La propuesta de Transformación Educativa que sustenta la mayoría del Consejo Directivo Central (Codicen) está en etapa de definición. En estos días se conocieron los programas y el reglamento de evaluación que acompañan al plan de estudios de Educación Básica Integrada (EBI).
No hay correlación entre el primer documento del proceso, llamado Marco Curricular Nacional (MCN) y la malla que corresponde a la EBI. El planteo radical del primer documento se atenúa bastante en el segundo, en mi opinión debido a la fuerte resistencia que el MCN levantó en los colectivos docentes y estudiantiles.
Por otra parte, los programas y el reglamento serán considerados por las Asambleas Técnico Docentes (ATD), junto con el plan de estudios de la EBI, antes de finales de noviembre. De acuerdo con la ley 18.437 (con las modificaciones impuestas por la ley 19.889) esos organismos asesores deben ser preceptivamente consultados para los cambios de planes y programas. El Codicen ha solicitado que los documentos correspondientes a la consulta sean presentados como fecha máxima el 30 de noviembre. Con esos pronunciamientos el organismo que dirige la ANEP podrá proceder finalmente a la aprobación de la llamada “transformación educativa”; digamos que en la primera quincena de diciembre. A partir de ese momento los y las docentes procederán a elegir las horas para el próximo año, si es que Formación Docente ha culminado su proceso de modificación de las mallas, para el que aún faltan tantos pasos que resulta discutible que pueda hacerse para 2023. Por lo tanto, la incertidumbre y el malestar docente continuarán.
Cuando se analizan los últimos documentos, los argumentos que han sido manejados por quienes defienden la “transformación educativa” no se sostienen. Se habló de un traumático salto de Primaria a Media, además de “un plan para que no se pase de tener una maestra a 13 profesores de un año a otro”, lo que perjudicaría a los y las estudiantes. La primera medida es nominal: en lugar de ir a primer año de Educación Media, se pasa de sexto a séptimo. Según la nueva malla, en lugar de 13 docentes en el primer año de Secundaria o UTU, las y los alumnos tendrán 11. Subirán a 12 en 8° y a 13 en 9°. No parece que la reducción sea significativa, de acuerdo con la fundamentación planteada. No cambia sustancialmente la situación del estudiantado, pero sí se perjudica a los y las docentes, que ven amenazada su estabilidad laboral y modificada la forma de encarar la asignatura para la que se formaron, sin que aparezcan fundamentos pedagógicos para ello.
También se han vinculado los problemas de repetición y desafiliación con los contenidos de las asignaturas. Si comparamos los programas propuestos para la nueva malla con los de la Reformulación 2006 en Educación Secundaria, o el de Formación Profesional Básica (FPB) 2006 en UTU, no encontramos grandes diferencias en los contenidos, y sí la eliminación polémica de algunos de ellos y cambios cosméticos que no hacen la diferencia, por lo que tampoco se sostiene el planteo de que hay un vínculo entre ellos y los aprendizajes, como han sostenido las y los defensores de la transformación.
El Reglamento de Evaluación y Pasaje de Grado cierra el proceso. Se pretende introducir la evaluación por competencias, en una escala del 1 al 5, lo que se combina con otra que va del 1 al 10, que permitiría el proceso sumativo. Los acompañamientos para la protección de las trayectorias que se describen en el documento no difieren mucho de los que todos los centros ponen en práctica en la actualidad. La novedad está en la limitación de la repetición y la amplia flexibilización del control de asistencia, por lo que se puede decir que se “suavizan” las exigencias para valorar los aprendizajes. Es decir, si el problema es la repetición y la inasistencia, la solución es tender a eliminar la primera y a no controlar la segunda.
El cambio no es tan profundo como se pretende, aunque sí tiene componentes muy peligrosos para el futuro de la educación. Se trata más de propaganda que de consistencia pedagógica.
Si a ello le sumamos el recorte en el presupuesto, con sus consecuencias en la infraestructura y el aumento de alumnos por grupo por un lado, más el crecimiento de la pobreza con sus consecuencias catastróficas en lo social y cultural, la situación de los centros educativos es muy comprometida y está lejos de estar en condiciones de absorber todos los problemas logísticos que la transformación implica, la que, además, se aplicará de manera masiva, como nunca antes se hizo en ninguna reforma. A esto hay que agregar la falta de equipos multidisciplinarios, un reclamo recurrente en nuestras visitas a los centros educativos, cuyos actores se ven desbordados por los problemas psicológicos y las depresiones con las que llegan sus estudiantes.
Agreguemos a todo esto que, como dijimos, las nuevas mallas curriculares para Formación Docente aún no están aprobadas, lo que agrega una nueva inestabilidad a todo el sistema público. No se conocen las correspondientes a unas cuantas carreras, así como los programas que les darán contenido a las mallas. No hay fecha para la elección de horas en ese subsistema, lo que dificulta toda la operativa en Secundaria y UTU. Se llegará a fin de año sin tener claro el panorama de 2023, año en el que la proyección de grupos tiende a disminuir.
Por lo tanto, se tiene un panorama altamente inestable: es un grave error apresurarse con los cambios. Esa decisión se debe únicamente a razones de política electoral.
Creo haber demostrado que el cambio no es tan profundo como se pretende, aunque sí tiene componentes muy peligrosos para el futuro de la educación. Se trata más de propaganda que de consistencia pedagógica.
Me recuerda al fabulista griego Esopo (siglo VI A.C.) en El Parto de los Montes, que fuera presentada en los siguientes versos por el español Félix María Samaniego (1745-1801):
Con varios ademanes horrorosos
Los montes de parir dieron señales;
Consintieron los hombres temerosos
Ver nacer los abortos más fatales.
Después que con bramidos espantosos
Infundieron pavor a los mortales,
Esos montes, que al mundo estremecieron,
Un ratoncillo fue lo que parieron.
Hay autores que con voces misteriosas
Estilo fanfarrón y campanudo
Nos anuncian ideas portentosas;
Pero suele a menudo
Ser el gran parto de su pensamiento
Después de tanto ruido sólo viento.
La “Transformación” ha afectado derechos de estudiantes y docentes y complica la logística de los centros –que nominalmente aumentan su autonomía, pero que, en los hechos, están sometidos a prácticas verticalistas—. Todo esto se agrava con el recorte presupuestal, que llevará a grupos superpoblados para docentes estresados, reducción de horas y, en muchos casos, desempleo.
El problema es que luego del viento puede venir la tempestad. Parecería que el 2023 será un año difícil para la educación pública.
Julián Mazzoni es consejero del Codicen de la ANEP, electo por el colectivo docente.