Lola Chomnalez fue asesinada el 28 de diciembre de 2014 mientras caminaba por la playa de Valizas, en Rocha, a pocos días de llegar desde Argentina para vacacionar. En mayo de 2019, Ángel Cachila Moreira fue procesado con prisión por homicidio especialmente agravado en calidad de coautor.
Se lo vinculó con el caso luego de una llamada anónima al 0800 5000 del Ministerio del Interior: una mujer aportó datos y planteó que el hombre había robado 2.400 pesos del monedero de la víctima. La denuncia la hizo una mujer que mantuvo un “vínculo sentimental” con la esposa de Cachila.
Cachila era primario absoluto, es decir, nunca había estado preso. Cuando fue privado de libertad se le diagnosticó “trastorno de la personalidad”. Como es analfabeto, según consta en el documento en el que se dicta su absolución, al que accedió la diaria, firmó documentos que otros presos le leyeron, entre ellos, cambios en su defensa. Durante la investigación se llegó a plantear que el hombre podía ser inimputable, pero esto fue descartado.
Tres años después de que cayó Cachila, en 2022, fue detenido el presunto autor del femicidio. Las ciencias forenses fueron determinantes para llegar a Leonardo Sena, ya que su ADN coincide con el que fue hallado en las pertenencias de Lola, por lo que ahora está procesado con prisión. Las pericias plantean que a la adolescente la mataron al menos dos personas, por lo que la investigación continúa.
A partir de la detención de Sena comenzó otra etapa de la investigación. Uno de los primeros movimientos judiciales fue la absolución inmediata de Cachila, cuya defensa estuvo prácticamente durante todo el proceso en manos de la Defensoría Pública, a cargo de Yessica Biquez. Cuando el expediente estaba pronto para el dictado de sentencia, el 24 de mayo, asumió su defensa privada, a cargo de Ignacio Araújo.
En la sentencia se da cuenta de los motivos por los que se dispuso su liberación, entre ellos que no hay suficientes pruebas, que no estaba en Rocha cuando ocurrió el crimen y que su relato es inverosímil. Se dispuso su inmediata liberación, tras tres años en la cárcel.
La acusación
En la acusación se planteó que Lola se cruzó con Cachila cuando caminaba por la playa y el hombre le ofreció venderle estampitas. Luego, Lola fue arrastrada hacia los médanos, “en donde personas no ubicadas ni identificadas” la mataron asfixiándola.
Según consta en el documento, Cachila aportó detalles “que sólo puede tenerlos quien efectivamente estuvo allí”': declaró que Lola llevaba una botella de agua chica y que puso su calzado dentro de la mochila. También describió la escena: había caballos pastando y cierta vegetación. Si bien se concluye que “no hay prueba directa” de su participación, se plantea que “estuvo en el lugar” y que “tuvo conocimiento” de los hechos. “A través de sus declaraciones introdujo datos que jamás salieron a la prensa y que nadie podía saber de no haber visto a la víctima y estado en el lugar”, se indica.
El hombre fue cambiando las versiones, aportando distintos datos sobre el contexto. La Fiscalía entendió que “más allá de las declaraciones contradictorias”, Cachila estuvo en Valizas y, en particular, en el lugar de los hechos, que tomó conocimiento de estos y que tuvo “una actitud omisa”.
Absuelto
En las reconstrucciones dijo no haber estado en el lugar de los hechos y ningún testigo lo reconoció ni lo ubicó en la escena. Una pericia psiquiátrica concluyó que Cachila “presenta una tendencia a la mitomanía”.
En su declaración, Sena dijo no saber quién era Cachila y que se había enterado por la televisión de su existencia, pero aclaró que no lo conocía y que “no lo vio nunca en la playa”.
La defensa sostiene que “no hay pruebas” para acusarlo de haber participado ni de haber encubierto el homicidio. Destaca que “científicamente fue descartada la presencia” porque las muestras de ADN no fueron coincidentes con las de Cachila.
Se aportó como dato que Cachila estaba en Rivera y que así lo confirmó una persona que habló con él por teléfono, así como los movimientos de su celular aportados por Antel. También se menciona que hubo giros de Abitab hechos por Cachila en esa época desde Rivera.
Según se informa, su relato se basó en las fotografías que le mostraron, porque esas imágenes quedaron “ancladas” en la memoria. A Lola la conocía por fotos y por la tele. Tampoco coincide la ropa con la que dice que la vio (un pantalón largo que vio en una foto) ni la mochila, que decía que era negra cuando en realidad era fucsia. Cuando se le muestra una foto con otra ropa, cambia su relato y dice que la vio con esa otra ropa. Su declaración va cambiando acorde a las fotos que se le muestran. También dice que el cuerpo estaba a dos metros del agua, cuando fue encontrado en las dunas. A cada cosa que se le pregunta Cachila contesta que sí: “había árboles”, “había arena”, “había un camino”, “había un camping” (aunque no lo hubiera porque se trataba de la playa).
En una de las declaraciones que se destacan de Cachila por incongruentes, dice: “En Investigaciones me dicen tantas cosas. La vi en la foto en la tele. Yo no sabía que tenía novio. Le estoy diciendo ahora la verdad. Ayer mentí. Estoy tan nervioso. Pasé todo el día allá y ahora acá. Yo inventé. Yo nunca pasé problemas como el de ahora”.
En otra de sus declaraciones, plantea: “Si no fui yo que la vi, tengo que decir que sí; si no, me voy a pasar todo el día acá. Yo preso no quiero ir por algo que no hice. Ahí está el problema. Yo estuve con ella. Yo estoy hablando por hablar. Para decir la verdad, yo nunca vi a la mina. Nunca estuve con ella, pero me ponen la presión. A la muchacha nunca la vi. No la encontré muerta”. Reitera que la vio en la tele.
