La sesión de este martes en la Junta Departamental de Maldonado terminó abruptamente cuando la edila frenteamplista Susana Hernández comenzó a exponer sobre episodios de violencia de género registrados en ese ámbito, por parte del edil nacionalista y presidente de la corporación, Darwin Correa.

Mientras definía la violencia basada en género y enmarcaba a la violencia política “como todo acto de presión, persecución, hostigamiento o cualquier tipo de agresión a una mujer”, las compañeras de su bancada se quitaron los abrigos para dejar ver la remera violeta con la inscripción “No me callo nada”, en letras blancas, que llevaban debajo.

Otro tanto ocurría en las barras, donde otro grupo de mujeres políticas y militantes del Frente Amplio (FA), encabezado por la presidenta departamental Silvana Amoroso, empezaron a exhibir remeras similares.

Apenas observó esos movimientos, el presidente Darwin Correa interrumpió a Hernández y ordenó desalojar las barras, invocando al reglamento de la corporación que prohíbe “toda demostración o señal de aprobación o reprobación”.

En las barras también estuvieron la presidenta de la Unidad Temática de Ciudadanas del FA, Silvana Ruggieri y la militante Glenda Roldán, quien desde lo alto le recordó a Correa que fue edila y que no era cierto que una manifestación de ese tipo violara un reglamento.

El timbre “de orden” repicó insistentemente en la sala y se apagaron los micrófonos de las bancas para acallar a las edilas que, vanamente, intentaban fundamentar en contra de la decisión del presidente. “Esto es una falta de respeto al reglamento; lo tenemos que conocer todos nosotros, si no, incurren en desacato”, advirtió Correa. La sesión se suspendió para el desalojo. Al cabo de un breve cuarto intermedio, entró el presidente suplente Osvalo Mateu y clausuró la sesión por falta de quórum.

Callan a una, callan a todas

Las manifestantes se trasladaron a la escalera principal del edificio de la Junta, en el hall de entrada, donde la edila y exintendenta de Maldonado continuó con la exposición censurada en el plenario. Hernández citó varios ejemplos de la violencia que han sufrido en el legislativo desde que Darwin Correa asumió la presidencia.

El más reciente se dio en la sesión anterior, donde se le apagó el micrófono a la edila frenteamplista Ana Antúnez antes de que finalizara el tiempo reglamentario de su exposición, que versaba sobre las 23 becas terciarias otorgadas en forma irregular por la Intendencia de Maldonado (IDM). “Este hecho, silenciar a la edila, fue una gota que desbordó el nivel de tolerancia, ante reiterados hechos que acá vivimos las mujeres”, enfatizó Hernández.

Luego recordó que, en esa misma sesión, el presidente dijo en sesión que las mujeres de la bancada “son un gallinero”. “Esa expresión, habla del nivel empleado al referirse a nosotras a lo que sumamos las interrupciones constantes”, señaló Hernández desde la escalinata de la Junta.

Hernández no mencionó que aquella noche, en la que además se debatió el ajuste presupuestal del intendente Enrique Antía, Correa la tildó reiteradamente de “edila de matinée” porque se había retirado antes, molesta por la situación de violencia vivida por Antúnez. Por lo menos cinco veces, en el transcurso de sus intervenciones, Correa fustigó a Hernández refiriéndose a ella en esos términos.

Cuando un edil de la bancada le increpó los dichos, el presidente soltó con sorna: “¿A mí me dicen corrupto y yo no puedo decir que es una edila de matiné?”. Omitió decir que cuando recibió esa acusación por parte de un edil frenteamplista en el plenario, le cayó a golpes por la espalda y por eso fue formalizado en la justicia. Meses después, resultó sentenciado a tres meses de prisión en libertad a prueba por el delito de lesiones personales dolosas.

Hernández continuó con la mención de otro ejemplo, ocurrido el 27 de junio, cuando la edila frenteamplista Victoria Blasco exponía sobre los 50 años del golpe de Estado y fue interrumpida. “Estoy haciendo uso de mi palabra, hablando de democracia, justamente”, se defendió la edila. “Lo está haciendo porque yo la estoy dejando”, espetó Correa. Blasco advirtió que, en realidad, le estaba coartando su derecho de expresión. “Al contrario, estoy dejándola hablar bobadas”, concluyó el presidente.

“Los ejemplos que anteceden demuestran que la violencia política hacia nosotras se practica de diferentes maneras en este ámbito: invisibilizándonos, desacreditándonos, tratando de generarnos sentimientos de culpa si no somos ‘obedientes’ o ‘políticamente correctas’, interrumpiendo fuertemente, casi a gritos sobre nuestra voz, si estamos exponiendo; utilizando cuando se refieren a nosotras el masculino edil en lugar de edila, cosa que solicitamos en forma permanente, porque eso también es violencia”, lamentó Hernández.

Hernández también recordó que, dos fines de semanas atrás, cuando se realizó el tercer encuentro de la Red de Mujeres Políticas del Uruguay justamente en la Junta Departamental de Maldonado, el tema de la violencia política fue uno de los ejes de las conversaciones. “Si estamos acá es porque hubo mujeres que lucharon, que fueron excluidas de sus ámbitos familiares, sociales, culturales, quemadas, violentadas, sometidas por luchar por la igualdad. Cada paso tiene un costo y un compromiso para nosotras. Llegamos a participar, llegamos a votar, acá estamos y acá seguiremos”, remarcó Hernández.

“Así como sentimos que cuando tocan a una nos tocan a todas, acá sentimos que si callan a una callan a todas. Tenemos dignidad; para quien no entienda el concepto, es que nos hacemos valer como personas, con respeto hacia nosotras mismas y hacia los demás. No nos dejamos humillar ni degradar porque eso es perder dignidad. No necesitamos gritarles, la serenidad de la verdad genera la impotencia de los violentos”, fustigó.

Finalmente, Hernández señaló que la manifestación de este martes buscó “explicitar la situación de violencia que se ejerce en la Junta Departamental”, que es un ámbito democrático. “También hablamos por las que no tienen voz, o no se les permite alzar la voz. Estamos juntas, estamos convencidas de que más mujeres en política mejora la democracia. Somos edilas, somos políticas, somos mujeres, no nos callan, no nos disciplinan. Exigimos respeto e igualdad en las relaciones”, concluyó.

Abroquelamiento blanco

Mientras esto ocurría en el hall, en la bancada del Partido Nacional ediles y edilas redactaban una nota de respaldo al presidente Correa. Señalaron que el uso de las remeras con la frase “No me callo nada” era “suficiente” para aplicar el artículo 117 del reglamento y desalojar las barras.

El relato señala que “ante las reiteradas solicitudes del presidente y a la negativa, acompañada por improperios y gritos desde las barras”, y la “persistente actitud de desacato”, se suspendió la sesión.

La bancada nacionalista resolvió apoyar “enérgicamente” al edil Correa en sus facultades legales y reglamentarias, y exhortó a los ediles a cumplir con el reglamento y “abstenerse de incentivar manifestaciones que generen confrontación entre vecinos dentro del recinto, que afectan a la sana convivencia democrática”.