Hace unos días, la diaria publicó la postura de Daniel Mordecki, en la que criticaba el lugar “de editorial” de las empresas encuestadoras, en el sentido de que, más allá de sus resultados, no había un debate propicio sobre la calidad de los datos obtenidos, la metodología de la encuesta y, en el caso de las elecciones internas en junio, los resultados de qué público se muestran. Esta postura tiene como objetivo sumar a la discusión sobre el tema, más allá de no compartir su pesimismo.

Encuestadoras y contexto

Es preocupante la poca discusión respecto al trabajo de las encuestadoras, particularmente por el lugar que se han ganado en la esfera pública. Un caso reciente puede ser la baja de la candidatura de Mario Bergara en las internas frenteamplistas, la que no se puede desvincular de los resultados de las encuestas (que lo ubicaban bastante lejos de su objetivo). Además, los resultados de las encuestas no existen solamente como un insumo para tomar decisiones sino que también afectan las preferencias de las personas. En este caso en particular, podrían haber ayudado a solidificar la polarización de la elección interna del Frente Amplio, partiendo de la base de que preferir/votar a Bergara no suponía mucha utilidad cuando el ganador/ganadora sería otro/a.

Por su relevancia, es bueno comprenderlas más allá de la simple comparación de sus resultados. Por ejemplo, con respecto a la intención de voto por partido, las encuestadoras difieren en sus estrategias para conseguirlo.

Hasta finales del año pasado, Cifra y Equipos Consultores la medían de la misma forma, preguntándole al encuestado qué iba a votar de forma espontánea, sin leerle las opciones. Sin embargo, a partir de este año, Cifra, después de preguntar a qué partido iba a votar de forma espontánea, empezó a leer una lista de partidos a quienes se mostraban indecisos. Este cambio metodológico es probablemente la razón de la baja de los indecisos en sus encuestas de 2024 y el aumento de la diferencia de los resultados entre las dos encuestadoras, que venían de la mano hasta el momento.

Opción prefiere leerles a los encuestados una lista de los partidos, pero Factum va más allá: los partidos considerados unipersonales como Cabildo Abierto y el Partido Independiente son acompañados de su máximo exponente (Guido Manini Ríos y Pablo Mieres, respectivamente); esto último podría ser la razón por la que estos partidos tienen una mayor intención de voto en Factum que en las encuestas de otras empresas, y explican, a mi entender, porqué es la única empresa consultora que ubica a la coalición multicolor por encima del Frente Amplio en sus pronósticos hace varias mediciones. Por si fuera poco, es la única consultora que ha decidido publicar la estimación del voto (sin indecisos) a esta altura del año, por lo que la comparación con el resto de las empresas se vuelve más complicada.

Como se dice habitualmente, el electorado uruguayo es muy partidizado. Sin embargo, hay quienes, por la forma en la que interactúan con la política, responden de forma distinta dependiendo del método utilizado y cada consultora piensa que su estrategia es la indicada para captar ese indicador. Por ejemplo, Factum pensará que nombrar a los representantes de los partidos unipersonales permite llegar a identificar la intención de voto de quienes no asocien a la figura y el partido, mientras que los que prefieren solamente captar las preferencias espontáneas del público dirán que Factum está captando un voto demasiado endeble o que la pregunta está mal distribuida porque los otros partidos no tienen candidato.

Eso sin descontar que las diversas encuestadoras tienen distintas estrategias metodológicas: encuestas cara a cara, telefónicas, a celulares por mecanismos automatizados de Whatsapp o por anuncios web que tienen sus propias ventajas y desventajas.

Es entendible que los resultados de las encuestas siembren frustraciones en algunas personas cuando se presentan de una manera categórica, en titulares bien grandes como si los porcentajes fuesen la realidad ilustrada.

Las consultoras vs junio

Las elecciones internas de junio son, particularmente, un gran desafío para las encuestadoras, principalmente a partir de que son elecciones voluntarias y cercadas dentro de cada partido.

A veces, la discusión se centra en que, al haber un escenario para cada partido, eso supone menos casos para evaluar cada interna. En consecuencia, la lupa se pone en el margen de error.

Sin embargo, creo que no se presta atención a un tema (aunque sólo sea anecdótico). Particularmente, en qué público se centran para evaluar las internas. Como se señaló en la nota de la diaria Verifica sobre este tema, cada encuestadora toma criterios distintos para la publicación de las intenciones de voto en las internas. Hasta hace un año, la mayoría tomaba las preferencias de los votantes de los partidos para cada interna, a excepción de Equipos Consultores, que tomaba a quienes se identifican como cercanos al partido. En las últimas mediciones publicadas, tanto Opción como Cifra han sumado a su análisis la visión de los votantes de los partidos que declaran que ‘seguramente’ van a votar en las internas.

Lo cierto es que todas las vías distintas de llegar a las preferencias de quienes finalmente van a votar en junio tienen sus defectos previamente a la discusión del tamaño muestral. Obviamente, los votantes de un partido en octubre no tienen el mismo set de preferencias que los de junio. En realidad, se estima que quienes votan en elecciones voluntarias están más interesados en la política, se sienten más cercanos a su partido, entre otras variables que hacen a la elección como su competitividad. Por otra parte, tomar a quienes se identifican como cercanos al partido puede ser un proxy útil para llegar a la estructura de esas preferencias pero se encuentra en un terreno muy subjetivo.

Entonces, ¿por qué no simplemente se quedan con quienes dicen que van a votar en las internas? Esa es otra alternativa, pero también tiene problemas. A partir de los tamaños muestrales publicados por Cifra y Opción en sus últimas fichas técnicas, se desprende que aproximadamente un 60% de los votantes de los partidos afirma que ‘seguramente’ votará en las internas, lo cual me permito poner en duda, ya que nunca ha participado más del 50% en este siglo y en las elecciones pasadas fue el 40%. Además, según el relevamiento de Factum de hace un mes, las personas no parecen tener mucha idea sobre cuándo son las elecciones internas (y posiblemente lo que implican), por lo que las preferencias publicadas a partir de ese corte también tienen problemas de constructo.

En consecuencia, es entendible que los resultados de las encuestas siembren frustraciones en algunas personas cuando se presentan de una manera categórica, en titulares bien grandes como si los porcentajes fuesen la realidad ilustrada.

Más allá de lo que pueda parecer lo expuesto anteriormente, las encuestas son herramientas excelentes para conocer la opinión de las personas y, en algún sentido, creo que debemos sentirnos privilegiados de tener varias encuestadoras serias que son capaces de medir lo que se proponen con una amplia variedad de métodos distintos.

Por eso, teniendo en cuenta el protagonismo que estas consultoras adquieren en el año electoral, nace la oportunidad de analizar las pinturas impresionistas que nos muestran y buscar el sentido con una mirada crítica.

Ernesto Rodríguez es licenciado en Ciencia Política.