Salvo Uruguay y Surinam, que tienen un cierre parcial de los centros educativos, y Nicaragua, que los tiene todos abiertos, en el resto de América Latina las clases presenciales están suspendidas, según informó la UNESCO. En este contexto, la Coalición para el Desarrollo Profesional del Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe y otras organizaciones educativas internacionales publicaron una guía de apoyo para la enseñanza y el aprendizaje remoto.
La guía busca “orientar la toma de decisiones para una rápida puesta en marcha y continuidad de los aprendizajes”. El texto está basado en dos principios clave: “No hacer daño y ser realista”. El primero tiene que ver con no sobrecargar a los estudiantes para evitar el estrés y la ansiedad en ellos mismos y sus familiares, y el segundo se relaciona con mantener expectativas razonables sobre lo que se puede hacer de forma remota.
Para los autores hay tres tareas claves en el diseño e implementación del aprendizaje remoto: qué enseñar, a quiénes y cómo enseñarlo. El primer punto se enfoca en el contenido educativo, y en este caso los autores advierten que es fundamental la coordinación con los colegas y los directivos de la institución. Además, sobre el contenido aconsejan que los docentes hagan un balance de prioridades a la hora de cumplir con el programa. Proponen abordar aquellos temas que son centrales y enfocarse en los contenidos que pueden ayudar al estudiante a enfrentar la crisis.
En cuanto a cómo enseñar, este punto está relacionado con los perfiles de los estudiantes, su situación y sus necesidades actuales; recomiendan hacer un seguimiento detallado de la situación de cada uno, y eso incluye las habilidades e intereses personales junto a la dinámica del hogar, lo que “ayudará a establecer metas realistas para su aprendizaje”.
Asimismo, recomiendan tener en cuenta a los padres, madres o cuidadores, ya que “no son docentes capacitados y se les está pidiendo una tarea desafiante al mismo tiempo que se enfrentan a otras presiones y demandas en el hogar”, por lo que “necesitarán mucha guía y estímulo” por parte de los docentes.
La tercera clave aborda el diseño y la implementación del aprendizaje en línea. En este punto, reconocer las debilidades y fortalezas de cada docente es el primer paso. El consejo es: “Construya sobre sus fortalezas personales y profesionales, reconozca sus desafíos y enfréntelos, y acérquese a sus compañeras y compañeros docentes y a los líderes y directivos educativos para obtener ayuda y orientación”.
En cuanto a la estructura y planificación del aprendizaje, una vez que el docente determina en qué escenario trabaja aconsejan evacuar dudas en varios puntos: la didáctica y los recursos virtuales, el tipo de actividades y tareas, la facilitación, y el bienestar psicosocial. Para hacerlo presentan una serie de preguntas para que el docente se haga y reflexione sobre su propia práctica. A su vez, resaltan la importancia de planificar tareas de apoyo antes, durante y después de la clase, y generar una retroalimentación constante con los estudiantes.