En una semana pautada por los reclamos presupuestales de la Universidad de la República (Udelar), su rector, Rodrigo Arim, se hace un espacio en su agenda para conversar sobre los próximos cuatro años en la institución. El jueves la Asamblea General del Claustro (AGC) tiene como misión comenzar con el proceso de elección de rector. Si bien en la política universitaria nunca se sabe, y no es seguro que este jueves se llegue a una resolución, ya que no todos llegarán con una postura tomada y se requiere de dos tercios de los votos, todo indica que habrá reelección.
Entrevistado por la diaria, Arim habló de sus planes, que inevitablemente estarán condicionados por los efectos de la pandemia, que dejará “cicatrices largas”, tanto a nivel educativo como social. En ese sentido, consideró que la universidad debe apostar por una “combinación inteligente e informada” de tecnologías de información y comunicación con procesos presenciales, que será distinto según las carreras y las disciplinas de estudio.
Arim dijo que la institución y sus trabajadores también pusieron y siguen poniendo un esfuerzo para superar “la crisis social asociada” a la pandemia. En particular, dijo que debe reconocerse que pasaron dos años “en los que muchos docentes dieron clase desde sus casas, usando mucho sus recursos, en condiciones que no son las razonables”, con el objetivo de “poder sostener a los estudiantes, que también tuvieron que prestarse a esa realidad, en un entorno que era adverso para la formación”.
El rector habló del importante desarrollo que ha tenido la Udelar en los últimos 20 años, tanto en su expansión territorial como en la “mayor densidad y diversidad de actividades de investigación, enseñanza y extensión”. Sin embargo, esos desafíos no van acompañados de una realidad presupuestal acorde. Si bien en los últimos dos años la universidad recibió recursos para algunos programas puntuales, el rector advierte que “hay un núcleo central de actividades de la Udelar que se ha visto muy afectado” y que está comprometiendo la capacidad de realizar un seguimiento adecuado de los estudiantes que más lo requieren.
Arim recuerda que la Udelar representa entre 70% y 80% de la matrícula de educación superior y también de la investigación que se genera en el país, e incluso en algunas áreas del conocimiento es la única que produce conocimiento científico. Sin embargo, la universidad no tiene recursos para crear anualmente nuevos cargos grado 2, en el inicio de la carrera docente, por lo que “termina frustrando a los jóvenes que se forman a nivel de doctorado y maestría y quieren desarrollar su actividad académica en el país”, algo que ya está sucediendo.
Para el rector, “desde su autonomía la Udelar tiene la obligación de pensar futuros posibles para la institución, la educación superior y la investigación, como áreas importantes para el desarrollo del país”.
¿Qué perspectivas se plantean a nivel de la investigación en la institución?
Atendiendo a algunas restricciones presupuestales, hay que innovar en algunas políticas. Estamos avanzando a partir de la redistribución interna de recursos, de manera muy embrionaria y a largo plazo, en la composición de institutos centrales. Consorcios de investigación que trasciendan las facultades y que con recursos más permanentes incentiven investigación de alto nivel de frontera, en redes nacionales e internacionales de calidad. Uruguay y la Udelar no tienen ese tipo de instrumentos. Estamos pensando hacer un llamado interno que pueda identificar potencialidades.
¿Sería algo parecido al Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba)?
El Pedeciba tiene un foco muy importante en formación, la idea es ponerlo en la investigación y que converjan investigadores de distintas adscripciones institucionales internas, con incentivos para hacer alianzas con otros actores dentro y fuera del país, para proyectos de investigación de largo plazo. También nos va a obligar a repensar muchas cosas en la institución, porque implica quebrar un poco la lógica de encapsulamiento de la investigación en los servicios.
¿Y a nivel de enseñanza y extensión?
