La asunción de la nueva cúpula de la Policía obligó a que haya varios movimientos entre las jerarquías. Efraín Abreu dejó su cargo como director de la Dirección Nacional de la Educación Policial para asumir la subdirección ejecutiva de la Policía, cargo que era desempeñado por Jorge Berriel, quien fue imputado por tres delitos de revelación de secreto y cesado.

El nuevo director de la Dirección Nacional de Educación Policial es Roberto de los Santos. Este jueves fue la ceremonia de asunción, acto que contó con la presencia del exdirector de la Policía Nacional, Diego Fernández, que fue relevado de su cargo y ahora es asesor del Ministerio del Interior en asuntos de “relaciones internacionales”.

Luis Alberto Heber, ministro del Interior, lideró la ceremonia. Destacó la “dedicación, preocupación y acción” que tuvo Abreu en ese rol; indicó, además, que “estamos muy orgullosos”, que “tuvo nuestra confianza” y que “cumplió con creces”. “Tan satisfechos estamos que le hemos pedido una labor mayor en el comando de la Policía Nacional para poder profundizar y consolidar los logros hechos, y profundizar nuestra lucha contra el crimen”, afirmó.

“El trabajo de Efraín, de toda la Escuela, tiene que tener también la consolidación de un nuevo tiempo y de mayor profundización. Y para eso hemos confiado en el comisario general retirado Roberto de los Santos, que tiene una vasta trayectoria en este cuerpo, con un currículum, una profesionalización, una trayectoria en la Policía Nacional envidiables”, dijo el ministro, que contó como anécdota que “antes de venir aquí, muchos de los que hoy están al frente de la Policía nos señalaban que habían sido alumnos del comisario general retirado De los Santos, aquí en la Escuela de Educación Policial”.

“Sé de su amor a la institucionalidad y su alto nivel de profesionalismo. Por eso, por su conocimiento, por su trayectoria y, además, por nuestra confianza de saberlo un hombre que ha tenido renunciamientos en procura de enaltecer la institución policial, que es la que defendemos todos”, manifestó Heber, que señaló que “la mejor manera de defenderla en estos tiempos es con la capacitación de nuestro personal”.

El ministro resaltó que en la educación policial, “además de la formación de oficiales, tenemos tecnicaturas, diplomados y licenciaturas”, y apuntó que “ya en la administración del comisario general Efraín Abreu estábamos rumbeando y generando los contactos para tener maestrías en Educación Policial”. Heber indicó que, “charlando con el comisario general retirado De los Santos, no solamente está interesado en reunir las condiciones que exige el Ministerio de Educación y Cultura para que realmente en Educación Policial se den las maestrías necesarias, sino en seguir avanzando en la capacitación, no solamente en el personal superior, también en el personal subalterno”.

Heber planteó que “nosotros nos enfrentamos a un crimen organizado que está informado de nuestras leyes y de nuestros procedimientos, que son públicos”, y por eso es “muy necesario” que “todo el escalafón policial tenga en el bolsillo permanentemente la Ley de Procedimiento Policial, para no frustrar una acción de inteligencia, de investigación importante, para que se sepa cómo actuar, cuándo actuar, con base en la ley, que es la garantía de los derechos, porque esta es una Policía democrática, que da garantías a las libertades y estamos sujetos a las leyes”.

A su vez, lamentó: “Pero esas leyes también las conocen los delincuentes, lamentablemente, que muchas veces las usan a su favor para buscar el error, para eludir la responsabilidad que tienen con la sociedad”. Por tal motivo, consideró que “la capacitación, la formación, la profesionalización que se tiene que tener hoy en día es mucho más importante para, a la hora de actuar, [saber] cómo hacerlo, de qué manera y que dé el resultado que todos buscamos: que aquel que atenta contra las vidas y costumbres de nuestro pueblo pague sus cuentas a la sociedad, porque la ley así lo establece”.

Según el ministro, por eso “confiamos” en De los Santos, “además de por el conocimiento personal que tengo de su trayectoria y de su vinculación con la institución policial”. Para Heber, la educación policial es la “esencia de la institución policial”. Así, “si cuidamos esta institución, para que cada día sea mejor, mejor será la Policía”. “En el comisario general Roberto de los Santos depositamos nuestra confianza y sabemos que no nos va a defraudar y va a cumplir una gran gestión”, concluyó.

