Esta semana se suicidaron dos policías. La muerte de una mujer policía que se pegó un tiro en su casa coincidió con la convocatoria del Sindicato de Funcionarios Policiales de Montevideo (Sifpom) a una actividad sobre salud mental y prevención del suicido en la Policía, que tuvo lugar el miércoles en la sala Acuña de Figueroa del edificio anexo José Artigas del Parlamento. A menos de 24 de horas de finalizada la actividad, otro policía se mató de la misma forma mientras cumplía tareas asociadas al servicio 222.
La Policía interactúa con toda la letalidad de la sociedad: asiste a todos los suicidios que ocurren en el país, así como a los homicidios, los femicidios, los accidentes de tránsito fatales y los casos de fallecidos sin asistencia.
El panel del evento estuvo integrado por Patricia Rodríguez, presidenta de Sifpom; el comisario retirado Flavio Cuña; Federico del Castillo, antropólogo especializado en el estudio de la Policía; el psicólogo Alejandro de Barbieri; y la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón.
En el público había varios legisladores: Guido Manini Ríos, Raúl Lozano y Elsa Capillera, de Cabildo Abierto; Graciela Bianchi y Gonzalo Mujica, del Partido Nacional; Ope Pasquet, del Partido Colorado; Verónica Mato, Daniel Caggiani y Lucía Etcheverry, del Frente Amplio. La actividad fue acompañada por Pablo Mieres, ministro de Trabajo y Seguridad Social.
En la presentación del panel, Rodríguez dijo que la salud mental y el suicidio son “dos causas que nos preocupan mucho” y respecto de las cuales “hace muchos años que venimos viendo qué soluciones podemos darle al tema”. Para la presidenta del Sifpom, la actividad fue un “puntapié” para visibilizar el tema y que se discuta en profundidad. “Hay que entender al policía y su función para entender el tema. Si ahondamos en la problemática de lo que es ser un funcionario policial vamos a entender mejor”, señaló. El acoso laboral y sexual que muchas veces atraviesa el funcionariado policial son componentes importantes en estas situaciones.
Habló sobre las certificaciones médicas. En 2020, el Ministerio del Interior emitió 47.742 certificaciones, de las cuales 8.394 corresponden a certificaciones psiquiátricas: 17,6% del total.
Rodríguez considera importante establecer “un mapa de ruta que no se base en cifras sino en causalidades”. “Los funcionarios ingresan sanos y se enferman en el transcurso de sus años de trabajo”, aseguró. Y afirmó que “algunos logran revertir estas afecciones”, mientras que “otros no pueden seguir trabajando y se jubilan por causal o se van de baja”.
El estigma y la discriminación a las y los policías que se certifican por problemas de salud mental “es algo a trabajar”. “Muchas veces no se consulta a tiempo para no ser motivo de discriminación. Por no hacerlo a tiempo, se certifican más tarde y por más tiempo”, explicó Rodríguez. “Muchas veces esas demoras llevan a situaciones de suicidio, que afectan a las familias y a los compañeros de trabajo porque muchas veces los suicidios se dan frente a sus compañeros, lo que afecta directamente”, explicó. Por eso, para Rodríguez “hay que formar para que se entienda que cuando un compañero lo necesita tiene que certificarse”. “Hay que desestimular los prejuicios”, enfatizó.
La presidenta del Sifpom recomendó el cruce de datos con el Banco de Previsión Social para evitar el “abuso en las certificaciones”. “No puede ser que alguien esté sano para una tarea y enfermo para otra actividad privada”, señaló.
Finalmente, anunció que desde Sifpom van a presentar un proyecto de ley para la prevención del suicidio en policías.
A su turno, Argimón dijo que el paradigma para encarar el tema de los suicidios ha cambiado. “Antes se hablaba poco por el efecto que podía surgir en la sociedad”, aseguró. Pero hoy se habla de forma pública.
La vicepresidenta de la República reconoció “la valentía de un sindicato que conoce lo que pasa”, y dijo: “Vamos a apoyar todas las instancias que sean necesarias para abordar este tema de forma profesional para que todos nos acerquemos como sociedad”. En nombre de todos los legisladores, aseguró: “Estamos dispuestos a apoyar en todo lo que sea necesario para contribuir desde nuestro lugar”.