En la enseñanza hay que crear instrumentos de acompañamiento, porque la población es diversa, lo que es una muy buena noticia, pero necesitamos programas de acompañamiento más integrales. Tenemos algunos dispositivos que funcionan, pero dispersos y con bajo nivel de coordinación entre sí. Programas de acompañamiento de los estudiantes en primer año, por ejemplo, que nos permitan seguir mejorando el grado de retención. El egreso ha evolucionado más que el ingreso, pero la desvinculación es un problema del Uruguay y del mundo en general a nivel terciario y lo tenemos que atender con políticas específicas. Lo mismo que el acompañamiento de estudiantes de grado para finalizar los estudios. En algunas carreras, hay estudiantes que a la mitad de la carrera o un poco más avanzados terminan siendo absorbidos por el mercado de trabajo y luego les cuesta terminar la carrera.
A nivel de extensión, la Udelar podría tener en acuerdo con otras instituciones otros programas plataforma donde convergen capacidades de los servicios para atender algunos problemas. Por ejemplo, la atención de personas en situación de privación de libertad, hoy tenemos más de 100 estudiantes, pero podríamos tener un programa donde se investigue sobre los efectos que tienen las políticas de privación de libertad sobre el bienestar de las personas y sobre su entorno más directo. Se puede aplicar también a personas migrantes o a otras problemáticas.
En la pasada elección se instalaron fuertemente temas vinculados a la equidad de género y los cuidados.
Estamos intentando comenzar un proceso que implica instalar un sistema de cuidados en la Udelar, reconociendo la diversidad institucional. No es lo mismo atender cuidados vinculados a la infancia en la Facultad de Agronomía, que está en Sayago, que en el Centro de Montevideo o en Paysandú. Estamos intentando que la propia comunidad defina cuál es el mejor modelo de cuidados y alentando a acuerdos interinstitucionales, con actores públicos o privados. Es una prioridad consolidar y avanzar en el sistema de cuidados en los próximos años.
También tenemos que seguir consolidando las políticas contra el acoso, la discriminación y la violencia en la institución. Hemos avanzado en algunos rediseños institucionales recientes y tenemos que profundizar mucho el componente de prevención. Tenemos políticas institucionales jóvenes, de algunos meses, que tienen que lograr asentarse en diálogo con otras experiencias de la región y el mundo, en un espacio donde no hay paradigmas asentados.
Más allá del caso particular, ¿cómo valorás que se haya procesado la discusión sobre la denuncia de acoso sexual contra un profesor grado 5 de la Facultad de Ciencias?
Las innovaciones institucionales en esa área son posteriores al caso concreto. Todavía estamos en etapa de ver si estas funcionan de manera mucho más aceitada que los instrumentos que teníamos antes. Entre otras cosas, protegen mucho más la identidad de las personas. Los ámbitos donde se reciben denuncias o planteamientos son mucho más acotados que los que teníamos antes. Todavía no tenemos paradigmas en el mundo, se están buscando para que estas situaciones funcionen de forma razonable. El caso concreto no fue buena cosa para la Udelar, generó muchas rispideces internas. No tiene que ver con la resolución del Consejo Directivo Central (CDC), que yo comparto y no voy a entrar en el fondo del tema, porque parte de respetar a las personas involucradas es no dar debates públicos sobre los contenidos de un expediente que es absolutamente voluminoso y no se puede resumir en una frase ni en dos. Hay una contradicción y quizás los juristas me dirán que no hay otra solución razonable: un órgano político termina resolviendo sobre aspectos normativos disciplinares complejos.
No estoy contento, no por el resultado, sino por la forma en que tuvo estado público y se terminó discutiendo muchas veces más en los medios que en la institución. Ahora, los 30 integrantes del CDC tuvieron acceso al expediente, que estaba en una caja fuerte en el rectorado. Vinieron uno por uno a estudiarlo en forma completa. El tiempo que transcurrió entre que lo recibimos y el CDC tomó una decisión fue más o menos el mismo que la Oficina Nacional de Servicio Civil se tomó para devolver el expediente a la Udelar, cuando es un órgano que tiene funciones técnicas mucho más específicas. Este caso se trató seriamente. Por supuesto que el país y la universidad tienen que mejorar estos procesos, tengo serias dudas de si los procedimientos disciplinares que están establecidos por el derecho uruguayo son los adecuados para tratar este tipo de situaciones.
