El doble rasero del discurso del senador Guido Manini Ríos cada vez es más explícito y sorprende menos.1 Cambia de “víctima” a “victimario” entre dos frases de un mismo discurso. Pasa de decir que “seguramente se busque poner otro tema arriba de la mesa para seguir alimentando esa fractura que tanto rédito les ha dado” (refiriéndose a los que reaccionaron alarmados ante los carteles firmados como Juventud Uruguaya de Pie, JUP) a alimentar la misma fractura que supuestamente denuncia: “Que vaya un diputado del Partido Comunista, que ha demostrado su obsecuencia a lo largo de décadas con regímenes responsables de la muerte de millones de personas, a acusar esto como si fuera real...”

“Esto es tan burdo, tan ridículo...”, agrega, sin percibir que se está autodefiniendo al denunciar a los que buscan la fractura y simultáneamente practicarla. Como si la institución iglesia católica, a la que pertenece el senador, estuviera libre de pecados de genocidios, torturas y guerras sangrientas; como si él mismo no hubiera sido un oficial de las Fuerzas Armadas que gobernaron Uruguay en forma dictatorial como partido único, instaurando una enorme fractura entre los uruguayos. Obsecuentemente, Guido Manini Ríos nunca hizo un reconocimiento ni una autocrítica pública de los errores y horrores cometidos por el Ejército Nacional en ese período, cuando fue su comandante y pudo hacerlo.

En ese doble rasero, el diputado Gerardo Núñez estaría inhabilitado de “acusar” porque su partido sería “obsecuente” con crímenes ocurridos décadas antes de su nacimiento; pero Eduardo Radaelli (condenado por el secuestro del químico chileno Eugenio Berríos) no estaría inhabilitado porque “él fue procesado, cumplió con la Justicia y no tiene ningún impedimento para participar y colaborar con Cabildo Abierto”. Argumento, además, inexacto, dado que, como explicó al diario El Observador Amadeo Otatti, quien fuera su abogado –hoy jubilado–, Radaelli “todavía no terminó de cumplir su pena con la Justicia, el teniente retirado continúa cumpliendo su condena en libertad condicional”.

El mismo doble rasero que utiliza cuando se refiere a los familiares de desaparecidos que buscan los restos de sus hijos hace más de 40 años, diciendo insolentemente que “toda su vida han vivido buscando un enemigo” o “que siguen prisioneros de ese odio que los ha movido toda la vida”, a la vez que reclama por la condena judicial (con todas las garantías legales que no tuvo el asesinado) de un militar “viejo y pobre” que mató a un prisionero disparándole por la espalda.

Y después tiene el tupé de achacarles a otros el intento de alimentar la fractura.

Gran parte de los partidos tradicionales, la izquierda uruguaya (y el Partido Comunista del Uruguay como parte de ella) fueron determinantes en la derrota de la dictadura y en la restauración democrática. Muchos contribuyeron a esa lucha con su vida, con cárcel y torturas en condiciones infames, con exilio y con militancia. Todos ellos tienen bastantes más credenciales democráticas que las del propio Manini (que por esos tiempos era un oficial militar de la misma dictadura) y muchos de sus seguidores y dirigentes de su partido.

En ese mundo maniqueo del senador Manini, sólo existe el blanco o negro que, además, será definido como blanco o negro en función de su conveniencia argumental.

Siguiendo el absurdo razonamiento de Manini, ni blancos ni colorados podrían hablar, dada su larga historia de degüellos y guerras fratricidas sanguinarias. Ni las Fuerzas Armadas uruguayas, con su larga lista de asesinatos, violaciones y desaparecidos a cuestas en la pasada dictadura (sobre la que aún nos deben una disculpa y un “nunca más” a los uruguayos). Ni el papa Francisco y la iglesia católica, con la larga lista de quemados en la hoguera, las torturas y asesinatos de la Inquisición, o su complicidad con el genocidio indígena en América.

Pero en ese mundo maniqueo del senador Manini, donde define a sus oponentes como genuflexos, prevaricadores, canallas, cipayos o apátridas (por mencionar algunos de los adjetivos descalificativos que ha utilizado en los últimos meses) sólo existe el blanco o negro que, además, será definido como blanco o negro en función de su conveniencia argumental.

Las contraposiciones efectistas son tan simplistas como equivocadas. Como la inmensa mayoría sabemos, el mundo real es un poquito más complejo que eso:

  • Así como es absolutamente cierto que algunos comunistas y Iósif Stalin son responsables de la muerte de millones de personas, también es cierto que fueron decisivos para derrotar al fascismo y a Adolf Hitler.

  • Así como el cristianismo fue revolucionario al incorporar los conceptos de igualdad, fraternidad y paz entre los hombres y erradicar la esclavitud en Europa por muchos siglos (instaurando en su lugar la servidumbre), también es cierto que fue responsable de millones de asesinatos, persecuciones y torturas. Así como fue un refugio de la cultura, el conocimiento y la ciencia en muchos de sus monasterios y universidades, también reprimió sanguinariamente las culturas y conocimientos científicos que lo desafiaban, como fue el caso de Giordano Bruno, por mencionar un ejemplo.

  • Así como muchos católicos y protestantes de Estados Unidos y Gran Bretaña fueron decisivos en la derrota del fascismo, otros muchos católicos y protestantes fueron decisivos en las ascensiones y triunfos iniciales de Hitler y de Benito Mussolini.

  • Así como una gran parte de los partidos Colorado y Nacional se opusieron firmemente a la dictadura uruguaya, otros muchos fueron sus promotores y actores principales.

  • Así como Estados Unidos fue decisivo en la afirmación de la democracia como régimen político y en la derrota del fascismo, también es el único país del mundo que ha utilizado armas nucleares contra población civil (Hiroshima y Nagasaki), además de practicar el genocidio en Vietnam e impulsar sanguinarias dictaduras en América Latina y en medio mundo, por citar algunas atrocidades.

Si el senador Manini consiguiera ver algo más allá de su odio, en vez de atacar el pedido de informes del diputado Gerardo Núñez, debería sumarse a su pedido para intentar esclarecer quién está jugando con fuego y provocando los “fantasmas del pasado” para alimentar la grieta.

La verdad es un componente esencial de la libertad.

Laura Fernández es integrante de Fuerza Renovadora, Frente Amplio. Gustavo Scaron es presidente de la Comisión Especial de Defensa Nacional del Frente Amplio.