¿Alguien Me Escucha? busca acompañar los procesos judiciales que viven niñas y niños, y ser una herramienta para las personas adultas y profesionales involucrados en el proceso. En mi familia hay una separación es el primer libro de esta nueva colección de libros para niñas y niños.
Los protagonistas, Nati y Nico, cuentan a los lectores cuáles son los derechos que tienen niñas, niños y adolescentes cuando en su familia hay una separación. En esta historia los personajes los van a acompañar a conocer qué es un juzgado, quiénes trabajan ahí, qué es un juicio y cómo se toman decisiones que son importantes en la vida de las personas.
Además, este libro les hará conocer sus derechos para que sean parte de lo que pasa a su alrededor y puedan opinar sobre lo que quieren, pero también sobre lo que es mejor para ellos.
Carolina Camilo Zabala, defensora pública, y Mariela Solari, directora de la Unidad de Víctimas y Testigos de Fiscalía, son las autoras del libro. Las ilustraciones son de Inés Ferrón Gelós. Las autoras hablaron con la diaria a días de la presentación de este material que fue editado por la Fundación de Cultura Universitaria.
Camilo contó que la idea surgió de la editorial, con la que están agradecidas por instarlas a “asumir este enorme desafío que es la edición del primer libro jurídico infantil, asumiendo el compromiso en la difusión y promoción de los derechos de infancia”. Según la autora, “no es casualidad”, ya que “la Fundación de Cultura Universitaria tiene su origen en el Centro de Estudiantes de Derecho y entre sus objetivos está la difusión de la cultura y el conocimiento”. “Entendieron que era necesario contar con un material para y por los niños y niñas, que además sirva como herramienta para los adultos y profesionales que acompañamos infancias en procesos judiciales”, señaló.
Solari contó que ambas fueron convocadas y, si bien se conocían y habían compartido espacios por el trabajo que cada una lleva adelante en su vida profesional, nunca habían formado equipo. “Es una idea innovadora no sólo porque va dirigido a niñas y niños, sino porque además propone que las autoras sean un equipo interdisciplinario. Caro es abogada y yo soy asistente social y estoy cursando un doctorado en psicología; eso reafirma que los asuntos que hoy trata la Justicia exigen las miradas complementarias”, expresó.
Sobre la importancia de que las niñas, niños y adolescentes accedan a esta información, Camilo indicó que es clave “porque no alcanza con decir que los niños son sujetos de derechos, sino que importa que ellos lo sepan”. “El pasado 20 de noviembre se cumplieron 35 años de la Convención de los Derechos del Niño y, sin embargo, en nuestro país enfrentamos grandes barreras y desafíos para la participación de la infancia en los procesos judiciales”, afirmó.
“Nadie puede ejercer un derecho si no lo conoce. Y justamente en los procesos de separación, que son habituales en la vida de nuestras niñas y niños, detectamos que el centro se pone en los adultos, dejando de lado los derechos e intereses de las hijas e hijos”, dijo Camilo, quien destacó que es importante que “puedan acceder a un material que les explique que son momentos difíciles pero que su familia no está sola, que hay profesionales a los que pedir ayuda y que pueden acompañar”, así como “cuáles son sus derechos y por qué se recurre a la Justicia”. “Es un material que puede aportar a aliviar el dolor y la incertidumbre que implica una separación”, agregó.
Según Solari, “la información y la alfabetización en derechos deben ser algo natural desde la infancia”. “Nos familiarizamos con el lenguaje médico desde pequeños, por ejemplo –sabemos qué es tener fiebre, qué hace un doctor–, pero no tenemos idea de qué es un juzgado ni de qué hace una jueza ni de la diferencia con un abogado defensor”, ejemplificó.
“Sólo es posible ejercer derechos y el efectivo acceso a la justicia si lo conocemos”, enfatizó, y remarcó que “además el texto aborda un tema crucial que es cómo, en momentos de mayor cambio en una familia, cuando hay una separación y especialmente cuando es conflictiva y se requiere la judicialización, es importante mitigar daños con información”. “Tener información sobre qué pasa en un juzgado, quiénes van a estar, qué van a decidir y qué puede pasar da alivio, disminuye la ansiedad y, sobre todo, evita la revictimización y los daños que son evitables”, manifestó la autora.
Sobre el rol de niñas, niños y adolescentes en los procesos judiciales, Camilo planteó que “nuestra legislación, desde la ratificación de la Convención de los Derechos del Niño y la promulgación del Código de la Niñez y la Adolescencia en 2004, ha generado un estatuto de derechos por el cual los niños tienen derecho a ser oídos, a que su opinión sea tenida en cuenta y a participar con mecanismos fáciles y accesibles en los procesos judiciales”. Sin embargo, “en la práctica no contamos con una política de Estado que se ocupe de garantizar su participación”, expresó.
“El sistema judicial no es un ámbito pensado en la infancia y necesita adaptarse para que su participación sea para garantizar sus derechos y no provoque una revictimización. Hoy en día hay grandes carencias, como por ejemplo, desde mi rol de defensora pública, no contar con una defensoría especializada en infancia, sabiendo que participamos en la mayoría de los procesos judiciales”, manifestó Camilo, quien resaltó que “defender niños requiere especialización, capacitación y equipos multidisciplinarios que nos acompañen”.
Solari explicó que “cuando la vida de los niños y niñas pasa por el sistema de justicia es porque está en crisis, porque hay violencia o porque lo que daba seguridad se desarmó, se rompió y hay que recomponerlo”. “Se trata de asuntos en los que los adultos a cargo no se ponen de acuerdo y se requiere la intervención del sistema de justicia”, explicó la autora, quien dijo que “entonces, tanto en la órbita penal como de familia especializada, se requiere que las prácticas pensadas por y para adultos, con un lenguaje encriptado, especializado en lo jurídico, con espacios formales pensados para adultos, se adapten a los niñas y niños”.
“Si no se integra esa adaptación, lo que estamos haciendo es generar barreras para el acceso a la justicia e incrementando la inseguridad y el dolor”, aseguró Solari. “Siempre digo que si un cirujano puede explicar algo tan complejo a un niño, los operadores del sistema de justicia también podremos hacerlo”, alentó.
“Para que los niños puedan dar su opinión y transitar por estos espacios sintiendo que están ejerciendo un derecho y no padeciendo un laberinto de incertidumbres es necesario contar con información clara y que los adultos cambiemos nuestras prácticas. En tal sentido, este es un material que también informa y da ejemplos de cómo los adultos a cargo y los profesionales que acompañan a niñas y niños pueden explicar conceptos y procesos jurídicos de forma amigable”, concluyó.