En el documento que elaboraste también se habla de mejorar la estructura y los marcos normativos.
Tiene que ver con mejorar la política y la calidad de la democracia interna. Los propios desarrollos de la universidad en los últimos años generan nuevos desafíos. Tenemos nuevas facultades, hay otras que emergieron hacia comienzos y mediados de los 90. Todas van construyendo comunidades académicas sólidas en el contexto de Uruguay, pero seguimos sin tener una integración plena en los órganos de conducción universitaria. Está claro que hay facultades que tienen voz y no tienen voto en el CDC. Otros colectivos no tienen ni voz ni voto y dependen directamente del CDC. Otros colectivos pueden tener presencia en la AGC y otros no.
No es razonable que la integración de un máximo órgano de conducción de la Udelar dependa de una ley.
Esto lo digo sin dramatismo, porque hay ciertos equilibrios en los cuales la Udelar ha funcionado, creando nuevos servicios y aceptando la estructura definida por la Ley Orgánica (LO) de 1958 como mecanismo de funcionamiento, pero el crecimiento de la institución y el surgimiento de nuevos espacios obliga a pensar cómo los integramos. No es para mañana, pero la Udelar tiene que pensar cuál es la estrategia de construcción progresiva que mejore la calidad de su democracia interna y su autonomía. No es razonable que la integración de un máximo órgano de conducción de la Udelar dependa de una ley, eso sucede en muy pocas partes del mundo. Debe ser materia estatutaria y tener mecanismos transparentes para cambiar la composición de los órganos de conducción o delegar funciones.
¿Eso se traduciría en una LO mucho más abierta y flexible y reglamentaciones internas que regulen el funcionamiento cotidiano?
Diría que sí, con una salvedad. No quiere decir que necesariamente ese sea el transcurrir del tiempo. Podemos seguir cambiando, como lo venimos haciendo a lo largo del tiempo, delegando funciones del CDC en otros ámbitos, creando otros espacios de ejecución de políticas, a la misma vez que vamos definiendo cuáles son las áreas que inexorablemente requieren algún ajuste normativo. Hay que identificar qué aspectos normativos legales deberíamos cambiar en un momento que no tiene por qué ser mañana ni dentro de dos o tres años. No es solamente la ley, es analizar el marco normativo general de la institución, identificar qué cosas tenemos que cambiar internamente en la propia Udelar y cuáles van a requerir en algún momento una intervención en su marco legal.
Esto está mezclado con temas de gestión, nosotros no podemos seguir fomentando un modelo federativo, donde la Udelar tiene un centro relativamente grande y después servicios más o menos grandes pero dispersos y con pocos niveles de conectividad. Y convencer al Parlamento de que debemos tener algunos grados de libertad más, que no tienen que ser necesariamente a nivel de la LO. Por ejemplo, en el marco de la normativa actual, la Udelar sigue teniendo dificultades para poder hacer algunas compras de equipamiento científico de calidad en forma eficiente.
¿Es factible lograrlo?
Tenemos algunas fortalezas. La Udelar demostró a lo largo de estos cuatro años que el gobierno colectivo no es sinónimo de ineficiencia, como algunos actores han señalado. La universidad fue la primera institución que el 13 de marzo de 2020 tomó la decisión de suspender actividades, se reconfiguró rápidamente a un marco de funcionamiento extraordinario con lo que determinó la covid-19. Lo hizo el gobierno colectivo, con un CDC integrado por 30 miembros. En la diferencia, porque si algo hay en la Udelar son diferencias, por suerte, pero la universidad demostró una unidad de acción que tenemos que tomar como un acervo. No porque vayamos a llegar a unanimidades, que no son buenas, sino porque podemos procesar discusiones informadas y tomar decisiones que sean síntesis importantes de esos procesos. La universidad es capaz de transformarse.
