debería estar presente. Las prácticas que promovemos tienen que ver con conocer a los estudiantes, ayudarlos a mejorar en todo sentido, ayudarlos a entenderse a ellos mismos y construir su propia confianza de una forma positiva y poderosa.
Para que eso sea posible es necesario cambiar la forma en que los docentes enseñan, y ese es tu propósito, ¿cómo trabajás estos aspectos con ellos?
Ese ha sido mi trabajo los últimos días. Es entender los tres nuevos roles que tiene el docente: como un activador del aprendizaje, como un constructor de cultura y como un colaborador. Como activador debe ser proactivo y conocer a los estudiantes, coconstruir con ellos criterios para aprender y enseñar, para que puedan entender de verdad qué es lo que están aprendiendo y el éxito no sea un secreto con el que se tropiezan. Los docentes como constructores de cultura están muy atentos al clima de clase: ¿el ambiente apoya a todos los estudiantes?; ¿la cultura de clase señala al error como un fracaso o como una oportunidad de aprendizaje? La cultura de clase debe permitirle al estudiante tomar riesgos en su aprendizaje. El docente como colaborador se refiere al trabajo no sólo con estudiantes, sino también con los padres, familia, colegas, para que se pueda crear conocimiento conjunto.
Son nuevos roles para los docentes, que no los han visto en su formación docente ni tampoco en su paso como estudiantes.
Es cierto, y es algo con lo que tenemos que trabajar. Los directores crean una cultura en la escuela que habilita a los docentes a explorar estos nuevos roles; deben saber que está bien cometer un error y probar de nuevo, y para eso el director debe llevar adelante mecanismos con los que los docentes puedan sentarse a la mesa y planificar juntos. Por lo general descubrimos que cuando los docentes empiezan a trabajar de esta forma, lo adoran; hay tantos aspectos positivos, que es natural.
Formar equipos suele ser un desafío en el sistema uruguayo, porque muchas veces se cambia de institución de un año al otro. ¿Creés que eso es una desventaja?
Sí, totalmente. Es algo que hemos hablado muchas veces, con mucha gente; es una de las cosas que requieren el trabajo de políticos y ministros. Eso tiene que cambiar a un nivel político, es la clase de cosas que no podés cambiar desde abajo; tiene que ser una respuesta de los niveles más altos. Es necesario que podamos comunicar la necesidad de permanecer en la institución y que podamos mostrar por qué cambiar de lugar cada año puede ser una estrategia política peligrosa; nos encontramos en una situación difícil aquí.
El aprendizaje profundo, por lo menos en Uruguay, está mucho más extendido en la educación primaria, se trabaja un poco más en la enseñanza media, pero está muy lejos de llegar a la universidad. ¿Por qué creés que los esfuerzos se concentran en la niñez?
Lamentablemente, las universidades aún están dirigidas por números y exámenes; eso es lo que los motiva, no tienen intereses en cambiar sus modelos, ellos son tan tradicionales que no avanzan, aunque siempre hay algunas excepciones. En Uruguay he visto dos o tres centros de formación docente que comienzan a acercarse al modelo de aprendizaje profundo, y creo que eso es muy poderoso. Tenemos un largo camino por recorrer; tomará un gran esfuerzo generar impacto en la educación universitaria, porque eligen seguir en el viejo modelo de aprendizaje y enseñanza.
¿Es un problema si un niño pasa por el aprendizaje profundo en la escuela pero enseguida se topa con el sistema tradicional en el liceo o en la universidad?
Creo que cuando hablamos de aprendizaje profundo lo que queremos lograr, en última instancia, es construir capacidad en las seis competencias globales. Si ellos construyen su carácter, su ciudadanía, sus habilidades de comunicación y su pensamiento crítico, no los pierden cuando llegan a la universidad; aunque se enfrenten a un modelo tradicional, no pierden esas herramientas, que son parte de ellos. Claro que para la universidad son importantes las trayectorias académicas, pero eso no necesariamente define quiénes somos como personas; las competencias globales definen quiénes somos mucho más que cualquier curso académico.
Con el aprendizaje profundo los estudiantes se acercan al conocimiento con determinados métodos, y cuando llegan a la universidad se chocan con otra forma de estudiar, muchas veces basada en la memorización.
No es uno o el otro; no estamos diciendo que las escuelas sólo enseñan competencias, hablamos de un balance entre lo académico y lo personal. A medida que los estudiantes avanzan en la escuela, siguen aprendiendo y adquiriendo todos los resultados académicos que obtendrían normalmente, pero combinados con el desarrollo de esas competencias. Es en realidad una combinación de las dos partes, y con la más poderosa experiencia del aprendizaje profundo vemos claramente cómo el crecimiento académico y el de las competencias van de la mano.
¿Cuál creés que es el siguiente desafío para el aprendizaje profundo?
En general, tratar de construir la sostenibilidad de este trabajo. Cuando vemos directores o inspectores cambiar a un rol diferente, tenemos que estar seguros de que todo el trabajo que han hecho continúe. En Uruguay fuimos muy estratégicos: nos movimos de 200 escuelas a 400 y luego paramos, pasamos tiempo trabajando con muchos docentes para estar seguros de que tenemos una base sólida para seguir construyendo. Hemos tenido esta conversación a nivel mundial: en vez de tratar de traer más y más países a trabajar con nosotros, es necesario ir más lejos en los países que ya estamos y ayudarlos a que sus bases sean muy sólidas.
Cuando esa base ya está pronta, ¿cuál es el siguiente paso?
Mientras construimos las bases queremos que esto se expanda, que crezca. La educación está lista para el aprendizaje profundo; ahora se entiende la importancia de lo que hacemos, entonces hay muchos más interesados y queremos incluirlos de una forma que podamos manejarlo. Hace cinco años, el término “aprendizaje profundo” generaba que la gente se rascara la cabeza preguntando qué es, mientras que ahora es tema de interés.
El futuro
¿Qué perspectivas tenés para Uruguay?
El lenguaje que usan los profesores, los ejemplos que tenemos de que están avanzando en la calidad de las prácticas educativas –que son excelentes–, el modelo de Ceibal para apoyar este trabajo es realmente muy bueno, y nos gustaría que esto se siga expandiendo en todo el país, en todos los departamentos. Claro que eso trae el problema de cómo lo manejamos. Tenemos recursos humanos y económicos limitados, entonces manejar la expansión es algo que no es restrictivo pero es un desafío. Creo que ahora tienen una plataforma muy sólida y están listos para llegar lejos.
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