De los Santos habló en rueda de prensa y dijo que “la Policía Nacional está permanentemente preocupándose por perfeccionarse, por especializarse, por mejorar y llegar a un nivel de eficacia y eficiencia en todos los procedimientos que hagamos, con el fin de que la misión sustantiva que tiene la unidad se vaya cumpliendo”.

Sobre cómo se preparan, indicó que “el punto principal es servir, y hay un código de ética muy importante, basado en principios éticos y valores que nosotros tratamos de exaltar antes que todo”. “Es una actividad muy proactiva, eso quiere decir que trabajamos basados en planificación y en valores para poder anticipar el flagelo delictivo y criminal, que es el fin último que tenemos nosotros”, agregó.

Sobre las posibles maestrías a las que hizo referencia Heber, De los Santos fue cauteloso y afirmó: “Saben que para una maestría primero hay que tener la licenciatura, y hay que tener licenciados, porque el Ministerio de Educación y Cultura es muy exigente y exige que sean también profesores, que sean magísteres o licenciados”. En consecuencia, señaló que “tenemos que producir los licenciados primero, para que puedan enseñar en la maestría”. O, “de lo contrario, tendríamos que hacer algunos convenios con policías de la región, como la Policía Federal argentina, por ejemplo, que tiene una universidad policial ya desarrollada, para que nos apoyen con los profesores que nosotros requiramos en las materias específicas”.

Consultado acerca de si los cambios en los delitos obligan a cambiar la formación policial, recurrió a analizar la historia de la Policía y a criticar a quienes hablan de “nuevas policías”, para luego reconocer que el avance criminal provoca alteraciones en esta institución: “Claro, hay gente que en algún momento habló de nuevas policías. Yo les digo que la Policía tiene 193 años de existencia, ya antes de que el país fuera país, a través de su Constitución de 1830, un mes antes, el 18 de diciembre de 1829, ya existía la Policía. Entonces, fíjense que a lo largo de la historia, por la cual ha pasado la nación, [hubo] guerras civiles, golpes de Estado, dictaduras, magnicidios, alternancia de gobiernos de los distintos partidos políticos, muchas visitas de presidentes extranjeros, reyes, y la Policía siempre ha estado. Entonces, lo que nos condiciona es la evolución del flagelo delictivo y criminal. Es una dinámica permanente que requiere que nos estemos actualizando, que estemos intercambiando información, haciendo inteligencia con las policías de la región, del continente y globalmente con las organizaciones policiales que hay en el mundo”.

De los Santos afirmó que “la globalización permite modalidades delictivas que se producen en Chile, por ejemplo, vengan acá a Uruguay, como la voladura de los cajeros automáticos o los sicarios de Centroamérica”. “Ahora los tenemos acá y eso fluye con una velocidad que a veces las organizaciones no la tienen prevista”, algo que Mario Layera, exdirector de la Policía Nacional, adelantó en 2018 y fue ampliamente criticado por el sistema político. En aquel entonces, la máxima jerarquía de la Policía había usado como metáfora que íbamos camino a que Uruguay se pareciera a El Salvador, por las modalidades delictivas que se estaban instalando y la posible pérdida de poder del Estado frente a estas organizaciones.

El nuevo director de Educación Policial también fue consultado sobre los posibles problemas asociados al “bajo nivel que hay en el nivel secundario de la educación”. A esto, respondió que “la Policía pertenece a la sociedad, su dueño es el pueblo. Servimos a la sociedad y nos conformamos con lo que la sociedad nos da. Si la sociedad tiene un nivel, la Policía va a tener el mismo nivel cuando ingrese”. En este sentido, señaló que “lo que nosotros tenemos que hacer aquí es generar una base para que todos se igualen al tener distintos acerbos culturales, formación académica, incluso bachilleratos, que algunos tienen orientaciones humanísticas y otros de ciencias biológicas”. “Así que acá, primero que nada, [hay que] darles un nivel básico para después empezar a trabajar en las disciplinas propias de la Policía, que es para lo que están estos centros de formación”, agregó.