Teniendo en cuenta el proyecto de ley del gobierno que plantea cambios en la gobernanza de la Universidad Tecnológica (UTEC), ¿es aceptable que en una universidad pública los órdenes pierdan participación en la toma de decisiones más trascendentes y que se pierda autonomía con la designación de autoridades por parte del Poder Ejecutivo?
Creo que es un error construir una institución que pretende ser universitaria sin autonomía. No solamente porque no es la tradición uruguaya, sino que las universidades en occidente, desde comienzos del siglo XIX hasta la fecha, son instituciones que justamente ejercen sus funciones desde la autonomía con los poderes políticos y fácticos de las sociedades. Si se suman las características específicas de América Latina, que tiene otras tradiciones, como las heredadas de la Reforma de Córdoba, las universidades de calidad en el mundo son autónomas y logran trascender los objetivos específicos de un gobierno, que además pueden ser muy cortoplacistas. Las universidades se piensan a largo plazo.
Hay enormes dificultades para funcionar en el marco de un verdadero sistema de educación pública.
También hay un componente específico de la vida universitaria que no es capturable por la gestión política cotidiana: son las comunidades universitarias las que participan en la conversación propia de la generación de conocimientos. Desde ese lugar se formulan preguntas, se buscan respuestas y líneas estratégicas de largo plazo. Esto no quiere decir que las universidades estemos ajenas a mecanismos de control; en la medida en que estamos ejecutando fondos públicos, la Udelar tiene que rendir cuentas y ser observada por la sociedad, además de explicar las decisiones que toma. También tiene que haber marcos institucionales que incentiven la cooperación entre los sistemas. Nosotros creemos en ello, pero hay enormes dificultades para funcionar en el marco de un verdadero sistema de educación pública.
La eliminación de la autonomía tiene riesgos enormes. ¿Qué hubiera pasado en una sociedad como la brasileña, donde las universidades públicas están bajo amenaza de intervención? El Poder Ejecutivo dijo en un momento que es un derroche invertir en Humanidades, en Ciencias Sociales y en Arte. Desde una perspectiva más retórica que efectiva, [Donald] Trump también cuestionó la inversión en investigación sobre cambio climático. Si un país tiene un gobierno negacionista de fenómenos tan complejos e importantes para el futuro de la humanidad, ¿las universidades van a desarmar procesos de investigación cuyo financiamiento es costoso, pero de largo plazo, en función de esos vaivenes de muy corto plazo? No podemos ignorar que eso es parte de la vida actualmente.
En los últimos meses algunos universitarios han planteado dificultades de relacionamiento con integrantes del gobierno en distintos organismos en los que participan, ¿cómo analizás ese vínculo?
Me preocupan ciertas crispaciones y prejuicios que se generan en torno a la Udelar por parte de algunos actores individuales del sistema político, mi preocupación es que eso no derive en modelos como el de Brasil. La Udelar y las instituciones autónomas suelen tener problemas con los poderes políticos. Los tuvo con el anterior Poder Ejecutivo y lo vuelve a tener con este, en áreas distintas. En el gobierno pasado la Udelar se retiró de la Comisión de Patrimonio, por ejemplo, y teníamos dificultades en los acuerdos para la expropiación de parte de un terreno de la Facultad de Agronomía para el tren de UPM. Con este gobierno tuvimos un acuerdo mucho más razonable en el resarcimiento de la Udelar al respecto. Y con este gobierno estamos teniendo algunas dificultades, por ejemplo, en el Conicyt [Consejo Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología].
Es innegable que estamos teniendo más dificultades presupuestales en estos años que los que tuvimos previamente en materia de asignaciones. Eso condiciona mucho algunas políticas. Pero no hay que ser maniqueístas en pensar que el mundo de los vínculos entre universidad y poder político son binarios, porque no lo son, han sido conflictivos en distintos momentos. Si avanzamos en explicitar una discusión clara sobre modelos de educación terciaria y superior, quizás hagamos un aporte para discutirlo seriamente y en forma abierta.
