La preocupación de la comunidad científica sobre la política del actual gobierno en la materia sumó un nuevo capítulo este martes, cuando el Consejo Directivo Central (CDC) de la Universidad de la República (Udelar) recibió un planteo de la delegación de esa casa de estudios en el Consejo Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología (Conicyt). Se trata de un órgano deliberativo y asesor de los poderes Ejecutivo y Legislativo que fue creado en 1961 y reformulado en 2006.
El Conicyt cuenta con representación de cinco integrantes del gobierno, uno de entes del Estado, siete de la academia -además de la Udelar, están presentes las universidades privadas y el Sistema Nacional de Investigadores (SNI)-, cinco miembros del sector productivo nombrados por organizaciones empresariales, y un representante del PIT-CNT, uno del Congreso de Intendentes y otro de la Administración Nacional de Educación Pública.
En palabras de Gregory Randall, integrante del CDC y de la representación de la Udelar en el Conicyt, esa “composición plural” del consejo “es una riqueza que el país debe preservar”. Según dijo Randall, ese es “el único espacio” que tiene Uruguay en el que representantes de “los más diversos sectores” pueden “discutir tranquilos” para crear las bases de la política nacional de ciencia y tecnología.
No obstante, los universitarios plantearon que ese espacio está en riesgo, a partir de varios episodios que comenzaron en mayo de 2021, cuando cambiaron los integrantes del Conicyt. Arturo Briva, docente de la Facultad de Medicina y también integrante de la representación de la Udelar en dicho espacio, señaló que desde ese momento con sus compañeros de delegación han observado cómo se alteró “dramáticamente” la dinámica de trabajo y que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) tiene cada vez más control sobre el consejo.
En un informe realizado al CDC, Briva señaló que el Conicyt pasó de tener reuniones quincenales a juntarse una vez por mes, “lo que fue despojando progresivamente de horas de trabajo e intercambio a la sesión plenaria”. Según explicó, ello se debió a “la falsa antítesis” de que una menor cantidad de reuniones permitiría mejorar la toma de decisiones, pero, por el contrario, se comenzó a “afectar la calidad de la discusión”. Ante ese escenario, Briva explicó que se planteó que las reuniones plenarias fueran sustituidas por grupos de trabajo pequeños que “fueran digiriendo” las decisiones del plenario. “Pero este trabajo en grupos pequeños les sacó la posibilidad a varias representaciones de formar parte de esos grupos y se integraban en instancias de discusión plenarias que eran escasas y con temas ya digeridos y resueltos”, sostuvo. Si bien dijo que la Udelar hizo el esfuerzo por estar en la mayor cantidad de espacios posibles, fue “notorio que se empezaban a perder voces dentro del proceso de discusión”, en alusión a las delegaciones más pequeñas.
Dos veredas
Briva detalló que “el paso siguiente en la distorsión del trabajo” fue “el cambio de espíritu” del organismo, que fue dejando de lado su carácter deliberativo por meras votaciones a mano alzada. Al respecto, lamentó que en dichas instancias “rápidamente se formaban bloques a favor y en contra de todos los temas” y “casualmente” siempre quedaban los mismos actores alineados de la misma manera, “con representantes que llegan sólo para votar y luego se retiran de las sesiones”. Si bien el delegado de la Udelar considera que “las instancias de votación son legales y transparentes”, cuestionó que “el uso sistemático de este mecanismo fue deteriorando la calidad de funcionamiento del consejo”.
Además, señaló que esta metodología de trabajo fue utilizada para “debilitar” al Conicyt y, por la vía de los hechos, es un cambio de los cometidos que tiene establecidos por ley. Al respecto, recordó que el organismo “no sólo está a la espera de consultas para asesorar, sino que tiene la obligación de intentar construir una agenda de investigación e innovación en ciencia y tecnología a nivel nacional”. Sin embargo, desde la primera reunión los delegados de la Udelar notaron que “se empezó a generar una dependencia casi sistemática con las directivas enviadas desde el MEC”, ya que el ministerio pretendió “marcar la agenda” del consejo.
Briva señaló que “la gota que rebalsó el vaso” fue cuando “se empezaron a tomar decisiones que contravienen las disposiciones jurídicas”. Para ilustrarlo, se refirió al proceso de nombramiento de un integrante en el directorio de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), ya que dos de ellos son nombrados por el Poder Ejecutivo a propuesta del Conicyt. Al respecto, el docente de la Udelar explicó que a partir de “un acuerdo de trabajo interno”, siempre se buscó que uno de los representantes tuviera un perfil académico y que el otro perteneciera al área productiva. En ambos casos, los representantes de esos colectivos en el Conicyt “tenían la voz cantante en la propuesta de candidatos”, detalló.
