En el marco de un largo reportaje en El Observador, el 31 de octubre, el subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Alejandro Irastorza, respondió de este modo a la pregunta sobre los impactos del cierre de fronteras en la temporada turística: “Han surgido muchos números sobre cómo se compensa turismo interno con el turismo que no entra. Son números que tampoco tienen mucho análisis. He escuchado US$ 1.000 millones, US$ 1.500 millones, US$ 500 millones que se van a perder por el turismo. Lanzamos el Plan Verano. Queremos que haya turismo interno y para eso dimos varios beneficios tributarios, financieros, de subsidios, a los efectos de dar mayor incentivo para el turismo de los uruguayos. Sabemos que no se va a compensar. Tenemos que estar muy atentos. El cierre de fronteras va a impactar sin dudas y apuntamos a ese crecimiento del turismo interno”.
Siendo una figura tan importante en la gestión de la economía del país, ¿por qué no se toma el trabajo de leer antes de opinar? Incluso cuando el día anterior las autoridades del Banco Central del Uruguay (BCU), del Instituto Nacional de Estadística (INE) y otros presentaron los ajustes de las cuentas nacionales, ratificaron la seriedad de la recolección de información y su procesamiento, algo elemental para elaborar políticas y decisiones públicas.
Los números del ministerio están colgados en la web desde hace varios meses, tanto el receptivo como el emisivo, los de la temporada 2019-2020 de cruceros fueron divulgados y también existen los datos procesados del turismo interno de 2019, por lo tanto el “he escuchado” no parece de recibo.
Y luego, Irastorza agrega: “el BCU acaba de corregir su metodología y esto dejó un PIB nominal más elevado, algo que incide favorablemente en los ratios de deuda y déficit”. En el presupuesto enviado al parlamento, para el inciso 09 (Ministerio de Turismo) no hay recursos adicionales, ni mención a la pandemia, y hasta el momento tampoco se contempla el envío de un mensaje complementario presupuestal al Senado por parte del Poder Ejecutivo. Cabe preguntarse, entonces: ¿está previsto el impacto del desplome del turismo en la proyección del presupuesto?
Al cierre de la pasada semana, el gobierno dio a conocer un conjunto de medidas que amplían anteriores, destinadas a mitigar la devastación que hoy se extiende a lo largo y ancho del sector turismo como consecuencia de la pandemia. Simultáneamente, se ratificó el cierre de fronteras durante la temporada estival 2020-2021, evaluando las condiciones sanitarias del país, en nuestros principales mercados y a nivel internacional.
Como expresa el dicho popular: “Toda monedita sirve”. Desde ese punto de vista, no cabe otra actitud que saludar que se emprenda ese camino. No obstante, el diario antes mencionado, ese mismo día, en su editorial, señalaba: “Ahora hay medidas para el sector turístico. Pero ello no llegó a todas las empresas ni en forma suficiente. Para peor el crédito bancario a empresas y familias se contrajo en este período pandémico más aún de lo que venía ocurriendo desde el año pasado. Es difícil decir si esa contracción se debe a problemas de oferta o de demanda. Pero la caída del crédito es un mal síntoma y el gobierno debe poner toda la liquidez posible a disposición de empresas y familias”.
Han transcurrido ocho meses desde el 13 de marzo de 2020. Las medidas anunciadas replantean las existentes antes del 1º de marzo e incorporan la “tasa cero” en los alojamientos de noviembre a abril para los uruguayos, así como incrementar a 8.000 pesos la contribución por trabajador nuevo o reincorporado. Pero sólo devolverá el 9% del IVA en los servicios turísticos, cuando a los visitantes se les devolvía el total cuando se pagaba con medios electrónicos. Tampoco es claro que se mantenga el descuento de 23% en los combustibles despachados en las estaciones de servicio a menos de 20 kilómetros de las fronteras.
De la enunciación de estas medidas no se desprende que hayan sido estudiadas las informaciones de que dispone el propio ministerio para poder ser más efectivos con esas mismas propuestas.
También se debería aplicar el descuento de 4 y 2 puntos de IVA, según se pague con tarjeta de débito o crédito respectivamente, al tiempo de continuar bajando los aranceles de las tarjetas a los establecimientos que operan con ellas.
No obstante, de la enunciación de estas medidas no se desprende que hayan sido estudiadas las informaciones de que dispone el propio ministerio para poder ser más efectivos con esas mismas propuestas: cuáles son las regiones que aportan más viajeros internamente, los medios con los cuales se trasladan los uruguayos cuando realizan viajes turísticos, las motivaciones principales a la hora de elegir un destino turístico en el territorio, los porcentajes (que son similares) de franjas etarias, si viajamos solos, en pareja, en familia. Incluso, y muy importante, qué tipo de alojamiento se utiliza, la duración de las estadías y cómo se estructuran los gastos. Información relevante para estructurar la oferta.