Ahora emergen algunos conflictos puntuales y la Udelar está tensionada porque sus cuerpos académicos no se sienten reconocidos por esfuerzos realizados durante la pandemia, por sostener una población estudiantil creciente durante este período y, simultáneamente, ser la única institución a la cual el Poder Ejecutivo no le propone incrementos en su mensaje de la Rendición de Cuentas. Eso no quiere decir que el Parlamento no reconozca esta realidad a la Udelar y le vote recursos, cosa que ha sucedido en dos oportunidades y espero que suceda de vuelta.
En las últimas instancias presupuestales y de Rendición de Cuentas el gobierno también ha incluido algunos artículos que afectan a la universidad en forma inconsulta, ¿cómo incide en el relacionamiento?
Eso ha sucedido y el caso más relevante es la quita del adicional del Fondo de Solidaridad, no porque nosotros lo defendamos, es válido sustituirlo por otras fuentes de ingreso, pero no es buena cosa que la Udelar se entere en el mensaje presupuestal de una iniciativa que afecta directamente la línea de financiamiento de inversiones y gastos. Hubiese correspondido que se nos informara y tener una mesa de diálogo con las autoridades si pretendían avanzar en esa dirección. Eso tuvo una repercusión en la calidad de la discusión parlamentaria que no fue buena. En el tratamiento en Diputados emergieron dos o tres soluciones, algunas muy complejas. Por ejemplo, sacarle recursos al INIA, una institución de investigación, para financiar a la Udelar no es razonable.
Es preocupante la lógica de poner artículos que afectan a la institución sin tener un diálogo claro con la Udelar.
Otro tema que preocupa tiene que ver con la venta de bienes inmuebles. Está claro que la Udelar decidió la venta de algunos bienes inmuebles importantes, en particular la ex Facultad de Veterinaria, cuyo valor de mercado probablemente son varios millones de dólares, para apalancar inversiones futuras con esos recursos. En varias ocasiones aparecen estos artículos que afectan patrimonialmente a la institución de manera poco clara. Como ha pasado antes, confío en la calidad de la democracia deliberativa a nivel del Parlamento y que eso no se vote. Pero sí es preocupante la lógica de poner artículos que afectan a la institución sin tener un diálogo claro con la Udelar.
En este contexto político y de pérdida presupuestal, ¿se corre el riesgo de que se pongan sobre la mesa mecanismos que limiten el ingreso de estudiantes a la Udelar, por ejemplo, con el cobro de matrícula o pruebas de ingreso?
A mi entender, las señales van en el sentido contrario. Eliminar el adicional del Fondo de Solidaridad da la señal de que quienes nos formamos en la Udelar no deberíamos ser quienes financian la institución. Entonces, no se debería cobrar a los estudiantes en el ingreso, cuando todavía no sabemos si tienen éxito. Eso sería contradictorio. El mundo está evolucionando hacia la gratuidad -hay una propuesta de [Joe] Biden en ese sentido- o hacia que el pago sea una vez que las personas egresan de la institución.
Sobre la posibilidad de examen de ingreso, la incorporación de algún mecanismo restrictivo en la Udelar sería un error de apreciación muy severa. Más allá de nuestras tradiciones, que defendemos, Uruguay tiene un atraso importante en términos de matrícula universitaria. Si la Udelar incorpora mecanismos restrictivos habrá más jóvenes que no van a acceder a la educación terciaria superior, van a quedar por fuera del sistema y Uruguay va a perder más lugares en la comparación regional: Chile está mejor que nosotros, Argentina está un poco mejor. Ni hablemos del promedio de los países de la OCDE, donde la mitad de los jóvenes termina con alguna formación de grado. Uruguay necesita generalizar la educación terciaria y superior para que la enorme mayoría de los jóvenes pueda acceder a una formación de ese tipo. Eso es un elemento casi imprescindible para pensar en un desarrollo sustantivo del Uruguay en las próximas décadas.
