El fiscal de Flagrancia de 9° turno, Fernando Romano, conversó con la diaria sobre los incidentes en el partido del domingo pasado entre Wanderers y Nacional, y explicó qué busca con las citaciones a Fiscalía. También habló sobre el rol de los dirigentes y los clubes en la violencia en el fútbol, y señaló que en el último clásico las banderas y las bengalas ingresaron antes de las 9.00 a las tribunas de Peñarol y Nacional.

Romano señaló que el clásico de Maldonado, en el que el jugador Nicolás Schiappaccase fue detenido con un arma, se “tenía que jugar” por los intereses de la televisación y advirtió que si no se hubiera incautado el arma, “seguramente hubiese pasado algo” fuera del estadio.

Para Romano, la violencia tolerada dentro de una cancha de fútbol es menor que hace tres décadas porque el contexto en el que se da es mucho más violento, y expresó que está “cansado” de escuchar cantos que reivindican asesinatos.

¿Cómo se enteró del incidente del partido y por qué decidió actuar?

El domingo estaba de turno. En el momento en que estaba finalizando pongo el partido y veo todo el incidente y la repetición. En ese momento tomé la decisión de comunicarme con uno de los oficiales de la Unidad de Análisis en la Violencia en el Deporte y manifestarle mi inquietud y, si había registros fílmicos o fotográficos, la posibilidad de conseguirlos, igual que el el VAR, que también nos puede dar una mano para identificar personas que hubieran participado, no en el tumulto sino en las agresiones.

¿Usted tenía la zona del Parque Viera en el turno?

Tengo asignada la zona que abarca de la Seccional 19 a la 24, más el departamento de investigaciones de la zona y otras dependencias, como la Dirección General de Información e Inteligencia Policial, la Dirección General de Lucha contra el Crimen Organizado y Violencia en el Deporte.

Además, trabajo mucho con Violencia en el Deporte a partir de lo que sucedió con Peñarol en diciembre (con los cánticos durante los festejos del campeonato uruguayo). En esa oportunidad nos vinculamos con los oficiales y estamos trabajando en torno a muchas noticias; los oficiales están muy a gusto de trabajar con nosotros y a la vez yo estoy muy a gusto de trabajar con ellos, que tratan de hacer lo mejor posible la tarea. El domingo estaba de turno, entendí que no era un tumulto, que existía algo más que eso, más allá de la provocación que pudo haber hecho el jugador de Wanderers, que creo que fue desatinada; aunque pidió disculpas, no corresponde a un jugador profesional festejar como festejó. Acá hay que dar mensajes claros; en diciembre les saqué amarilla a varios jugadores de Peñarol, ahora les voy a sacar amarilla a varios jugadores de Nacional, y la próxima vez va a haber roja directa.

¿Eso significa pedir la formalización del proceso?

Exactamente.

¿Su actuación en cuestiones que surgen en el ámbito del fútbol se debe a que su zona está vinculada al departamento de Violencia en el Deporte?

Ahora sí. En diciembre la zona no estaba vinculada a Violencia en el Deporte, pero tomé el caso de oficio porque entendía que alguien tenía que trabajar lo que se había producido en los festejos de Peñarol. Soy parcial de fútbol y uno va al estadio, y estoy cansado de escuchar canciones referidas a la muerte y ver familias que festejan eso, sin darse cuenta del contenido de lo que están cantando.

“En diciembre le saqué amarilla a varios jugadores de Peñarol, ahora le voy a sacar amarilla a varios jugadores de Nacional y la próxima vez va a haber roja directa”.

¿Cree que tuvo algún efecto la actuación de diciembre?

Considero que algo se logró, aunque no lo que uno quisiera. Creo que desde el punto de vista conceptual llegó el mensaje y estos cantos no se están dando en las tribunas. A los últimos partidos de Peñarol la barra de percusión no fue; no sé si hay una desvinculación con los dirigentes, si hay desacuerdo o hay algún problema, pero no están yendo. Puede ser que la gente de las tribunas haya tomado un poco más de conciencia, todavía no lo puedo asegurar. Se está cantando algunas canciones de muerte en los partidos de fútbol playa y en el basquetbol; en el partido de Nacional había tres banderas que hacían referencia a la muerte de [Hernán] Fiorito y a dos muertes más de hinchas de Peñarol.

En el caso Fiorito llama la atención la inserción social que tenían las personas que fueron condenadas.

Creo que ahí sí, tal vez hubo responsabilidades de los propios clubes.

¿Qué rol juegan los clubes y la dirigencia en ese esquema?

Algún rol juegan, tienen que hacerlo, porque si no uno no se explica cómo ingresan las bengalas o cómo ingresan determinadas banderas. En el último clásico había una bandera en la tribuna Cataldi en la que había un skate roto: eso iba dirigido a la barra del skate de Nacional, se había roto por la muerte de uno de los integrantes de la barra de Nacional. Después tenemos estas banderas en un partido de básquetbol que hacían referencia a las muertes de hinchas de Peñarol. Estamos trabajando para ver si podemos identificar a los autores para al menos enviarlos a la lista negra y que no puedan ingresar a ningún espectáculo deportivo.

La idea es dar el mensaje de que hay un delito en esas manifestaciones.

