El candidato del Partido Social Liberal, Jair Bolsonaro, fue el más votado en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil y gobernará el país hasta 2022. El diputado ultraderechista obtuvo 55,13% de los votos, frente al 44,87% que reunió su rival, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).
El mapa de las votaciones por estado muestra –tal como evidenció la polarizada campaña electoral– un país completamente dividido en dos. Haddad venció a Bolsonaro en todos los estados del nordeste de Brasil (Pará, Tocantins, Maranhão, Piauí, Bahía, Ceará, Rio Grande do Norte, Paraíba, Pernambuco, Alagoas y Sergipe), la zona más pobre del país, en algunos casos con más de 70% de apoyo.
En un primer discurso que difundió en sus redes sociales apenas se dieron a conocer los resultados, Bolsonaro prometió “pacificar” el país y defender “la Constitución, la democracia y la libertad”. Aclaró que esta “no es la promesa de un partido”, sino “un juramento a Dios”. El presidente electo aseguró que ofrece “un gobierno decente que trabajará para todos los brasileños” y afirmó que recuperará el “respeto internacional” a Brasil.
“Nunca estuve solo, siempre sentí el poder de Dios y la fuerza del pueblo brasileño, oraciones de hombres, mujeres, niños, de familias enteras”, dijo Bolsonaro, y citó su lema “Brasil por encima de todo, Dios encima de todos”.
El dirigente de extrema derecha dijo que su equipo tiene “todo” para convertir al país en una “gran nación” y que la “gobernabilidad” está asegurada gracias al “contrato con parlamentarios en los últimos años”. “Sólo llegué aquí porque ustedes, internautas y pueblo brasileño, realmente creyeron en mí”, agregó, antes de prometer: “Todos los compromisos serán cumplidos”.
En paralelo, Haddad reconocía su derrota en la sede del PT rodeado de su equipo y decenas de seguidores. Sin felicitar a Bolsonaro en ningún momento, el petista agradeció a la militancia de su partido por elegirlo para competir en la segunda vuelta y a los políticos que apoyaron su candidatura. Haddad dijo que la expresión de una parte importante del electorado brasileño “tiene que ser respetada”.
Después, citó el encarcelamiento del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el impeachment de su sucesora, Dilma Rousseff, como ejemplos de que Brasil está viviendo “un largo período” en el que las instituciones están siendo puestas a prueba. “Tenemos una tarea enorme en el país que es, en nombre de la democracia, defender el pensamiento y las libertades de esos 45 millones de brasileños que nos acompañaron hasta aquí”, afirmó. “Seguimos con la cabeza erguida, con determinación y coraje, para llevar nuestro mensaje a todos los rincones del país”, agregó.
Finalmente, hizo un llamado a redoblar los esfuerzos para los próximos comicios y pidió a los brasileños que no tengan miedo. “De aquí a cuatro años tendremos una nueva elección, tenemos que garantizar las instituciones y no vamos a dejar de ejercer nuestra ciudadanía [...] Quiero decir que sentí angustia y miedo en muchas personas. No tengan miedo. Estaremos aquí, estaremos juntos. Vamos a abrazar su causa. Coraje. ¡Viva Brasil!”, concluyó.
Unos minutos antes, su compañera de fórmula, Manuela D’Ávila, escribió en Twitter: “Perdimos, es justo que estemos tristes y preocupados, con la gente, con los nuestros, con Brasil. Pero la tristeza se tiene que transformar rápidamente en resistencia. El espíritu de estos últimos días, en los que miles de personas salieron a las calles para dar vuelta la votación de un modo tan bonito necesita mantenerse y multiplicarse. Ellos vencieron, pero la lucha va a continuar. Vamos a permanecer juntos, resistir y defender la democracia y la libertad”.
Aplaudido en la región
La victoria de Bolsonaro en Brasil consolida el giro a la derecha que se viene gestando en América Latina. Las felicitaciones de los gobernantes vecinos –entusiastas en el caso de Argentina y Chile– reflejó este fenómeno.
Uno de los primeros en referirse a las elecciones brasileñas fue precisamente el presidente argentino, Mauricio Macri, quien en Twitter celebró el “triunfo” de Bolsonaro y le manifestó su “deseo de trabajar pronto juntos” por “la relación” entre los dos países y “el bienestar” de argentinos y brasileños.
