El jueves 10, por la noche, el aeropuerto de Buenos Aires lucía bastante distinto a lo habitual: durante todo ese día y el anterior, cientos de mujeres y disidencias fueron llegando para viajar a San Salvador de Jujuy, la ciudad elegida este año para realizar el 37° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries de Argentina.

Los vuelos también tuvieron su particularidad: “Aerolíneas no se vende”, se cantaba en cada avión que despegaba, y al aterrizar se escuchaba al piloto correrse del protocolo para agradecer a las pasajeras por el apoyo. Escenas que describen la compleja realidad que se vive hoy en Argentina y gestos que contrastan con la crueldad, el individualismo y la constante pérdida de derechos que avanzan al igual que el hambre y la pobreza que sacude a más de la mitad del país que gobierna Javier Milei.

Un freno al fascismo

Por la mañana del viernes 11 se realizó el acto de apertura del encuentro en el mismo lugar donde el año pasado se llevaron detenidas a más de 100 personas en el marco de la insurrección popular ante la reforma inconstitucional del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, que proponía cederles tierras jujeñas a las grandes empresas extractivistas y perjudicar así la vida y los salarios de gran parte de la población local. La Comisión Organizadora del Encuentro hizo mención a eso y también aclaró que la persecución política en la provincia viene desde tiempo atrás, con la detención de la dirigente Milagro Sala.

Luego se expusieron las principales demandas del encuentro: contra el hambre y la desocupación que se está viviendo en todas las provincias argentinas, el repudio a la represión, la violencia y la criminalización de la protesta, y las políticas criminales de Milei, que afectan con mayor fuerza a mujeres, disidencias, niñeces y adolescencias.

“Milei avanza sin piedad con un plan de destrucción del país, que incluye la privatización de empresas públicas y la implementación de un ajuste feroz, expresado fundamentalmente en la Ley Bases y en el Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones, que ataca de manera directa a todos los territorios y sus bienes comunes”, afirmaron.

También se exigió la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral en todo el país, se repudió el cierre del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, la falta de alimentos en los comedores, los femicidios –Jujuy es la provincia con más casos del país–, el triple lesbicidio de Barracas, y se volvió a reclamar la aparición con vida del joven trans Tehuel de la Torre.

Además, se denunció “la complicidad del gobierno nacional con los genocidas de la última dictadura cívico-militar” y se llamó a frenar con el fascismo que avanza a nivel mundial, “especialmente en Medio Oriente, donde se viene realizado un genocidio atroz contra el pueblo palestino”.

El corazón del encuentro

Los talleres son desde siempre el corazón de los encuentros: allí se arman debates, reflexiones, se comparten vivencias y se construyen líneas de acción, iniciativas y consensos frente a las distintas problemáticas. Este año tuvieron 16 ejes y compartieron premisas en común, como por ejemplo el avasallamiento de las políticas públicas del gobierno nacional, el hambre y la desocupación, la organización del trabajo y las problemáticas de los pueblos originarios.

“Es imposible seguir produciendo si nos dejan sin políticas públicas; la gente se queja de los precios de los productos, pero nosotras tenemos que pagar todo a precio dólar y así se nos vuelve imposible mantener nuestro trabajo”, expresó una participante que trabaja en la zona rural de la provincia de Santa Fe.

“Lo que hace el Estado no tiene nada que ver con la falta de presupuesto. Quieren que dejemos de producir para poder desalojarnos de nuestras tierras, darles todo a las empresas multinacionales extractivistas y que nosotras terminemos trabajando como peonas”, denunció otra trabajadora de Río Negro.

En los talleres sobre pueblos indígenas y sus territorios, mujeres de las provincias de Jujuy y Santa Fe también denunciaron la vulnerabilidad que atraviesan frente al desalojo de sus tierras y el corte de suministros a los comedores comunitarios. “Los comedores no dan abasto. Es muy contradictorio que en Argentina produzcamos alimentos para darles de comer a diez países y que no tengamos nada para alimentarnos a nosotros mismos”, afirmaron.

Las trabajadoras sexuales también estuvieron presentes en los talleres: “Si decís que sos trabajadora sexual te discriminan en todos los organismos de salud”, expresó una integrante de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar). “Uno de nuestros mayores problemas es que no tenemos obra social, porque nuestro trabajo no está reconocido”, denunció otra participante.

Más allá de todas las dificultades planteadas, la mayoría coincidió en la importancia de la organización y la unión colectiva para enfrentar las políticas de hambre de este gobierno.

Ceremonia ancestral

Otra actividad clave del encuentro fue la Asamblea de Feministas de Abya Yala. Allí, desde hace años, distintas referentes indígenas de América Latina realizan una ceremonia para reencontrarse y alzar la voz por la defensa de la vida y de los territorios ancestrales.

A la vera del río Xibi Xibi, sobre el valle verde y las rocas, rodeada por los sahumos de hierbas naturales, la activista guatemalteca Lolita Chávez realizó un ritual espiritual para que se deje de dañar a la naturaleza. También hizo un llamado de unión a todas las feministas: “No podemos decir que estamos juntas si nos ven divididas, si nos ven solas. Solas nunca más”.

Además, en lo que fue uno de los momentos más conmovedores de la asamblea, Chávez convocó al espíritu de la recientemente fallecida madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, para recordar su fortaleza, su lucha y su capacidad para unir a las compañeras, más allá de las diferencias.

También participó la machi Betiana Colhuan, de la provincia de Río Negro, para visibilizar la situación que atraviesan las mujeres mapuches, que son constantemente perseguidas y criminalizadas para ser despojadas de sus tierras: “A las mujeres originarias nos llaman violentas, pero nosotras somos las primeras en ser violentadas en este territorio. Vamos a seguir luchando porque tenemos dignidad, la heredamos de nuestras abuelas. Nuestras tierras y nuestra cultura no están en venta”.

Un antes y un después

Se estima que más de 80.000 personas participaron en el encuentro. Muchas de ellas vinieron desde distintos puntos del país viajando días enteros para poder llegar. En tres días intensos se realizaron 103 talleres, se expusieron más de 200 proyectos culturales, hubo diversos festivales y ceremonias ancestrales, un pañuelazo por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, una marcha contra los travesticidios y transfemicidios, y una marcha de cierre que tuvo una concurrencia multitudinaria.

Hay una frase que, desde hace años, repiten las participantes cuando regresan a sus ciudades: “A los encuentros plurinacionales vas de una manera y volvés de otra: después de vivir esa experiencia, nunca más volvés a ser la misma”.

Y posiblemente algo de eso debe ser cierto, porque a pesar de que Argentina está viviendo el peor contexto en muchos años, contra viento y marea las feministas se siguen encontrando para marchar, reafirmar la lucha, reflexionar, fortalecerse, bailar y, sobre todo, organizarse en torno a un objetivo en común: la búsqueda incansable de la libertad. La verdadera, y no la que el mercado, el fascismo y el patriarcado pretenden imponer.