El procesamiento de las cuatro mediciones anuales del Instituto Nacional de Estadística, en el marco de la Encuesta Continua de Hogares, aporta desde hace ya una década información y tendencias al respecto, no como “foto” sino como “película”, y es un insumo de gran importancia.
De los más de ocho millones de viajes internos, la región Este (Lavalleja, Maldonado, Rocha, Treinta y Tres, Cerro Largo) es la que recibe la mayor proporción de ellos, seguido por el área metropolitana (Canelones, Montevideo), Centro Sur (Durazno, Florida, Flores, San José, Colonia), Corredor de los Pájaros Pintados (Salto, Paysandú, Rio Negro, Soriano) y la región Norte (Artigas, Rivera, Tacuarembó).
Respecto de las “motivaciones” para viajar también conocemos que casi 50% de los viajes se realizan en grupos familiares, seguidos por lo que se emprenden en pareja, grupos de amigos, solos o en delegaciones.
Obra en poder de las autoridades que el gasto superó en 2019 los 1.000 millones de dólares, y que el principal componente fue la alimentación (más de 30%), seguido por los alojamientos (prioritariamente se concreta en viviendas propias y de conocidos, luego la hotelería). La distribución por franjas de edades es bastante pareja, sin “picos”, y el auto privado supera 40% por ciento del transporte utilizado para esos desplazamientos.
Si la “perilla” del turismo interno es la prioritaria para intentar mitigar la pandemia, llama la atención que las autoridades del ministerio no hayan respondido la nota enviada, hace meses, por el Instituto de Estadística de la Universidad de la República, para realizar trabajos de investigación sobre turismo, máxime cuando hace pocas semanas dicen haber firmado un acuerdo de cooperación con la Universidad de la Empresa. No es un tema de contraposición, sino de aprovechar al máximo las capacidades que construyó el país y que tanto nos están ayudando.
Sin duda nadie pudo prever que tendríamos una pandemia de la amplitud, globalidad y profundidad de la que sufrimos todos, lo cual requiere una revisión de los planes de mediano y largo plazo existentes (como puede ser el Plan Estratégico 2030 e incluso los Planes Operativos Anuales de las Regiones). El turismo no es la excepción, y es necesario poner sobre la mesa el impacto devastador de una parálisis casi global que el sector sufre, así como el nivel de transversalidad de la actividad y la interdependencia con las realidades sanitarias, no sólo a nivel nacional, sino también regional e internacional.
El ministerio tenía recursos para trabajar en estos aspectos, por lo menos de cinco a seis millones de dólares de fondos presupuestales proyectados para promoción, marketing, publicidad, relaciones públicas y comunicación, tanto para el mercado interno como internacional. También estaban los fondos del Banco Interamericano de Desarrollo, que al haber sido aprobados por el directorio del banco, se podrían haber redireccionado y ampliado para facilitar la capacitación en buenas prácticas sanitarias, proyectos de pequeñas y medianas empresas para desarrollo de la oferta territorial, rediseño de los destinos e incluso infraestructuras que generaran nuevos empleos genuinos o permitieran retomar personal en seguro de paro.
Incluso, apoyados en el asesoramiento del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), se podría buscar formas de apoyo a los equipos científicos de la Universidad de la República, del Instituto Clemente Estable, del Instituto Pasteur, incluso del sector privado, para el desarrollo de test que den la mayor certeza y velocidad de resultados, para contribuir a generar “ventanas seguras” para el ingreso de eventuales interesados en llegar con todas las seguridades sanitarias y trazabilidades insoslayables. Fondos que también contribuyan al establecimiento en pasos de frontera de la logística y recursos humanos de unidades calificadas para procesar ingresos “rápidos y seguros”.
Desgraciadamente para el sector, este no parece ser el talante de las autoridades.
La respuesta descalificadora de las autoridades a la idea de convocar un Gran Acuerdo Nacional por el Turismo, como ocurrió cuando el corte de puentes con Argentina en la década pasada, es una pena, pues el país lo necesita urgentemente y los antecedentes evidencian que fue y es posible.
Benjamín Liberoff fue director nacional de Turismo durante el gobierno de José Mujica y subsecretario del Ministerio de Turismo durante el gobierno de Tabaré Vázquez, hasta febrero de 2020