El niño de diez años que fue rociado con combustible y prendido fuego por su madre, que luego se suicidó también quemada, murió este lunes en el Centro de Tratamiento Intensivo del hospital Pereira Rossell, luego de haber estado más de una semana internado. El niño ingresó con un 80% de su cuerpo quemado y con pocas chances de sobrevivir, aunque pudo relatar a la Justicia lo que había sufrido, coincidiendo con lo recabado en la escena del crimen.

La semana pasada, el director del hospital, Álvaro Galiana, había dado cuenta de una evolución positiva del niño, pero la situación empeoró y sólo le quedaba funcionando el corazón cuando, según informó el diario El País, fue desconectado.

El hecho ocurrió en un predio rural de la ciudad de Young, en Río Negro, el 3 de noviembre, cuando la madre de la víctima, de 53 años, prendió fuego al niño, que logró salir corriendo y pedir ayuda en una casa cercana. Los vecinos llamaron a la Policía y encontraron a la mujer muerta en la casa, mientras que el niño fue trasladado con un 80% del cuerpo quemado.

La mujer había denunciado por violencia de género al padre del niño, del que estaba separada, por lo que se dispusieron medidas de restricción de acercamiento. En su momento, la defensa del padre reclamó que en el proceso no se cumplió con el artículo 8 del Código del Niño y la Adolescencia, que dispone que “en todo caso tiene derecho a ser oído y obtener respuestas cuando se tomen decisiones que afecten su vida”.