Las posibles respuestas a problemas que genera la Covid-19 llegan desde todas partes. Matías Rugnon, Nicolás Gutiérrez, Bruno Frankestein y Guzmán Zugnoni tienen entre 14 y 16 años y son estudiantes de The Electric Academy, un espacio extracurricular que promueve la educación en base a proyectos entre niños y adolescentes. Durante una hackatón de 48 horas que buscaba encontrar soluciones al nuevo coronavirus los estudiantes idearon Coronatracker, una aplicación que permite mapear los contactos de los infectados.

Según explicó a la diaria Juan Manuel Petrissans, director de la academia, la aplicación ideada por los jóvenes “ofrece a cada usuario la posibilidad de que, en su propio teléfono, puedan llevar un registro de con quién se reunió, cuándo y dónde. Todo eso queda en un repositorio y, ante la eventualidad de que esa persona tenga Covid-19, podría importar la data a las autoridades sanitarias, es decir, se les da información para que puedan trabajar en una estrategia de contención”. Petrissans agregó: “Lo primero que hicieron los chicos fue pensar que si las autoridades sanitarias están buscando testear y aislar los casos, es bien relevante que cada vez que se detecta un caso también sepamos con quién tuvo contacto en el último tiempo y así conocer a quien potencialmente podría estar infectado”.

El trabajo de los adolescentes estuvo apoyado por los docentes de la academia Gonzalo Hernández y Victoria Moras. Desde que terminaron el trabajo la aplicación está subida a las store de Android e IOS; ahora buscan la aprobación de una autoridad sanitaria nacional para que la gente la pueda descargar.

Hecho en 48 horas

La hackatón que originó esta aplicación buscaba soluciones a la problemática del coronavirus. 40 jóvenes pasaron 48 horas conectados desde sus casas trabajando en equipo para presentar seis posibles soluciones en tres ejes: recursos humanos, sistema sanitario y la nueva dinámica económica.

“Tuvieron un fin de semana para poner en marcha la solución con la complejidad de desarrollarla a distancia: si tenían que prototipar debían usar los recursos que tuvieran en casa, sin las posibilidades que da el laboratorio de la academia”, resaltó Petrissans, y agregó: “Los equipos escalonaron el proceso, estregaban información en las distintas etapas y validaban las partes entre ellos y con los docentes”.

En la academia el docente es “un curador de contenidos y un organizador en el marco de los equipos, evalúa los diferentes perfiles que integran el grupo y escucha qué necesita cada uno para poder hacer un desarrollo de sus habilidades”, comentó el director de la academia. Según subrayó, “los chicos se mueven no solamente por los contenidos sino por las formas en las que son abordados esos contenidos, y por eso preferimos que los docentes se concentren en enseñarles a pensar y hacer experiencias permanentes, apostamos a un pensamiento crítico de los chicos”.

En este sentido Petrissans aseguró que de esta experiencia “lo más interesante, independientemente de que el día de mañana esta aplicación se use o no, es que cuatro adolescentes decidieron hacer algo ante una situación que ni siquiera les era personal, porque no tienen ningún familiar con la enfermedad. Lo que más importa es la necesidad que sienten los chicos de aportar su conocimiento y creación para esta situación”.