Desde hace unos diez años en Sierra de los Rocha, una zona rural a 20 kilómetros de la ciudad de Rocha, se da un movimiento a contracorriente de la tendencia generalizada en el campo: de a poco, pero en forma constante, crece el número de familias jóvenes que se instalan en la zona. Así llegaron a vivir allí 40 menores de 18 años, 40 de entre 18 y 40 años y 36 de más de 40 años. El afincamiento, además, está vinculado con un cambio en las maneras de producir y para muchas de las familias, de vivir. La zona, de unas 4.000 hectáreas, sigue teniendo como rubro principal la ganadería de carne y lana con forestación de eucaliptus, pero se han sumado otros rubros productivos, como olivos, horticultura protegida y campo, lechería, turismo rural, producciones textiles de fieltro, entre otros emprendimientos.
En el centro de lo que los pobladores llaman “el barrio” está la escuela rural 86 Sierra de los Rocha, una escuela de más de 100 años de historia que, una década atrás, veía disminuir año a año su matrícula; llegaron a ser cinco niños, y se encaminaba al cierre. La llegada de familias hizo que la escuela comenzara a crecer, con picos de hasta 20 niños y también con bajas en algunos años, pero con la tendencia constante de crecimiento.
Hoy por hoy asisten alrededor de 15 niños, pero muchos de ellos, unos cinco, son de educación inicial, por lo que las perspectivas siguen siendo de crecimiento. Las familias del entorno buscan que en la escuela se brinde educación de calidad, con una perspectiva integral del desarrollo de los niños, por lo que el jueves lanzaron una campaña de recolección de fondos ambiciosa y con objetivos claros: juntar 630.000 pesos, unos 15.000 dólares, que permitan la financiación de una variedad de talleres para los niños y la construcción de un aula domo invernáculo, que funcione de espacio para talleres, un club de ciencias y otras actividades sociales.
Camino transitado
Para explicar los motivos de la campaña es necesario ir unos tres años hacia atrás. Según cuenta Vera Nazca García, presidenta de la Comisión de Fomento, integrante del Consejo de Participación de la escuela y madre de niños que van a ese centro educativo, la mayoría de las familias que llegaba a la zona lo hacía buscando “otro estilo de vida desde lo sustentable, lo amigable con el medioambiente, el arte, la forma de relacionarnos, todo lo que es comunidad y educación, entonces en el momento que los niños empiezan a participar en la escuela los padres también empiezan a participar y a poner su impronta”.
La escuela ya tenía una historia de vínculo con la comunidad y muchas obras se habían hecho con ese apoyo, y hace tres años el grupo de familias comenzó a proyectarse a mediano y largo plazo. En un encuentro con la inspección departamental de Primaria las autoridades les contaron que los planes que tenían “eran posibles, pero que teníamos que ordenarnos”, contó Sebastián Moreno, otro padre e integrante del Consejo de Participación. Se les sugirió que conformaran un consejo de participación, una opción que las familias no conocían, y que incluye la integración de niños, padres, maestras y vecinos. Se formaron en 2018 y pusieron objetivos para 2019, y los cumplieron, lo que los impulsó a delinear un plan estratégico de la escuela para 2020-2025.
Entre esos primeros logros se encuentra un juego de madera inclusivo, con forma de barco pero que tiene hamacas, tobogán y rampa para que puedan jugar usuarios de silla de ruedas. También pudieron construir un alero para mejorar la entrada los días de lluvia, e invernáculos donde hacen talleres sobre el ecosistema escolar.
“Terminó el año y dijimos: ‘Nos fue bien, vamos a proyectarnos a cinco años’. La idea era buscar una educación de calidad y, previendo que la escuela posiblemente crezca, estar preparados para eso”, contó Sebastián Moreno.
Ya con más experiencia, elaboraron un plan estratégico 2020-2025 muy desarrollado, para el que pidieron asesoramiento a diversos profesionales. Acudieron a docentes del Centro Universitario Región Este (CURE) de la Universidad de la República para la elaboración de un diagnóstico socioambiental en el marco de talleres de la Licenciatura en Gestión Ambiental, a directores de la Intendencia de Rocha, a arquitectos de la Administración Nacional de Educación Pública, a la maestra del Centro de Apoyo Pedagógico Didáctico para Escuelas Rurales de la zona y al inspector departamental del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP).
Además recogieron el apoyo de Zelmira May, del Programa para Educación de la Unesco, debido al estrecho vínculo del plan estratégico con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Los objetivos
En el plan se establecieron cuatro dimensiones de trabajo: el aspecto edilicio, en relación a las obras de mejora de la escuela; el predio de ese centro y las mejoras a realizar tomándolo como un espacio público de esparcimiento para la zona; talleres y materiales para los niños; y participación, en relación a propuestas de actividades desde la escuela a la comunidad toda.