El nuevo Estatuto del Personal Docente se aprobó en otro contexto político y presupuestal; ha tenido varias correcciones y adaptaciones desde entonces. ¿Qué evaluación hacés de su implementación?
El estatuto es un cambio muy importante para la Udelar, que indica una imagen objetiva de la institución. El proceso complejo y a veces doloroso es la transición hacia esa imagen objetiva. Presupone definir con claridad las dedicaciones horarias de los docentes, pero también el conjunto de obligaciones que tenemos en función de esas dedicaciones horarias. Los elementos de transición son siempre complejos. En este caso van, por ejemplo, desde la incorporación de elementos como la edad de retiro hasta situaciones que los servicios tienen que administrar, que son transiciones en las que había docentes con cargas horarias muy importantes asociadas únicamente a una función. En todas esas transiciones se pueden cometer errores y se van a generar fricciones.
Es muy difícil hacerlas completas sin tener algunos recursos incrementales, eso es parte de las dificultades que tenemos en este momento, pero también es muy temprano para hacer una evaluación. Recién se están desplegando los instrumentos que establece el estatuto. Con la misma versatilidad que tuvimos en otras dimensiones, si se encuentran problemas severos o que dificultan algunos procesos virtuosos se incorporarán correcciones. Hay que hacer un monitoreo sistemático de los problemas. En este momento todavía los servicios están analizando sus propias transiciones. Los años bisagra para ver cómo se van ejecutando estas transiciones serán 2023 y 2024.
¿Qué enfoque deberían tener las políticas de la Udelar dirigidas al interior?
Nosotros intentamos darle una continuidad importante al desarrollo de la Udelar en el interior y lo concretamos. En el primer año de gestión creamos un nuevo Centro Universitario Regional (Cenur), el del Noreste. Hicimos mucho énfasis en la discusión parlamentaria y el Parlamento escuchó. Tuvimos austeros recursos incrementales para el interior y los aplicamos en solicitarles a los servicios de Montevideo que, en acuerdo con los Cenur, elaboren propuestas de planes de estudio que se pudieran implementar en base a lo que ya la universidad tiene en el interior. Fortalecimos carreras, quizás las más emblemáticas, Medicina en Paysandú-Salto, que se puede hacer completa, o la de Ingeniería Forestal, única en el país, que también se puede hacer completa entre Tacuarembó, Rivera y Melo. Al mismo tiempo, avanzamos en la creación de nuevas carreras, el año que viene comienza la Licenciatura en Computación en el Litoral Norte; tenemos una carrera de Economía Agrícola y Gestión de Agronegocios en el Cenur Noreste; con sede en Melo vamos a comenzar con dos carreras, una en acuerdo con UTU.
Hemos mantenido el impulso en el interior y eso se ve en ingresos y egresos de estudiantes. Nuestro objetivo es seguir consolidándolo académicamente y simultáneamente generar acuerdos con otras instituciones. A mí me encantaría no ya infraestructura compartida como tenemos y funciona muy bien en Rivera [con UTEC, UTU y formación docente], sino cargos conjuntos con el resto del sistema educativo. Falta mucho para eso y se requiere voluntad política de todas las partes, no sólo de la Udelar. Pero hay que avanzar y preguntarnos cómo completar el mapa de Cenur que tiene el interior. Nos quedan zonas descubiertas, el suroeste y el centro sur. Ahora bien, la Udelar no es una góndola de supermercado. No se puede elegir financiar sólo la carrera b en Soriano. Para que haya carreras en el suroeste tenemos que tener servicios que no estén pasando una situación de mucha tensión presupuestal, porque los servicios de Montevideo son los que van a poder diseñar las carreras, prepararse para desembarcar luego en los territorios, eso fue lo que pasó 15 años atrás.