“El Estado no cumple su rol”
Flavio Cuña, comisario retirado con una maestría en Planificación Estratégica, manifestó que “el Estado no cumple su rol y hay una omisión en llevar adelante políticas de prevención”. Citó al fallecido exdirector de la Policía Nacional Julio Guarteche, quien afirmaba que “por cada policía que muere en acto de servicio, otros cuatro se suicidan”. También señaló que “la tasa de suicidios de policías en Uruguay es diez veces mayor que en Estados Unidos”.
Habló del impacto que genera que la Policía actúe en 100% de los casos de suicidio: “No hay un solo suicido que ocurra sin que la Policía tenga intervención. Llega al lugar, revisa la escena, da la noticia a la familia y después se queda tres o cuatro horas en la escena”. Afirmó que si bien “es propio de su función”, también debería serlo “que se dé una correcta atención después de eso”.
Cuña considera que las omisiones del Estado son múltiples: “No se cumple con la ley vigente, no se promulgó una política pública, no se destinan fondos, no se creó un organismo que trabaje en esto, no se destinaron fondos, no se llamó a ministros a responsabilidades, no hay interés político ni parlamentario”. El comisario retirado aseguró que “no es una cuestión partidaria, de oligarquía o pueblo, de ricos o pobres, de derecha o izquierda”.
Para terminar, analizó los programas de gobierno presentados por algunos partidos políticos durante la última campaña electoral. Según comentó, el Frente Amplio menciona dos veces la palabra “suicidio” y “no lo hace aludiendo a la necesidad de prevención”. El Partido Nacional también lo menciona dos veces y en el mismo sentido. Por su parte, Cabildo Abierto lo menciona únicamente respecto de los adultos mayores, y el Partido Colorado, si bien dedica una parte del programa a los suicidios, “no lo hace como una problemática de política pública”.
“La muerte es un fenómeno muy presente”
Del Castillo se dedica desde hace años a investigar la Policía en Uruguay. Comentó tres casos que demuestran la precarización, la hostilidad de las condiciones laborales y la cotidianidad de la muerte. Según el antropólogo, la Policía “responde a infinidad de hechos para los cuales muchas veces no está preparada”. “La muerte es un fenómeno muy presente”, asegura. Y ejemplifica: “Honran a sus caídos, tienen sus mártires, les preguntan si están dispuestos a morir”.
Afirma que las condiciones de trabajo son “hostiles”: “Antes tenían arresto a rigor, ahora tienen sanciones pecuniarias [económicas]. Hay persecución sindical. Hay acoso laboral y sexual. Las condiciones laborales son muy malas. Pueden resultar heridos y enfrentan burocracias administrativas para dar respuesta a eso”.
Las jornadas laborales también son particulares para la función policial: “Los horarios son desgastantes en jornadas consecutivas: algunos tienen jornadas de 24 horas por 48 de descanso”. Otros trabajan una semana sí y otra no, desplazándose por todo el país para repartir el tiempo entre el trabajo y la vida extralaboral.
Del Castillo plantea que “el desborde emocional aparece”. Asegura que falta apoyo de los superiores: “Usted tiene que venir a trabajar en este horario. Cómo llega no me interesa”. Explica que “muchos policías hacen dedo en la ruta para llegar a sus trabajos”.
Definió a Uruguay como “la capital del suicidio” y aseguró que “la dimensión del suicidio en la Policía es mayor que en el resto de la población”, ya que la tasa de suicidios es bastante más alta que la media general.
La separación entre lo civil y lo policial
Del Castillo encuentra una clave en la forma en que la Policía concibe a la sociedad civil: “La Policía se concibe separada de la sociedad civil. Conciben su forma de vida de manera diferente al resto de las personas”. “Ser policía requiere abandonar cosas de la vida civil”. El antropólogo explica que “se establecen categorías con las que interactúan pero a las que no pertenecen: vecinos, hinchas de fútbol, delincuentes, jueces, etcétera”.
