Cultura
La fuente de la belleza
Es imposible recordar a Anita Ekberg sin mencionar, antes que cualquier otra cosa, la inmortal escena de La dolce vita (1959), de Federico Fellini, en la que Sylvia, interpretada por Ekberg, camina por los alrededores de la Fontana di Trevi, con un gatito sobre su cabeza, y, cuando observa la famosa fuente, se olvida del gato y de la piel que le cubre su espalda y hombros, para darse un chapuzón que se convertiría en una de las mayores demostraciones de sensualidad de la historia del cine.