Desde 1992, el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, localidad española en la que nació Miguel de Cervantes Saavedra, otorga el Premio Cervantes Chico, uno de los más prestigiosos y un referente en la creación literaria dentro de la lengua castellana, con el que se distingue la trayectoria de un autor del ámbito de la literatura infantil y juvenil. El premio distinguía, desde su creación, a autores españoles, y en 2019, con la incorporación de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), comenzó a otorgarse, además, el Reconocimiento Especial Cervantes Chico Iberoamericano, que abre la cancha y premia a un autor de la América hispana; cada país postula un candidato, de los cuales, en octubre, se seleccionará el ganador.
En este tercer año que el premio se otorga a autores de toda Iberoamérica, el nominado por Uruguay es Sergio López Suárez. De enorme trayectoria en la literatura para a niños y jóvenes, el nombre de este maestro nacido en Salto en 1945 y residente en Montevideo desde 1976 seguramente sea inmediatamente reconocible por su novela Anina Yatay Salas (2003), que fue llevada al cine de animación en 2013, bajo la dirección de Alfredo Soderguit, en la multipremiada Anina.
Sin embargo, su vasta trayectoria excede en mucho esa excelente novela e incluye Stoz, el país de los Uh (1977 y reeditada en su 40º aniversario), Haciendo monadas (1990), ¡Huácala a los miedos! (2001), Leyendas del Ñacurutú y Diógenes no quiere ser ratón (2009), ¿Y esto qué es? (2012), El misterio del monte celeste (2017), Tres tristes pumas (2018), Minicuentos infinitos (2020), entre numerosos títulos.
Vecino desde hace décadas del Cerrito de la Victoria, durante ocho años llevó adelante el proyecto Per-zonita, una biblioteca-librería de puertas abiertas a la comunidad del barrio que ya recibió a unos 50.000 escolares y más de 2.000 maestros y padres, además de la visita de escritores como Ana María Machado, Ziraldo, Graciela Montes y Ema Wolf.
Protagonista, junto con Roy Berocay, Susana Olaondo, Magdalena Helguera, Ignacio Martínez y Helen Velando, entre otros, de la generación de escritores que significaron un soplo de aire fresco en la década de 1990, siempre estableció un diálogo fraterno con los autores más jóvenes, con los que tendió puentes.
En 2018 fue declarado Ciudadano Ilustre de su ciudad natal, Salto.