Hay un delito que se llama apología. Hubo varios hinchas de Peñarol que fueron formalizados cuando sucedió lo que pasó en los festejos, que empezaron a tuitear festejando la muerte, y no eran barras, eran parciales que tenían una cuenta de Twitter. A la barra no la vamos a intimidar con formalizaciones, hay que entrarle de otra forma; es mucho más complejo porque puede haber vínculos a los que es difícil llegar.

Por ejemplo, en el último clásico el cuerpo de Violencia en el Deporte fue a las 9.00 al Campeón del Siglo y las banderas y las bengalas ya habían entrado; también ingresaron las bengalas en la tribuna de Nacional. ¿Cómo ingresaron? ¿Quién permitió el ingreso?

Usted dice que ahora les sacó amarilla y después les sacará roja. ¿Corresponde que un fiscal haga eso, que dosifique las imputaciones en su actuación?

Lo que uno trata de hacer es no judicializar ni penalizar todas las conductas, porque pensamos que tampoco colaboraría en el ánimo general. Pensamos que el mensaje tiene que llegar claro a los protagonistas principales del espectáculo para que estos puedan trasladar a los parciales. No hay que olvidar lo que sucedió en México hace poco, donde en un estadio se produjeron más de 20 muertes; eso sucedió entre parciales de dos equipos mexicanos que aparentemente nunca habían tenido problemas. Hay que reflexionar que tal vez no se está tan lejos de eso, y si en la sexta fecha de este Campeonato Apertura ya se están produciendo estos incidentes, quisiera saber cómo va a transcurrir el campeonato cuando se llegue a las últimas fechas y haya que dilucidar tanto un campeón como un club que desciende.

“A la barra no la vamos a intimidar con formalizaciones, hay que entrarle de otra forma, es mucho más complejo porque pueden haber vínculos a los que es difícil llegar”.

Si uno compara lo sucedido con otros incidentes, como el generado a raíz de la expulsión de Enrique Peña en el clásico de 1990, fue mucho más agresivo que lo que ocurrió el domingo. ¿Por qué hay necesidad de subir la vara en cuanto a la violencia tolerada en la cancha?

Porque el contexto es distinto, la época es diferente, no se puede comparar. En aquel momento en que se produjo aquella gran piñata, que fue antes del Mundial de Italia, la sociedad no estaba tan violenta como está ahora. Si bien las barras existían y había habido muertos, esta violencia que vos ves en la parcialidad, ya no en un grupo, parece un efecto de la propia sociedad que estamos viviendo y se refleja más en un lugar como el fútbol. Después hubo otra cuando Julio Ribas dirigía a Peñarol, que jugaba [Richard] Morales en Nacional, y después una en 2014, pero los contextos son distintos. Estamos elevando la vara, es verdad, aunque en aquel entonces hubo varios procesamientos y hubo cárcel para algunos jugadores.

Estaba previsto que esta semana declararan algunos involucrados en el incidente del domingo.

El departamento de Violencia en el Deporte nos manifestó que estaban preparando la seguridad para el partido de Uruguay, tratando de que el partido transcurriera de la mejor manera posible, entonces no le dan los tiempos para citarlos. Seguramente la semana que viene se trabaje todo el tema; vamos a citar a los jueces, vamos a pedir las cámaras del VAR y el informe confidencial que el juez y el veedor elevan a la Asociación Uruguaya Fútbol.

Por lo que usted dice, se prioriza el contexto y no se analiza si lo que hicieron encuadra o no en el delito de riña. Pese a que aún no declararon, ya está determinado que no se va a pedir la formalización.

Es así. En estos momentos una formalización no sería lo más atinado, no porque no pueda imputar. Creo que hay que mandar el mensaje para que desde el lugar de los protagonistas se pueda traducir un mensaje de paz; si no, ¿de qué sirve que los jugadores vayan con una bandera entre los dos equipos manifestando no violencia en el deporte?

Algunos me cuestionaron en enero cuando dije que el partido clásico en Maldonado no se debería haber jugado, como opinión personal, porque entendía que no era conveniente por los antecedentes que había en Maldonado. Me cuestionaron, me dijeron que no había ningún fundamento para decir que no había condiciones para jugar. Lo que pasa es que el partido se tenía que jugar porque hay una vinculación porque hay intereses económicos detrás.

“Yo no me llevo ninguna cocarda por mandar gente a prisión, cumplo con mi trabajo, trato de ser profesional y ser humano en la medida de lo posible. No tengo nada para festejar al final del día”.

¿De la televisación?

Exactamente. Los hechos después me dieron la razón, porque lo de Schiappacasse no fue un tema menor. Si hubiera ingresado el arma, no digo que hubiera pasado algo dentro del estadio, pero afuera del estadio seguramente sí.

Ha recibido críticas de que usted hace esto por el afán de trascender.

No es por trascender. Tengo 63 años, estoy en un camino más de retirada. En las redes salen diciendo que no tenemos otra cosa que hacer, pero tendrían que venir a ver cómo trabajamos. Cuando estamos de turno, permanecemos 12, 14 horas en el turno y también el resto de los días. Yo no me llevo ninguna cocarda por mandar gente a prisión; cumplo con mi trabajo, trato de ser profesional y de ser humano en la medida de lo posible. No tengo nada para festejar al final del día.