Por otra parte, De los Santos fue consultado sobre las declaraciones de Abreu en un juicio en el que un policía resultó condenado por homicidio tras darle ocho tiros a una persona que habría intentado robarle. El actual subdirector ejecutivo de la Policía fue citado como testigo del caso para plantear cómo se enseña a actuar a los policías ante estas situaciones. Según indicó, se les enseña a tirar “de la cintura para arriba”, y aclaró que no se tira “a matar”, pero sí para “incapacitar”.

Sobre las declaraciones de Abreu, De los Santos opinó que “los planes de estudios son largamente analizados. No se experimenta ni se improvisa en eso”. “Lo que hay es una enseñanza de cómo usar una herramienta, que es el arma de fuego, como se enseña también a usar el uniforme”, señaló, y acotó que “el policía no es cualquier ciudadano, es un ciudadano que no quiero adjetivar, pero es un ciudadano especial. ¿Por qué? Porque usa un uniforme, porta un arma, representa a la autoridad y hace cumplir la ley. Entonces, no es igual a cualquier otro ciudadano. Es el ciudadano que protege a los demás ciudadanos”.

Por esta razón, resaltó que “acá lo que se le enseña es a protegerse a sí mismo y a los ciudadanos, y para eso tiene herramientas que la Constitución y las leyes le proveen”. Después, para De los Santos, “el usarlo bien queda en cada uno, de acuerdo a las circunstancias en las que tenga que usar esas herramientas”. “No son todas las circunstancias iguales, no es la adrenalina ni son las personas las mismas en todos los casos, ni, a su vez, los casos son iguales. Puede ser una persecución, un desacato, una rapiña, alguien que asesinó a alguien y la Policía tiene que detenerlo o neutralizarlo, o defenderse contra esa persona”, indicó.

También explicó que, “de acuerdo al caso, se usará la herramienta que uno tiene con lo que establece la ley de procedimiento policial, si es que corresponde hacer esa progresión desde la prevención, la disuasión o la investigación, o no. O si estamos con una inminencia y una inmediatez, que son las dos palabras que hay que tener en cuenta para evaluar la legítima defensa”.

Finalmente, el nuevo director de la Dirección Nacional de la Educación Policial concluyó: “Si es algo inmediato en el tiempo y la distancia es corta y yo estoy corriendo riesgo de vida, no tengo que dudar en usar las herramientas como haya que usarlas. Si la otra persona viene empuñando un arma, no estamos en el lejano Oeste para hacer un duelo y esperar que el otro dispare primero. Hay que hacer uso correcto de las herramientas”.

Abreu había asumido al frente de la Dirección Nacional de la Educación Policial suplantando a Washigton Curbelo, que fue cesado de ese cargo ni bien Heber asumió. Curbelo fue el perito que participó de la investigación del homicidio de la madre de Heber, Cecilia Fontana, y fue el responsable de que se truncara la investigación. Quien asume en lugar de Abreu al frente de la Dirección Nacional de la Educación Policial es Roberto de los Santos, el perito que contradijo a Curbelo en esta investigación.

Fontana bebió un vino envenenado que llegó a su casa como “obsequio”. Tenía un mensaje escrito a mano, que fue uno de los elementos clave de la investigación. La primera pericia caligráfica se hizo en 1978 y estuvo a cargo de Curbelo. No se encontraron indicios relevantes, por lo que el expediente se archivó.

En 2006 se reabrió el caso. En 2010 se ordenó la detención de María Lemos, una mujer policía, como presunta autora del texto que acompañaba el vino envenenado. Lemos integraba el equipo dirigido por Víctor Castiglioni, jefe de Inteligencia policial durante la dictadura. La jueza ordenó el peritaje caligráfico de la carta. Roberto de los Santos fue el perito a cargo y su investigación concluyó que la mujer policía era la autora del texto. El perito trabajó durante un año para llegar a esta conclusión.

No obstante, a pedido de la defensa, la jueza autorizó una nueva pericia, que estuvo a cargo del mismo policía que había hecho la pericia inicial en 1978: Curbelo, quien determinó en 24 horas que la mujer policía no era la autora del texto y así truncó la investigación.

En su momento, Heber había criticado el trabajo del perito porque “frustró” la investigación del homicidio de su madre. Señaló no tener dudas sobre quién era la autora de la carta e indicó “un vínculo estrecho entre la acusada y los peritos que realizaron el segundo informe”. En enero de 2020 solicitó la reapertura de la causa.