La defensa también argumenta acerca de la tipificación de encubrimiento y por qué en este caso no cataloga como tal, entre otras cosas, porque no colaboró con otras personas para que la Justicia no pudiera actuar. Tampoco se “suprimió, alteró u ocultó” indicios del delito ni se colaboró con Sena para que lograra evadir la persecución judicial. Critica también que le pidieron la pena máxima por este delito: 10 años. Argumentan que es una pena “desproporcionada” y que “no se explica el razonamiento para pedirla”.
La defensa afirma que “la sola voz” de Cachila “relatando hechos poco creíbles y contradictorios” “demuele cualquier estructura seria que pretenda responsabilizar” a una persona por este delito. También indica la ausencia de pruebas que acrediten su responsabilidad. Sostiene que no hay sustento probatorio para acusarlo y, por todas estas razones, pide la absolución e inmediata liberación.
El juez Juan Giménez Vera hizo lugar al pedido y absolvió a Cachila, que fue liberado tras tres años preso.
Su voz luego de ser liberado
Cachila planteó a los medios que cuando fue detenido había fumado pasta base: “Yo dije eso porque me agarraron fumado. Fumé pasta y me llevaron drogado hasta las manos. Dije cosas que no debía decir. Por eso estuve preso. Drogado dije cualquier cosa que no debía decir porque nunca tuvieron pruebas contra mí. La Policía cayó en mi casa a las siete de la mañana y me llevaron preso. Me mostraron la chiquilina aquella y me preguntaron: ‘¿Usted la conoce?’. No, no la conozco. Yo la vi a la chiquilina en la tele”. También dijo que en la cárcel “casi lo mataron”, que pasó meses tirado en un calabozo durmiendo sobre una bolsa en el piso, y anunció su objetivo una vez liberado: “Ver a mis hijos”.
“Cachila se ubica en la escena”
Según Juan Raúl Williman, abogado de la familia de Lola, Cachila es quien se ubica en la escena con detalles, y “eso sólo es posible por haber estado o por tener la expertise técnica de leer una autopsia”. “Siempre se planteó la duda de su grado de participación, pero no de que no haya estado en el lugar”, señaló. “No sólo lo pensaba yo, también lo pensaba el fiscal Jorge Vaz en su momento, y fue confirmado por un Tribunal de Apelaciones que pensaba lo mismo. Después hubo un cambio de estrategia en la propia Fiscalía, que no fue por el homicidio sino por el encubrimiento”, señaló Williman.
“El juez ahora tiene una interpretación distinta. No tenemos que pensar igual en la valoración de la prueba en una causa tan compleja”, indicó. Williman confirmó a la diaria que la resolución va a ser apelada por la Fiscalía, donde Jessica Pereira está al frente de la investigación: “La idea es que la Fiscalía apele y un tribunal de mayor jerarquía revise esta decisión para que nos quedemos todos tranquilos”. El abogado de la familia de Lola explicó que “una vez realizada la apelación, se va a dar lugar a la defensa e irá al Tribunal de Apelaciones, lo que puede llegar a demorar al menos cuatro meses”.
El rol de la Defensa Pública
En diálogo con la diaria, Biquez dijo que los hechos fueron “controvertidos jurídicamente con argumentos” que para la defensa “eran sólidos en cada una de las etapas procesales”. La abogada afirmó que cuando el Tribunal de Apelaciones ratificó el procesamiento tuvo que “no desmoralizarse y seguir”, aunque reconoció que “no estaba de acuerdo” con la resolución.
“Darle contención a Moreira en estos años tampoco fue fácil, porque él no entendía lo que pasaba y mi comunicación con él era por zoom o por teléfono. Estuvo muy pocos días en la cárcel de Rocha porque hubo un problema y salió lesionado, por lo que pedí traslado dos veces”, contó Biquez. La abogada logró un traslado a la Unidad 12 Cerro Carancho, cárcel de Rivera, “porque ese era su deseo por su familia”.
“Estudiamos mucho el expediente, sus declaraciones, contexto, perfil psicológico, pericias. Sumado a lo mediático de este caso, que pone presión a todos los que intervienen”, afirmó la defensora. Para Biquez, “hay que entender que es una persona, según las propias pericias psicológicas, de un nivel intelectual marginal”. “Así lo dicen”, subrayó. “Es imposible que entienda temas jurídicos. Yo le hablaba de tiempos y fechas, pero todo se fue dilatando. El sumario fue muy largo”, lamentó. “Cómo explicarle a una persona privada de libertad que una pericia del Instituto Técnico Forense demora un año”, cuestionó sobre los tiempos.
Consultada sobre el cambio a una defensa privada a último momento, señaló que “como defensa no nos gustó en la etapa procesal que se hizo el cambio: cuando estaba para sentencia”. Sin embargo, entiende que “es su derecho” y que “como defensa pública nos pasa muy seguido”.
Acerca de la opinión de Williman, que sugiere que las declaraciones de Cachila sólo eran posibles por haber estado en la escena o por tener un know how sobre autopsias, respondió: “No estoy de acuerdo, porque él declaró muchas cosas que deben ser valoradas con toda la prueba obrante, no en forma aislada”.
Pudo haber participado una mujer
Para el forense Guido Berro, no hubo móvil sexual ni de robo. Según el médico legal, puede haber “un único agresor de sexo femenino con un móvil que no fue sexual ni de robo, no pudiendo descartar un agresor de sexo masculino en el modelo esperable”. Las pruebas de ADN sólo confirman a Sena en la escena.