Sobre el caso concreto, se refirió a la propuesta de la Udelar de nombrar a la académica Vania Markarian como integrante del directorio, qien fue votada por unanimidad por los anteriores integrantes del Conicyt, por lo que su candidatura se elevó al MEC para su consideración. “Si un consejo asesor elige un candidato, es potestad del ministerio rechazarlo, pero al menos con una justificación que permita al consejo llegar a otro perfil o a otro candidato si es necesario”, sostuvo. No obstante, dijo que el MEC “mantuvo un prolongado silencio” sobre el nombre de Markarian, y, “a pesar de varias instancias formales y personales” en las que los representantes de la Udelar buscaron una respuesta, “esta nunca llegó”.
Finalmente, el propio ministerio preguntó al consejo si mantenía o reconsideraba la propuesta, debido a su cambio de integración. “Más allá de que las delegaciones van cambiando, tenemos una responsabilidad institucional que debería permanecer ciclo a ciclo, y decisiones tomadas por unanimidad deberían ser sostenidas por más que cambiaran los integrantes”, apuntó Briva, quien agregó que, “recurriendo al mecanismo de la votación, el propio consejo resolvió reconsiderar su decisión previa y poner en discusión el envío de un nuevo candidato para ocupar el directorio de ANII”.
Respecto de este caso, el propio rector de la Udelar planteó su disconformidad con el procedimiento de la mayoría del Conicyt, al que consideró “dañino”. Según valoró, Markarian es una académica reconocida a nivel local e internacional, con experiencia en temas de ciencia y tecnología desde su disciplina principal, que es la historia. Precisamente, el rector señaló que, con esa propuesta, la Udelar buscó dar lugar a las humanidades en el directorio de la ANII y reivindicar que ese es un espacio para los investigadores de todas las disciplinas, sin que haya unas más importantes que otras.
Según Arim, la necesidad de una respuesta fundada sobre el nombre de la investigadora “no era antojadiza” sino que “tiene que ver con respetar los procesos y a las personas”, ya que “es parte de la lógica de construir un intercambio deliberativo fundado y reflexivo”. “Si hubiera venido una respuesta del MEC podíamos generar molestias personales, pero no institucionales, y es parte de la lógica que tenemos que aceptar, porque así está establecido”, concluyó.
Nueva molestia y preocupación
Luego de que por mayoría el consejo definió reconsiderar la candidatura, los representantes de la Udelar nuevamente intentaron “buscar el mayor respaldo académico posible” dentro de esas delegaciones en el Conicyt y lograron que una nueva propuesta fuera apoyada por seis de los siete votos del sector académico en el organismo: además de los votos de la Udelar, estuvo el apoyo del delegado de las universidades privadas y los de los representantes del SNI, al que se sumó el voto del PIT-CNT. “A través del mecanismo del voto, la candidata nuestra, con excelente respaldo, no sólo a través de su currículum sino con calidad demostrada en gestión académica, fue considerada en segundo lugar”, contó, y agregó que nuevamente por mayoría se terminó proponiendo a otra investigadora de la Udelar, pero que transita “una etapa inicial de desarrollo” y, por lo tanto, “no parecía la mejor candidata”, explicó Briva.
Sobre dicho procedimiento, Randall agregó que en un momento se llegó a plantear que los representantes de la Udelar mandaran “una lista de varios candidatos” y “que fuera el MEC el que seleccionara” a uno de ellos. El exprorrector de Investigación de la Udelar se mostró aliviado por que se desechara ese camino, que considera un “cambio enorme respecto de la tradición, pero también en cuanto a la ley misma”, que establece que los dos integrantes del directorio de la ANII son nombrados por el Poder Ejecutivo a propuesta del Conicyt.
Randall señaló que el consejo tampoco se pronunció sobre la situación actual de la ciencia y tecnología y el escueto incremento presupuestal que recibe en la Rendición de Cuentas, como lo ha hecho otras veces, ya que “le corresponde hablar de estos temas”. Al respecto, recordó que días atrás el Conicyt estuvo en el Parlamento y si bien algunos integrantes del consejo mencionaron el tema, el asunto no fue abordado ni por el consejo como cuerpo ni por su presidenta, la jerarca de la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicaciones, Mercedes Aramendía. “Esto es resultado de esta forma de trabajo en la que estamos empezando a funcionar, en la cual de a poco el consejo se va convirtiendo en una dependencia implícita o a veces explícita del MEC”, lamentó Randall.