Los policías se autoperciben en la sociedad en un lugar de tensión, problemático: “Reciben órdenes de los fiscales, consideran que los jueces ‘largan a los delincuentes a los que ellos captan arriesgando sus vidas’, y la gente que cuidan poniendo sus vidas en riesgo les tira piedras”.
Si bien señala que “los policías son personas, mandan a los hijos a las mismas escuelas, miran fútbol, votan”, la institución “genera una separación” y tiene “un peso muy fuerte”. “La vida policial pasa a ser la vida social. Todo está mediado por la Policía: familia, rutina, tiempo libre”.
Habló sobre la separación entre lo civil y lo policial y ejemplificó como el extremo de esto el régimen de internado que separa en tiempo y espacio a la Policía del resto de la sociedad. También hace referencia al uniforme: “Estar uniformado separa”. Además, asegura que la disciplina policial trasciende el ámbito laboral: “Están mandatados por la institución sobre qué hacer cuando salen, en sus tiempos libres”. En este sentido, dice que “la excepcionalidad policial promueve abusos en los policías, porque tienen que aceptar todo”.
“La indivisibilidad de la tarea también habilita estas situaciones”, dijo, y agregó que “la vida policial no tiene el lujo de terminar el día y separar la tarea”. Planteó también que “hay dificultades para acoplar la vida personal”.
Además, apunta que la institución está presente durante toda la vida. “La vocación policial está presente desde muy temprano, los niños que maman porque sus padres son policías y cuando se retiran también siguen siendo policías”. Más allá del pasaje a retiro, “uno es policía para toda la vida”.
“El sacrificio es la identidad policial”. Hay un “valor moral asociado al sacrificio”. “La función está definida como sacrificada y esto es valorado positivamente. Puso como ejemplo los recientes intentos por cambiar el sistema de ascenso en los grados más bajos de la Policía. Los actos “de arrojo” son considerados “algo positivo”. “Los policías sacrifican sus propias vidas” y eso “se valora”. “Esa posición que los policías perciben de sí mismos encarna sacrificio”, analiza. Cabe recordar en este marco el juramento policial: “Juráis por vuestro honor defender a la patria, la Constitución y las leyes de la nación con la práctica constante de una vida digna consagrada a cumplir vuestro deber de tutelar el orden de la República aun con el sacrificio de vuestras propias vidas?”.
Además, planteó como dificultad que “los policías no se consideran trabajadores”. “No es la imagen que muchos policías tienen sobre sí mismos”, comentó. Y destacó el rol de los sindicatos en este marco.
Del Castillo dijo que si bien “se habla mucho del respaldo a la Policía, algo que caracterizó a la gestión de Jorge Larrañaga [exministro del Interior]”, esto es “una política de Estado”. “Se intenta demostrar respaldo a la Policía desde que Guillermo Stirling era ministro del Interior [entre 1998 y 2004]”. También asegura que fue primordial para el Frente Amplio y que la coalición de gobierno también “ha buscado demostrar esto”. “Es una continuidad que demuestra el interés para que la Policía se jerarquice”, explica.
El antropólogo especializado en analizar a la Policía en Uruguay sentenció que “el respaldo a la Policía no tiene que ver con disposiciones gestuales, retóricas u operativas, sino con dignificar la función policial”.
“La vara más dura se quiebra más fácil”
De Barbieri hizo alusión a las diferencias de género en la cuestión de los suicidios. Si bien más mujeres intentan matarse, son más los varones que lo hacen. En este sentido, dijo que hay un estigma respecto de las consultas: “Es un atentado a la virilidad consultar, es de poco hombre”. Sentenció: “La vara más dura se quiebra más fácil”. “Eso se aplica a la Policía, ese mandato puede ejercer un psiquismo que hace que se quiebren fácilmente”, explicó. El psicólogo dijo que “por eso es importante habilitar la escucha para que la persona consulte, y mientras no se dé eso, todos somos sostenes”.
Finalmente, afirmó que “el suicidio es una solución permanente para un problema que podría ser transitorio”, y habló sobre el mito que implica decir que “hablar de suicidio lo incita”. “Ya la Organización Mundial de la Salud aplica el hashtag #hablemos para tratar el tema”.
Concluyó con “un mantra que aplica para policías para manejar el estrés: me puedo enojar pero no descontrolar”.