Desde el 1° de julio, Jaime Saavedra es director de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe del Banco Mundial (BM), entidad en la que previamente se había desempeñado como referente en educación. El exministro de Educación de Perú, donde impulsó varios cambios que le permitieron ascender en el ranking de las pruebas PISA, estuvo en Uruguay para la presentación del Informe global de tecnología en la educación elaborado por Unesco.

Entrevistado por la diaria, valoró positivamente el proceso de transformación educativa que lleva adelante la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y también la gestión de la pandemia en el país. Saavedra se refirió además al rol que juegan organismos internacionales en las políticas públicas de la región y contó qué aspectos están apoyando de los cambios en curso en Uruguay. Uno de ellos, la ampliación del tiempo pedagógico en las escuelas, despierta especial preocupación en el especialista.

¿Cuáles son algunas claves para mejorar los aprendizajes en una región tan desigual como Latinoamérica?

En toda la región tenemos un problema grave de aprendizaje. Ya con la pandemia eso se ha agudizado de una manera brutal, con muy pocas excepciones en las cuales está Uruguay, que manejó muy bien la pandemia. Pero en el resto de la región se manejó muy mal, los cierres escolares fueron inmensos y esa crisis de aprendizaje es aún más grave. 70% de chicos que tienen diez años no pueden leer y entender un texto.

Ahora, ¿qué hacer? Lo principal es el factor humano, es la gente que está en el sistema, los docentes. La tecnología va a ser importante, la infraestructura también, la gestión de la escuela es crítica, pero nada vas a lograr sin un docente y un director que tengan la formación y la motivación correctas, que tengan el apoyo de las herramientas pedagógicas que necesitan y, además, la internalización de la magnitud de la responsabilidad que tienen. Para que todo eso se logre se requiere una sociedad que valorice la carrera docente.

¿Qué tanto pesan las características socioeconómicas de los estudiantes en el vínculo pedagógico?

Sabemos que un chico que tiene la nutrición correcta, un ambiente favorable en la casa, va a poder rendir mejor en la vida, en el sistema educativo y en cualquier otra cosa que haga. Por eso las inversiones se tienen que hacer en los sistemas de cuidados infantiles, en el preescolar. Ahora, si el chico tiene ocho años, es lo que es y es cierto, si viene de un estrato económico más desfavorable, posiblemente –no siempre– sea un alumno que va a requerir más atención y va a hacer el trabajo del profesor más retador. Justamente, ese es el trabajo del docente, su responsabilidad no es enseñar, es que los 30 chicos de su grupo aprendan, y al ser heterogéneos, entonces, requieren tratamientos distintos. Es un trabajo complicado.

¿Cuál es el peso de lo presupuestal para esos logros?

Tiene una trascendencia importante, no hay magia. Uruguay, por ejemplo, debe estar gastando 3.500 o 4000 dólares por alumno, que es lejos menos de la mitad de lo que gasta un país promedio la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). Sí, se puede ser más eficiente con esos recursos, pero tampoco hay magia. Si queremos un sistema educativo de mejor calidad todos los países de América Latina tienen que invertir más. En Uruguay tiene que haber más escuelas de tiempo completo, y eso es muy difícil hacerlo sin recursos.

Hablaba de la importancia de valorizar el rol docente, ¿cómo han quedado los docentes después de la pandemia?

En los países que han tenido pérdidas de aprendizaje muy grandes, que no es el caso de Uruguay, si no se hace algo hoy día, puedes tener chicos que, en términos efectivos, acaben en su ciclo escolar con uno o dos años menos de escolaridad neta y eso es gravísimo. Ahí se va a generar una desigualdad intergeneracional muy grande entre quienes tuvieron la mala suerte de estar en edad escolar durante la pandemia, comparado con los de la generación anterior o la que viene. Es un shock muy grande en sus posibilidades de crecimiento personal, en su productividad. En la mayor parte de los países los profesores tienen esa carga de acelerar el aprendizaje, de hacer en los próximos tres años lo que se debería haber hecho en cinco en términos de contenido. Eso no es fácil y requiere en los docentes mucho apoyo. Es cierto que está habiendo un trabajo adicional sobre los docentes y, si no lo hay, los que lo van a pagar son los chicos.