Para sustentar el plan, todos los años se hacen eventos de puertas afuera para recaudar fondos, pero también para “que la comunidad educativa pueda aportar a la comunidad en general”. Se organizan Gratiferias, donde personas de la zona llevan cosas que no usan y allí se redistribuyen entre quienes concurren, y la escuela vende comida; también armaron la Feria de las Sierras, un gran evento que en 2019 juntó a 200 personas, con talleres sobre diversos temas dados por docentes del CURE, y con stands vinculados al arte, la cultura y la ecología.
En 2020 la pandemia de covid-19 canceló todos los planes de eventos. Los aportes llegaron básicamente desde las familias; “no podíamos volver a repetir eso otro año, y a nivel grupal pensamos que muchos de los pasos que habíamos dado en 2020 se iban a volver para atrás sin ese sustento”, explicó Vera Nazca. Así se les ocurrió “salir más hacia afuera”, y ampliar la campaña de recolección de fondos al departamento de Rocha y a todo el país.
La campaña durará 45 días en total y apuntará a dos elementos que permitan avanzar en las dimensiones previstas en el plan. Por un lado, se busca conseguir recursos para financiar talleristas y materiales para actividades dirigidas al desarrollo integral de los niños: teatro, expresión visual y plástica, expresión corporal, portugués, carpintería, agroecología y música. Además, se apunta a adquirir los materiales para crear un club de ciencias.
“Es importante para nosotros crear un grupo docente en el que puedan trabajar en conjunto, porque en la escuela rural la maestra trabaja un poco sola”, explicó Nazca. En la escuela 86 ha habido en los últimos años alta rotación de las maestras, y no se ha logrado dar continuidad a un proyecto escolar. Uno de los problemas es la distancia; muchas maestras van desde Rocha por la ruta 109, pero luego deben transitar un camino rural que no siempre se encuentra en buen estado.
El otro gran objetivo tras esos 15.000 dólares es poder conseguir los materiales para la construcción del aula domo invernáculo, donde se plantará alimento para la cocina, y donde funcionarán el club de ciencias y talleres o actividades emergentes de la comunidad.
Con este espaldarazo, las familias aseguran que podrán seguir más de cerca las otras dimensiones del plan; una que les preocupa especialmente que es la restauración edilicia. Moreno explicó que con las humedades del edificio, el gasto que cada pocos años se hace en pintura termina en un círculo vicioso, porque en poco tiempo las paredes están nuevamente con manchas grises y partes del revoque flojas.
Para salir de ese círculo el Consejo de Participación generó encuentros con arquitectos del CEIP y de otros ámbitos, y se elaboró un plan de salud edilicia para corregir las humedades y los sistemas de efluentes, ya que actualmente el saneamiento de la escuela está “pinchado” y los desechos van a las cañadas que sirven de fuente de agua para otras familias. El plan es de tres años, y ya se dio el primer paso en el aislamiento de las humedades, con lo que se logró que la escuela mejorara. Faltan dos pasos para los cuales, como todas las obras en escuelas, los fondos dependen del CEIP, pero la comisión de fomento puede colaborar desde la escuela en la planificación.
También hay proyectos para el predio, que es el único espacio público de la zona, y que con la autorización de la Administración Nacional de Educación Pública se abrió a la comunidad. Además del barco gigante, concursaron en Proyecta, una convocatoria de la Intendencia de Rocha, y pudieron hacer canchas, senderos y una mesa de ping-pong, al punto de que muchas veces llega gente de Rocha a tomar mate a la plaza.
Las familias buscan “generar una escuela diferente”, con “educación de calidad, desde una perspectiva integral del desarrollo del niño en todas sus potencialidades, desde otro lugar, con otro vínculo con el medio en que vivimos”, explicó Nazca, y Moreno continuó: “Un aula no es una nave espacial que anda por ahí, sino que está atravesada por el predio mismo de la escuela, que es lo más inmediato, y por el entorno, por la comunidad, y ahí es que un aula empieza a tomar otra vida”.
Formas de colaborar
El proyecto está explicado en la plataforma Idea.me, a través de la cual se puede colaborar por tarjetas de crédito, cuentas de Paypal o bitcoin. Además, se abrió el colectivo 114.576 en Abitab, y también se puede hacer transferencias a la cuenta del Banco República de la escuela.
Las familias esperan también poder recoger recursos de empresas mediante el sistema de donaciones especiales, que permite que quienes tributan por IRAE e Impuesto al Patrimonio tengan beneficios fiscales por la donación realizada.
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