Según el integrante del CDC por el orden docente, lo que ocurre en el Conicyt está vinculado con otros temas de la actual política de ciencia, tecnología e innovación del país. Al respecto, cuestionó que la ANII “cambió su organización interna hace bastante más de un año”, lo que implicó la eliminación de “cargos gerenciales a los que se accedía por concurso”. Por ejemplo, mencionó que uno de ellos es el del secretario ejecutivo, que está previsto en la ley de creación de la agencia, que “tiene funciones específicas” y “debe entrar por concurso”. “Los funcionarios que ocupaban dichos cargos fueron despedidos y el rol que antes cumplía esa persona pasó a desempeñarlo el presidente de la ANII, que es un cargo político, lo cual viola abiertamente la ley. Esa ilegalidad no ha sido subsanada”, denunció.
También mencionó que se realizaron “recortes a los recursos de ciencia y tecnología” en los últimos dos años, como la “reducción de programas de ANII” o la “limitación de acceso a literatura a través del portal Timbó”. Según Randall, el gobierno aplica una política “en el sentido de recortar 100 y después devolver 20”, para que de lo último que se quede hablando la gente “es de que finalmente devolvieron” recursos.
Según Randall, en el caso del Conicyt, “por la vía de los hechos” se está “haciendo una transformación en la que el MEC va concentrando cada vez más poder”. Al respecto, dijo que esto llevaría a que el Conicyt pase a ser “un órgano asesor” del ministerio y a que se generen “dificultades para funcionar con autonomía”. En ese escenario, lamentó que se vaya “desarmando la institucionalidad”.
Apuesta al diálogo
Los integrantes del CDC se solidarizaron con la delegación de la Udelar en el Conicyt y, con distintos matices, respaldaron su actuación. Entre las distintas posturas, el decano de la Facultad de Veterinaria, José Piaggio, habló de la necesidad de rescatar el espacio institucional de trabajo en la pluralidad y lamentó que “se ha llegado a una lógica que no es nada constructiva”. En el mismo sentido, dijo que funcionar a partir del “enfrentamiento” y de que los dos bloques estén “uno en cada vereda” es algo que “no va a llegar a buen puerto”. “Tenemos que apostar a dialogar, al acercamiento, a que no nos impongan ni a imponer, a poder intercambiar y a poder generar confianza”, dijo el decano.
Por lo tanto, Piaggio instó a “hacer el esfuerzo por cambiar el clima que se ha generado” en dicho espacio y agregó que “no puede ser que la lógica sea 13 a 7, yo propongo y no me importa qué propones tú”. Según dijo, la delegación universitaria también tiene “responsabilidad” en este escenario y es necesario que la institución plantee la intención de “trabajar de otra forma”, algo que debe hacerse “por el país, no por lo que cada uno piense”.
Por su parte, el decano de la Facultad de Medicina, Miguel Martínez, rechazó que el actual clima se haya generado por responsabilidad de la Udelar. “De ninguna manera los puentes los cortamos por el lado nuestro”, sostuvo. Además, el decano consideró que la votación en un organismo colegiado es “muy importante”, pero “el diálogo antes de la votación es más importante y no se puede perder”.
La decana de la Facultad de Ingeniería y exministra de Educación y Cultura, María Simon, planteó en el CDC su preocupación al respecto y sostuvo que en el Conicyt “se están cometiendo arbitrariedades”, ya que “la composición de un órgano no puede alterar las decisiones que tomó”. Además, señaló que el MEC está realizando varias consultorías sobre la composición del sistema de ciencia y tecnología y su diseño institucional, una discusión en la que la Udelar también debe aportar.
En ese marco, a iniciativa de Arim, el CDC definió solicitar a la delegación de la Udelar que “siga intentando densificar las discusiones en el Conicyt”, pero, al mismo tiempo, la universidad quedó atenta a la discusión que se abre sobre los cambios institucionales en este campo. Finalmente, se encomendó al rector a generar un diálogo con el titular del MEC, Pablo Da Silveira, para intentar “construir un clima más acorde”.
¿Problema de diseño?
Durante la discusión en el CDC, en un momento el decano de la Facultad de Química, Álvaro Mombrú, planteó que posiblemente exista un problema en el diseño institucional del Conicyt que permite el escenario actual. Arim estuvo de acuerdo con Mombrú y, por ejemplo, mencionó que “es difícil mejorar climas de intercambio” si algunas delegaciones “concurren básicamente no a deliberar, que es la esencia del Conicyt”. Por su parte, Simon apuntó que actualmente es “un momento posible para hacer propuestas de modelos que sean garantistas”, independientemente de quién esté en el gobierno.