Uno de los cambios que trajo la pandemia más a mediano plazo es el reconocimiento de que la educación presencial es muy importante. También ha mostrado que la tecnología puede ser muy útil para que el sistema sea resiliente, puede potenciar el trabajo del maestro, pero la interacción humana es importante. Entonces, ha mostrado la importancia del rol del docente y quizás va a hacer que algunas sociedades revaloren ese rol, pero no es una cosa homogénea. Hay países que en verdad están regresando a actuar como si no hubiera pasado nada, cuando se tienen que recuperar de un cataclismo.

¿Qué rol tienen que jugar los docentes en los procesos de reforma?

Uno de los elementos centrales de la transformación educativa uruguaya es la inversión que se está haciendo en la formación docente. Mientras más inviertas en la formación de los docentes en servicio y en la formación inicial, más libre y autónomo va a poder ser el profesor. Al fin y al cabo, es quien está todo el día dentro del aula y quien tiene que decidir qué hace con sus estudiantes, que son distintos y requieren distintos estímulos. Pero mientras la política le dé más formación y más apoyo, va a tener más herramientas para hacer su trabajo bien en el aula. Es histórico que se esté invirtiendo y tomando en serio la formación docente y de directores.

Una cosa que se menciona de la transformación [de ANEP] es la autonomía escolar. Yo no usaría ese título, creo que lo importante es darle mayores capacidades de gestión al equipo directivo de la escuela o el liceo. Solamente si hacemos eso es que la autonomía sirve para algo. Si no, ¿qué capacitación me han dado para ser director y gestionar una institución tan complicada como es la escuela, donde tienes que lidiar con los chicos, con los maestros, con los padres, con la familia, con la comunidad, hasta con el jefe del servicio policial de la comunidad?

¿Cómo debería darse la participación de los sindicatos?

En los países se ve mucho la resistencia al cambio. Si te digo que ya no vas a hacer lo mismo que durante los últimos 20 años, la gente se resiste. Es cierto que a veces se requiere un cambio en el modus operandi y en las relaciones entre los distintos estamentos. El cambio que se tiene que dar en muchos países de la región es que todos los actores, incluyendo al sindicato, siempre piensen en los cambios que se necesitan en función del bienestar del estudiante. No todos los sistemas escolares tienen esa lógica de colaboración entre todos para definir las políticas. Los países del sudeste asiático no la tienen, los países nórdicos, sí. En esos países, tanto sindicatos como el Ministerio de Educación dicen: tenemos que preocuparnos por el bienestar del docente, la política salarial, sí. Pero la mitad de la discusión es de políticas educativas, en función de cómo vamos a hacer para que los chicos tengan una mejor experiencia en la escuela y aprendan más. Entonces, el sindicato interioriza entre su rol qué política vamos a implementar para que los chicos aprendan. Esa debería ser la discusión.

En Uruguay algunos actores visualizan a los organismos internacionales, como el BM, con una incidencia negativa en estos procesos y tendiente a la privatización. ¿Qué rol están jugando en la región?

A veces se piensa que el banco impone, ojalá pudiera (se ríe), el BM no puede imponer nada. La lógica del banco es apoyar las políticas que implementa el gobierno o el Estado, siempre y cuando esté alineado con políticas que nosotros pensamos que son buenas, en este caso para los estudiantes. Si nos parece que es bueno, lo apoyamos con asistencia financiera o asistencia técnica. En Uruguay hemos estado apoyando en los últimos 30 años, por ejemplo, a la jornada completa. El tiempo extendido es crucial y hay que seguir. Estamos apoyando también este proceso de formación de docentes y de directores. Cómo es esa formación lo va a definir el ministerio o la ANEP.

[Cuando era ministro,] a mí me decían lo mismo: viene a privatizar las escuelas, y había parte del sector privado que se decepcionó mucho conmigo y me acusaba de que era un comunista, porque fuimos a apoyar las escuelas públicas. Fortalecer el sistema público era mi tarea, y al sistema privado lo tengo que regular. El sistema privado en Perú es mucho más grande que en Uruguay, aquí es de los más chicos de la región. En Uruguay ahora estamos ayudando a fortalecer el sistema de provisión del servicio de educación pública. No veo la parte de privatización por ningún lado.