En la misma red social, su par chileno, Sebastián Piñera, felicitó a los brasileños “por una limpia y democrática elección” y a Bolsonaro “por su gran triunfo electoral”. El gobernante incluso lo invitó a visitar Chile y auguró que los dos “trabajarán con mucha voluntad y fuerza, mirando al futuro, en beneficio” de las dos naciones.
En una línea similar, el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, saludó al ultraderechista brasileño y lo invitó a trabajar juntos “por democracias más sólidas para la región, con instituciones fortalecidas y siempre buscando la prosperidad de los dos pueblos”.
Por su parte, el mandatario colombiano, Iván Duque, destacó el carácter democrático de la elección brasileña y le manifestó a Bolsonaro su “deseo para que esta nueva etapa del país vecino sea de bienestar y unión”. Al mismo tiempo, expresó la voluntad de su gobierno de “continuar la relación de hermandad para fortalecer vínculos políticos, comerciales y culturales”.
En un mensaje más escueto, el presidente de Perú, Martín Vizcarra, también felicitó al presidente electo de Brasil, le deseó “los mayores éxitos en su gestión” y le expresó su disposición a trabajar juntos para profundizar la “fraterna relación bilateral” que mantienen ambos países.
En su cuenta de Twitter, Bolsonaro dijo que el presidente estadounidense, Donald Trump, lo llamó por teléfono para saludarlo por su victoria y desearle “buena suerte”. “Manifestamos el deseo de acercar aun más a estas dos grandes naciones y avanzar en el camino de la libertad y la prosperidad”, escribió el dirigente brasileño, quien en más de una ocasión manifestó su admiración por el actual jefe de la Casa Blanca.
También celebró el éxito de Bolsonaro el secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, que “aplaudió” su “mensaje de verdad y paz”. En el mismo tuit, aseguró que el presidente electo “cuenta con el compromiso de la secretaría general de la OEA de trabajar en forma conjunta por la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo de la región”.
Más que un giro a la derecha
Durante toda la campaña, los detractores de Bolsonaro plantearon esta votación como una elección entre democracia o dictadura. Haddad pedía ayer que no tengan “miedo” y se refería al temor de muchos de que el presidente electo, que ha manifestado su admiración por la dictadura militar brasileña y ha defendido el uso de la tortura contra opositores de izquierda, viole los derechos humanos, limite las libertades civiles y restrinja la libertad de expresión. Sus comentarios machistas, racistas, homófobos y xenófobos marcaron su discurso y, de cierta forma, dibujaron a grandes rasgos sus posiciones políticas.
El programa del Partido Social Liberal apuesta al libre mercado, las privatizaciones, el endurecimiento de las penas privativas de libertad y un mayor involucramiento del Ejército en la seguridad interna del país. Precisamente, la propuesta del ultraderechista en materia de seguridad fue la que generó más rechazos durante la campaña, en la que insistió en que la “lucha contra la criminalidad” será uno de los principales objetivos de su mandato.
Bolsonaro apoya el porte de armas y defiende un cambio en el Código Penal para establecer la legítima defensa de hecho. El ex militar también planea reducir la edad de imputabilidad penal de 18 a 16 años, garantizar que los funcionarios policiales no sean castigados si matan a alguien mientras están “en servicio” y calificar de “terrorismo” las invasiones de propiedades rurales y urbanas.
El programa del futuro presidente brasileño no contempla a las minorías sociales, religiosas o étnicas, ignora los reclamos de los movimientos de mujeres y tampoco menciona la diversidad sexual. En el apartado sobre educación asegura que “el contenido y el método de enseñanza deben ser cambiados” y propone como fórmula del éxito “más matemática, más ciencias y más portugués, sin adoctrinamiento y sexualización precoz”. Esto último se enmarca en la cruzada contra la educación sexual en las escuelas y el combate contra la “ideología de género” que anunció desde su primer día de campaña.
En distintos comunicados, organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos exigieron ayer al presidente electo que proteja y respete los derechos fundamentales de los brasileños. Una de ellas fue Amnistía Internacional, que alertó del “enorme riesgo” que representa Bolsonaro “para los pueblos indígenas y quilombolas, comunidades rurales tradicionales, personas LGBTI, jóvenes negros, mujeres, activistas y organizaciones de la sociedad civil, si su retórica se transforma en política pública”.
Las chances de que eso suceda son altas: los planes presidenciales tendrán un amplio respaldo parlamentario en un Congreso en el que, tras la primera vuelta electoral, creció la representación del Partido Social Liberal y que, además, sigue teniendo una mayoría conservadora en las dos cámaras.
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