La vuelta a las clases presenciales está planificada para junio en todo el país, y en estos días que quedan de mayo docentes de todos los niveles comienzan a planificar estrategias para la nueva etapa. En el caso de Secundaria, los centros abrirán en el correr de esta semana y se distribuirán los artículos sanitarios necesarios entre los centros educativos de todo el país; además, la comisión de salud ocupacional, que está integrada por autoridades y funcionarios, ya comenzó a trabajar en la adaptación del protocolo general a la realidad de los liceos.
El primer objetivo de Secundaria será monitorear el vínculo con los estudiantes y, en el caso de que “el grado de acercamiento y conectividad” haya sido satisfactorio, “se pondrá énfasis en aquellos jóvenes estudiantes que presenten dificultades socioeducativas y cuyo vínculo con la institución pudo haber sido más frágil o nulo”.
Además, se estableció el calendario de exámenes. Del 15 al 30 de junio tendrán examen los alumnos que deben hasta tres materias para terminar bachillerato. Del 1º al 15 de julio los exámenes serán para los estudiantes que tengan previas de cursos anteriores que les impiden pasar al siguiente año, por ejemplo, estudiantes que están en tercero y deben materias de primero. Del 16 al 31 de julio serán los exámenes habituales de esa fecha, para los alumnos que deben materias en ciclo básico y bachillerato.
El Consejo de Educación Secundaria insiste en generar salas docentes en las que se pueda “construir una hoja de ruta” para la presencialidad considerando el tamaño del edificio, la cantidad de alumnos y funcionarios y las propuestas educativas que tiene el centro.
En esas salas se discutirá la organización de turnos y horarios, ya que la jornada no puede ser de más de cuatro horas; la forma de entrar, salir y tener recreos sin generar aglomeraciones; cómo se implementará el seguimiento virtual de aquellos que no vayan al centro, y un relevamiento de las situaciones de conexión de docentes y estudiantes. El CES apela a encontrar “soluciones excepcionales y medidas creativas” que permitan “transitar de la mejor manera este gradual pasaje a la presencialidad”.
“Máximas para hacer escuela”
En una circular publicada este lunes, las inspecciones del Consejo de Educación Inicial y Primaria establecieron “máximas conceptuales que contribuyan a la toma de decisiones” y que atiendan el derecho a la educación, así como la singularidad del contexto familiar, escolar y social.
Señalan que la responsabilidad de los niños es de todo el centro y no sólo de la maestra del grupo. Esto habilita “la asignación de roles y responsabilidades más allá de los grados y niveles”. En esa línea también aclaran que se debe entender a los docentes y funcionarios como un “cuerpo” único.
Los inspectores insisten en una mirada de ciclo, que permita priorizar competencias, y en la protección de las trayectorias educativas, sobre todo en el caso de los estudiantes que estuvieron más desvinculados.
También sugieren prestar atención a los “arreglos familiares” para determinar la organización de la propuesta educativa acorde a las familias que tienen hijos en distintas clases, por lo que plantean poner en juego la dinámica multigrado.
La carga horaria se mantiene de entre tres y nueve horas semanales, y la frecuencia será de dos a tres veces en días consecutivos o alternados, dejando siempre los miércoles para la limpieza profunda del centro. Los grupos deberán conformarse de forma tal que respeten la distancia física entre los estudiantes, y entre los criterios para dividirlos se menciona: edad, nivel de desempeño, focalización de dificultades o intereses, y los grupos familiares. Asimismo, los docentes deberán organizar los días para mantener la propuesta presencial y virtual.
Las entradas, las salidas y los recreos deberán ser escalonados, a los efectos de evitar la aglomeración, y en cuanto a la alimentación afirman que los comedores permanecerán cerrados y se mantendrá el sistema de viandas y tickets como hasta ahora.
Desde el punto de vista pedagógico, las orientaciones indican una planificación que incluya un diagnóstico de lo aprendido durante la distancia, priorizar a los estudiantes que deben integrarse de forma urgente a la presencialidad, y una atención a la continuidad de la propuesta entre lo presencial y lo virtual.