Actualmente se está implementando un currículo por competencias y hay actores que plantean que ello implica ser funcional a lo que pide el mercado, ¿qué tan necesario es pensar hoy en currículos orientados por competencias?

Hay una falsa dicotomía entre contenidos y competencias. La primera competencia que me importa es que los chicos acaben la primaria con las habilidades fundamentales. Tienen que saber leer, escribir y entender lo que leen. Una parte de esa competencia se ve en el curso de español, pero todos los cursos van a ayudar a lograrla. Tengo que medir que los chicos la logren. Ahora, también me importan las otras competencias: pensamiento crítico, el pensamiento científico, etcétera, y hay que lograrlas utilizando la instrucción que viene en cada asignatura. Si enseño pensamiento crítico es para poder criticar y analizar mejor los hechos históricos del país, entonces, tengo que saber la historia del país. No hay forma de hacerlo en abstracto, lo haces con contenidos. Y si te enseño a leer no será con cosas que no tienen sentido. Ahora, si solamente fueran contenidos, sería un desastre, porque quiere decir que necesito que te memorices la historia uruguaya, cosa que no te va a servir para nada, o te la vas a olvidar al día siguiente que sales del colegio. Los contenidos solos no sirven, y las competencias solas no se pueden enseñar, es una falsa dicotomía.

Yo no entiendo la crítica de que es para el mercado de trabajo. El trabajo puede ser de cualquier tipo: asalariado, independiente, como filósofo, fotógrafo o ingeniero. ¿Se te prepara para el trabajo? Sí, y mientras más educado estés vas a poder tener la libertad de trabajar en lo que quieras. Si no estás educado, vas a terminar trabajando igual, pero en lo que puedas.

¿Tiene que ser el Estado el que se haga cargo directamente de la educación pública? ¿Cómo entran en juego actores o instrumentos del sector privado?

El Estado tiene la obligación, que le ha dado la sociedad, de asegurarse que todos tengan oportunidades educativas. Sobre cómo se provee el servicio, ahí hay diferentes modelos. Es cierto que en los países más ricos, no sé si es casualidad, entre 90 y 100% de la provisión es pública. En Canadá, el 95% es público; Estados Unidos, que es un poco más privado, 90%. Si te vas a Finlandia, el 99%; en Singapur es 100%, y más capitalista que Singapur no hay. Pero también hay otros esquemas. Por ejemplo, la educación en Holanda es principalmente privada, la puede dar cualquiera, porque viene de la tradición de que todas las religiones puedan proveer educación. Los holandeses ni siquiera saben si sus colegios son públicos o privados, pero están hiperregulados por el Estado.

Ahora, hay actores privados que pueden ser críticos y pueden tener un rol importante. En tecnología, por ejemplo, los innovadores están en el sector privado. Internet se creó a partir de innovaciones y de inversión pública. No has tenido innovaciones, por ejemplo en tecnología educativa, que hayan sido hechas por el sector público. Principalmente han sido del sector privado, pero sí has tenido sectores públicos que han absorbido esas innovaciones. En el caso uruguayo tienes el ejemplo más interesante, el de Ceibal, que utiliza mucha innovación privada para mejorar la calidad de la provisión pública, y eso está bien.

¿Cómo visualiza la experiencia de Ceibal?

Es una historia de éxito con paciencia. Uruguay estuvo mejor preparado para la pandemia que cualquier otro país de América Latina, pero había invertido casi 15 años en mejorar su tecnología. Las cosas se pueden hacer más rápido también y probablemente si la pandemia hubiera venido antes Uruguay ya hubiera estado mejor preparado que otros países, pero tiene de positivo que se adoptó como modus operandi del sector público y se mantuvo a lo largo de gobiernos. El esquema de institución pública de derecho privado también es una innovación muy interesante. Por último, es una aplicación inteligente de la tecnología en el aula: la tecnología es importante en la medida que potencia al factor humano en la educación. Esa lógica es la correcta.