“Es preocupante hallar este vaciamiento teórico en lo que respecta a lo sexual, desarmando incluso el propio recorrido de nuestro sistema educativo, que incorporó esta dimensión hace más de 15 años a través de la creación de la Comisión de Educación Sexual y, posteriormente, del rol de Referente en Educación Sexual”, concluyeron los docentes de la Asamblea Técnico Docente (ATD) Nacional de Secundaria, que del 23 al 26 de noviembre analizaron los programas preliminares aprobados por mayoría en el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), sin los votos de los consejeros docentes.
El abordaje y el espacio que la reforma educativa pretende darle a la educación sexual en los distintos subsistemas ha sido objeto de preocupación por parte de los colectivos docentes desde que se dio a conocer el borrador del Plan de Estudios. En el caso de UTU, se plantea que la materia Educación de la Sexualidad pase a ser un taller curricular optativo.
En tanto, según supo la diaria, el Fondo de Población de las Naciones Unidas recomendó al Codicen que la educación sexual transversalice al sistema educativo y que forme parte de la currícula obligatoria. Sin embargo, hasta el momento la situación sólo se ha agudizado: para el tercer ciclo de la educación básica, es decir, para los que actualmente son los tres primeros años de liceo, los programas preliminares proponen seis únicos textos como guía bibliográfica para abordar la educación sexual.
De los seis, “ninguno habla ni de sexualidad ni de educación sexual”, aseguró a la diaria Mariana Sanabia, educadora sexual integrante de la ATD de Secundaria. Tal y como manifestó Sanabia, en el análisis de los programas realizado por la ATD y presentado al Codicen este miércoles, se enfatiza que los mismos seis textos son para los tres niveles educativos. Además, la ATD cuestiona que estos textos abordan temas como “las familias y las competencias” o “la transferencia de masa y calor” –en el caso de un libro del ingeniero químico Bruce Finlayson–, pero ninguno aporta el contenido necesario.
“De más está decir”, señalaron los docentes, que “sobre este terreno del conocimiento” existe “amplia bibliografía” tanto “del conocimiento de la sexualidad como de las líneas pedagógicas que elaboran sobre su abordaje educativo”. La omisión de esta producción teórica para los docentes “constituye un vaciamiento absoluto de este campo del saber llevado a lo educativo”.
Si bien en la lista de contenidos hay un “bosquejo” que plantea grandes temas como “Derechos sexuales y reproductivos”, “Adolescencia y la búsqueda de la identidad personal” e “Identidades sexuales, orientaciones sexuales, diversidad e interseccionalidad”, la ATD observa que no hay un desglose ni una orientación de cómo trabajarlos, incluso sobre el eje “Sexualidad”, que no incorpora la definición de sexualidad que se establece en la resolución que crea a la Comisión de Educación Sexual ni cualquier otra: “¿Qué concepto se trabajaría? ¿Cuál de los distintos modelos explicativos de esta dimensión humana son los que se espera que el profesorado desarrolle? ¿Qué noción de sexualidad humana tiene la Administración, que permea a qué tipo de políticas sexuales en el terreno educativo?”, se preguntaron.
Para Sanabia, “es muy preocupante y alarmante” que no haya bibliografía de referencia ni un lineamiento de la administración. “¿Es un concepto biologicista el que se va a abordar, o es integral?”, preguntó. Según la ATD, esta carencia de acervo teórico y de “abordajes educativos concretos” es la que “abre la puerta a miradas conservadoras, ciertamente reduccionistas, que incluso puedan incorporar abordajes religiosos”. En consecuencia, se sostiene que queda “vía libre a la proliferación de casi cualquier paradigma sobre la sexualidad”.
Otras preocupaciones
La preocupación manifestada por la ATD también radica en el enfoque competencial, que es el eje central de la reforma educativa. Para los docentes, la educación sexual desde la visión de competencias significa “ponerla en función del desarrollo de las habilidades que el mercado necesita para extraer el mayor valor de las personas”.
Asimismo, consideran que “es contradictorio con algunos conceptos que se proponen en la lista de contenidos, como, por ejemplo, el de interseccionalidad”. Según sostienen, este “implica tomar en consideración aspectos estructurales del orden social, comprendiendo que la opresión de las personas se constituye a partir de la superposición de categorías” como el género o la etnia.
En secundaria la educación sexual no es una asignatura, sino que se desarrolla en modalidad de taller a través del rol de referente en la temática, aunque también se espera que el educador atienda necesidades individuales y que genere instancias de formación para los docentes, no docentes y las familias de estudiantes, en un paquete de diez horas semanales. “Es inabarcable todo lo que implica el perfil”, afirmó Sanabia.
La metodología de taller es afianzada en los programas y, según analizó la ATD, “es sin dudas válida de implementar”. Pero, al mismo tiempo, requiere “la debida formación del profesorado”, así como “los recursos y espacios necesarios para su desarrollo”. “En este contexto de profundos recortes, tanto de recursos materiales como de horas docentes a todo nivel educativo, se configura una pauperización de esta metodología”, concluyeron.
En resumen, la ATD reivindicó “una educación sexual que sea crítica de las dimensiones estructurales que determinan las condiciones de vida de las personas, para desde ahí poder pensarse en un marco de derechos humanos, incluso de derechos sexuales y reproductivos”.