El proyecto de ley que propone crear una Universidad Virtual del Uruguay (UVU), presentado en mayo por el diputado colorado Felipe Schipani, continúa su curso en la Cámara de Representantes. El miércoles, la Comisión de Educación y Cultura de la cámara baja recibió a una delegación de la Universidad de la República (Udelar) para tratar el asunto: el rector, Rodrigo Arim y los decanos Arturo Briva (Medicina), Mónica Marín (Ciencias), Jorge Xavier (Ciencias Económicas y Administración) y Pablo Ezzati (Ingeniería).
De acuerdo a la versión taquigráfica de la sesión, Arim aclaró que la invitación fue dirigida a él, pero la Udelar aún tiene “en estudio” el proyecto de ley. En consecuencia, las posiciones planteadas no fueron una “opinión institucional”.
“Acá hay potencialidades y riesgos. No es estar a favor o en contra” de la educación virtual, esgrimió el rector. En ese sentido, dijo que es necesario analizar esas potencialidades y riesgos “en nuevos instrumentos de formación”. El primer riesgo que mencionó fue el de “confundir diversificación con estratificación”. En esa línea, afirmó que la diversificación es “imprescindible para ampliar el acceso” en la educación superior y que puede darse, por ejemplo, por medio de “carreras de distinta duración, o plataformas distintas o localizaciones geográficas diferentes, pero que a la vez estén coordinadas entre sí”.
La estratificación, en cambio, para Arim “supone que hay instituciones de primer, segundo y tercer nivel, de tal manera que un empleador puede preguntar: ‘¿Usted se recibió de ingeniero? ¿En qué universidad?’”. Si la respuesta influye en la decisión de tomar o no a la persona, según el rector, “es porque estamos generando problemas en el sistema educativo”.
Para ejemplificar con países cercanos, señaló que es una situación que tiene lugar en Brasil y Chile. Sobre el primero, afirmó que “hay instituciones que están segmentadas de tal manera que no acceden a ciertos ámbitos muy claros de decisión laboral”. Entonces “la pregunta central es cómo ampliar el acceso y la permanencia sin generar procesos de estratificación que generen ilusiones no cumplidas”, esbozó.
Percepciones sobre la educación virtual
Arim analizó que la educación virtual “tiene un rol muy importante que cumplir como instrumento y como espacio para ampliar ofertas y alcance de educación de calidad”, pero es importante lograr los “recaudos” necesarios para “evitar lógicas de segmentación”.
Por otro lado, manifestó que los distintos servicios de la Udelar cuentan con trayectorias virtuales: algunos a lo largo de la mayoría de la carrera y otros en “tramos más acotados”. En ese marco, dijo que desde la Udelar están “dispuestos a profundizar el vector virtual” y que, de hecho, fue un intento fallido de concreción en la Rendición de Cuentas.
Allí puntualizó en la existencia de otro riesgo de la educación virtual: los costos. “En la carrera completa, cuando llegamos al final de los cursos, generalmente hay uno o dos docentes dando la materia. Nosotros no podemos sostener dos grupos sin pagarles el doble”, sentenció.
Hilvanado a ello está el riesgo de “la calidad”. “Educación virtual de calidad no reduce costos, y de esto hay evaluaciones internacionales de calidad”, señaló. Sin embargo, dijo que “un modelo de educación virtual” también es “disponibilizar materiales para que los estudiantes estudien por su cuenta sin un acompañamiento sistemático docente”, y que eso sí implica una “reducción de costos”.
Pero para el rector de la Udelar, la “educación de calidad” significa que “los estudiantes saben cuáles son sus docentes de referencia y que hay un seguimiento de su desempeño”, lo que modifica la “estructura de costos, pero no cambian los costos; incluso pueden hasta ser más caros”.
En esa línea, comentó que en primer año de facultad los estudiantes “están necesitando mucho más apoyo que antes” y que este puede llegar a brindarse mediante plataformas digitales. No obstante, señaló que si bien “es más barato en términos de metros cuadrados”, es “más caro en docentes y más caro, por supuesto, en tecnologías”. A su vez, aclaró que parte del riesgo es que si se visualiza a la educación virtual “como una estrategia de reducción de costo” se va a hacer “una diferenciación de calidad”.
Con relación a la necesidad de acompañamiento, Arim destacó que “las tasas de abandono de estudiantes con idénticas características tienden a ser mayores en los virtuales que en los presenciales” y que “la parte más preocupante” es que el “éxito relativo” depende “de la autonomía del estudiante”. En ese marco, afirmó que los sectores de mayor vulnerabilidad son los más afectados y que eso pudo comprobarse con la pandemia y la educación virtual, cuando los sectores “más pudientes de las sociedades en Estados Unidos y América Latina” no tuvieron casi afectaciones en el aprendizaje, “porque tuvieron acompañamiento”.
Para Arim, “hay un requerimiento de alto nivel de acompañamiento para asegurar éxito académico” y, por tanto, “el éxito relativo de las plataformas virtuales tiene que ver con el grado de inversión en recursos humanos” cuando, justamente, los recursos escasean. Aun así, afirmó que sobre la base de “la evidencia académica” se puede afirmar que los instrumentos que brinda la educación virtual “amplifican el acceso”, pero “funcionan mejor” cuando “son complementarios con la presencialidad”.
En resumen, el rector la Udelar “no tiene una posición a priori en contra del desarrollo de otras universidades en el interior”, pero se detuvo en la importancia de “razonar con cuidado si pagando los costos de instrumentación, de gestión administrativa, de gerenciamiento, los riesgos están suficientemente cubiertos como para pensar que no estamos generando ciertos espacios de ilusiones sin que tengamos conclusiones claras”.
Los decanos, por su parte, delinearon algunas particularidades de cada facultad pero mantuvieron un discurso común: que la virtualidad es “una herramienta imprescindible”, sobre todo para los ejercicios prácticos y experimentales, y que, por tanto, es importante que pueda seguir desarrollándose, pero siempre a modo de complemento.