En memoria del Tola Invernizzi.

“Fetichismo tecnológico educativo” le llama el profesor Alexis Capobianco 1 a la creencia de que la tecnología va a resolver por sí sola los problemas pedagógicos. Los recientes sucesos en el liceo José Luis Invernizzi de Piriápolis son un ejemplo de ese fenómeno.

El llamado “ausentismo” no se resuelve con reconocimiento facial. Es un problema que debe encararse desde una mirada pedagógica: se necesitan más adscriptas y adscriptos, equipos multidisciplinarios y, sobre todo, participación democrática en la construcción de soluciones. La creativa resistencia de los y las estudiantes del citado liceo ha hecho honor a su nominación. Tola Invernizzi fue un docente de la Escuela de Bellas Artes cuya bondadosa bohemia es legendaria.

La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) ha sido sorda a los planteos del movimiento estudiantil. Ahora se pretende que, a través de la recopilación de datos biométricos, los y las estudiantes concurran a los centros de enseñanza media y tengan deseos de estar en ellos. Es posible que la “solución” buscada haya quedado sepultada por el fracaso social y político, que debemos atribuir a la lúcida reacción de la ciudadanía del balneario de Maldonado. Estudiantes, familias y docentes estuvieron a la altura de las circunstancias.

¿Cuál es la solución? Es difícil decirlo. Para empezar, la construcción del segundo liceo de Piriápolis es un paso importante. Ahora, lo que hay es, además del “casco” original del centro educativo, un laberinto de aulas prefabricadas que atenta contra las condiciones imprescindibles para la enseñanza y el aprendizaje. El reclamo es de larga data y ha chocado con las restricciones presupuestales.

Y, si de restricciones hablamos, la falta de equipos multidisciplinarios, el exceso de estudiantes por grupo, el insuficiente número de adscriptos y adscriptas, así como la flexibilización reglamentaria extrema, son algunos de los elementos que podrían explicar por qué los estudiantes faltan. Y eso sin considerar la gran cantidad de problemas que se arrastran de la vida cotidiana y que por conocidos no enumeramos.

Es por lo menos ingenuo pensar que la tecnología y la recolección de datos personales va a resolver el problema. La solución es pedagógica. Y eso no implica que despreciemos la tecnología al servicio de la enseñanza. Cuando comenzó el Plan Ceibal, que fue un importante avance, había quien creía que se solucionarían mágicamente los problemas educativos. La historia demostró que no es así, pero las y los docentes de todo el país han sabido utilizar la tecnología como elemento de apoyo para la enseñanza y también el estudiantado ha logrado mejorar sus aprendizajes con esa herramienta. Pero sin el contacto humano la tecnología no construye conocimiento ni convivencia.

El llamado “ausentismo” no se resuelve con reconocimiento facial. Es un problema que debe encararse desde una mirada pedagógica: se necesitan más adscriptas y adscriptos, equipos multidisciplinarios y, sobre todo, participación democrática en la construcción de soluciones.

El episodio de Piriápolis no es un hecho aislado. Muestra que la asignación de recursos es una condición necesaria –aunque no suficiente– para intentar resolver los problemas educativos. Eso nos permite introducirnos en un tema central: el 31 de agosto el Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP entregó su proyecto de presupuesto quinquenal, que se elaboró sobre la base de llegar al 6% del producto interno bruto, como dice el programa del Frente Amplio. En la actualidad, las dos terceras partes del presupuesto educativo corresponden a la ANEP, por lo que se trabajó para llegar al 4% para el mayor ente educativo del país. En la actualidad, el porcentaje del producto que le corresponde es de 3,27. Proponemos lograr escalonadamente, desde 2026 hasta 2029, aumentar 0,73%. Los cinco integrantes del Codicen votamos unánimemente esa propuesta.

Lamentablemente, el mensaje presupuestal del gobierno no llega ni a la tercera parte de lo propuesto por la ANEP. Esa diferencia será resuelta por el Parlamento. Sin ignorar las dificultades que presenta la economía, esperamos sensibilizar a los y las representantes para que se acerquen lo más posible a nuestra propuesta. Sin una dotación presupuestal acorde a las necesidades será muy difícil mejorar los resultados educativos, en los que se reflejan las injusticias sociales.

Existen, además, otros temas clave en la agenda educativa. En estos días estaremos conociendo los avances en la revisión de la Transformación Curricular Integral, tema que se está tratando en grupos de trabajo en los que las Asambleas Técnico Docentes juegan un importante papel. Según lo que conocemos de los pronunciamientos de las asambleas nacionales, la inmensa mayoría de los docentes del país se han manifestado por avanzar más allá de lo que la llamada “hoja de ruta” proponía. Plantean superar de raíz el brutal experimento pedagógico que se llevó adelante en el quinquenio anterior. A nuestro juicio, ese es el camino para lograr mayor involucramiento de estudiantes y docentes en el proceso educativo, lo que seguramente ayudará a ir superando los asuntos que nos preocupan.

Eso debería ir acompañado del avance democratizador que implica dejar de lado la estructura que la ley de urgente consideración dio a la ANEP, volviendo a los consejos de tres miembros en Primaria, Secundaria y UTU, con un consejero electo por los docentes en cada uno de ellos. Aquí también el Parlamento tendrá la palabra.

Si, como dice el preacuerdo al que llegaron el Codicen y la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza del Uruguay en el Ministerio de Trabajo, los sindicatos participan en la discusión de los temas de política educativa, el involucramiento se ampliará y generará más posibilidades de mejorar la convivencia en los centros.

Agreguemos a ello la participación de la familia y la comunidad local en la preocupación por la mejora educativa, lo que seguramente contribuya a lograr mejores ambientes en los centros y mejorará la asistencia. Si logramos que el próximo año el Congreso Nacional de Educación convoque a la sociedad para discutir el futuro de la educación pública y crear un plan nacional, seguramente lograremos avances.

Hay quienes caen en el fetichismo tecnológico educativo y subestiman la capacidad de los docentes y las comunidades educativas. Es un error que se puede corregir dotando a la educación de recursos presupuestales, a la vez que se democratiza cada vez más todo el sistema. Los y las estudiantes, docentes y la comunidad del liceo José Luis Invernizzi han dado una lección que debe ser atesorada.

Julián Mazzoni es consejero electo por el orden docente en el Codicen de la ANEP.


  1. Alexis Capobianco: Fetichismo tecnológico y educación. kalewche.com/fetichismo-tecnologico-y-educacion.