Este martes, Unicef y la Asociación Pro Fundación para las Ciencias Sociales presentaron un informe en el que se advierte que existe un “problema grave vinculado a la magnitud del ausentismo estudiantil” en educación media, que se agrava en los centros educativos públicos, tanto en Secundaria como en UTU, y en estudiantes social y académicamente “más vulnerables”.

En el informe Ausentismo en educación secundaria básica. Un problema que compromete las trayectorias educativas se puntualiza que el ausentismo es un fenómeno que se desarrolla en todo el país y “afecta transversalmente a todos los sectores (público y privado), a todas las modalidades (general y técnico-profesional) y a todos los estratos socioeconómicos y académicos”.

En concreto, el estudio relevó que, promedialmente, los estudiantes de educación media básica de liceos públicos faltaron casi 38 días en 2023 y uno de cada cuatro perdió 47 clases o más durante el año. En ese marco, categorizaron como “ausentismo crónico” a la situación de tres de cada cuatro adolescentes. Es decir, que faltaron a, por lo pronto, 10% de las clases del año lectivo, mientras que cuatro de diez estudiantes faltaron a 20% o más.

Tomando el estudio PISA 2022, Unicef recordó que los estudiantes de educación media de Uruguay son de los que más pierden clase de Latinoamérica. Por otra parte, aseguraron que existen “señales claras” de que el ausentismo escolar “no es una consecuencia de la pandemia de covid-19”, a pesar del impacto que tuvo en “la enseñanza presencial durante 2020 y 2021”.

En el informe se señala que el ausentismo estudiantil ya era elevado desde alrededor de 2016 y permaneció “en niveles muy altos en los años pospandemia”. Más allá de este período, se advierte que “se ha mostrado una tendencia leve pero sistemática en los últimos años hacia el incremento en el número promedio de faltas y en el porcentaje de estudiantes que muestran situaciones problemáticas respecto de la asistencia”.

La “intención principal” del informe es “poner de relieve, llamar la atención sobre un problema que”, según Unicef, “no ha recibido la atención que amerita, con base en la evidencia empírica que pudo reunirse y en la formulación de un conjunto acotado de preguntas relevantes”.

De esta manera, el documento es presentado también como “un puntapié inicial para una amplia discusión pública en torno al ausentismo escolar y a las posibles estrategias de mejora, antes que un compendio de conclusiones definitivas al respecto”.

¿Cómo se ve el ausentismo?

A pesar de que Unicef reconoce que “el ausentismo problemático no es la única señal de preocupación de la educación uruguaya”, aseguran que tiene “un estatus especial”. En ese sentido, resaltaron la necesidad de la asistencia regular para el logro escolar.

“La asistencia regular de todos los estudiantes a lo largo de toda la trayectoria es un desafío crítico para la mejora del sistema educativo, equivalente, en cierto sentido, a lo que supuso en el pasado la incorporación de todos los sectores de la población a la educación formal, primero en el nivel de la enseñanza primaria y gradualmente en la educación media”, manifestaron.

En ese contexto, tal y como ya antes habían esbozado, consideraron que el ausentismo problemático se trata de “un riesgo severo, un obstáculo básico para las trayectorias, incluyendo aspectos esenciales como la progresión en tiempo, el desarrollo de los aprendizajes esperados y la culminación de los ciclos obligatorios y, en general, la posibilidad de aprovechar la escolarización”.

Atacar la problemática, sin embargo, no es tarea fácil. Unicef subrayó que se trata de un “desafío grande”, no sólo por “la magnitud” del ausentismo sino también “por su complejidad”, lo que, en suma, aseguran que “contrasta con la acumulación comparativamente escasa de investigación y conocimiento sistemático en el país sobre el problema, sobre su naturaleza y las diversas formas que asume, sobre sus diferentes causas y su interacción, en definitiva, sobre las estrategias posibles para enfrentarlo”.

Dentro de esta complejidad, también está el hecho de que el ausentismo no es sólo faltar sostenidamente a clase, sino que se debe a “barreras económicas y materiales, a aspectos de tipo motivacional, a creencias relativamente extendidas entre los estudiantes y sus familias —en particular, sobre la importancia de ir a clases y sobre las consecuencias de no hacerlo—”.

Asimismo, Unicef toma como otras variables “la ineficacia de la normativa que regula la asistencia escolar o la insuficiencia de los recursos existentes —especialmente humanos— para favorecer su cumplimiento efectivo, los problemas, reales o percibidos, de convivencia y de violencia, directa o indirecta, en los centros educativos y su entorno, entre varios otros”.

¿Cómo atacar el problema?

Debido, justamente, a la complejidad del asunto, en el informe Unicef asegura que “los liceos —las escuelas, las escuelas técnicas— no pueden, por sí mismos, dar respuestas satisfactorias al ausentismo problemático”. En ese sentido, manifestaron la necesidad de que haya “una interacción estrecha tanto con estamentos más agregados del propio sistema —unidades territoriales de nivel departamental, unidades centrales— como también con otras unidades del Estado —políticas sociales, de salud— y con diversos actores sociales —instituciones locales, centros de educación no formal, organizaciones no gubernamentales, etcétera—”.

Asimismo, propusieron seis principios “orientadores” para intentar revertir los problemas del ausentismo escolar. En primer lugar, el “principio de personalización”. Si bien aseguraron que “ninguna propuesta educativa o plan de mejora puede ser exitoso sin definiciones, procedimientos y acciones adecuados de carácter general, transversal a todos los centros y a todos los estudiantes”, resaltaron la necesidad de que se establezcan “estrategias personalizadas de apoyo, complementarias a las acciones regulares que se desarrollan para el conjunto de los estudiantes”, específicamente sobre los que presentan una situación de riesgo de ausentismo escolar.

En segundo lugar, plantearon el “principio de oportunidad”, es decir, que “cuanto antes se logre identificar el riesgo y actuar en consecuencia, mejor”. Para ello, recomiendan generar alertas “en tiempo real” y, en paralelo, elaborar estrategias que prevengan el recrudecimiento del ausentismo para cuando haya una circunstancia que presente señales de que ello puede llegar a suceder. De hecho, especificaron que “es posible predecir situaciones de inasistencia problemática con base en información sobre la asistencia en las primeras semanas de clase —horizonte anual— e, incluso, con base en el comportamiento de los años y ciclos anteriores —mediano plazo—”.

La tercera recomendación refiere, concretamente, a que “las respuestas y estrategias de apoyo pueden ser adecuadas y oportunas, pero, aun así, insuficientes, entre otros motivos, debido a su intensidad”.

Por otra parte, en el informe se señala que “si el ausentismo problemático refleja un comportamiento relativamente sostenido en el tiempo, las respuestas no pueden ser de carácter puntual, sino que requieren acciones continuadas, más que puntuales, tan sostenidas como sea necesario”.

La “multidimensionalidad” es el quinto principio sugerido y señala que “las respuestas a problemas heterogéneos no pueden ser homogéneas”. Por último, se llama a implementar protocolos “de actuación de carácter más general, definidos, por ejemplo, a nivel central”, que podrían ser “una buena contribución, de carácter complementario, a las acciones locales”.