Luis Almagro comienza a planificar su vida a partir de 2025, cuando se termine su segundo mandato como secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y vuelva a Uruguay. Según dijo este jueves, le gustaría volver al país y dedicarse a la política en sectores de izquierda para “sumar esfuerzos a algo”. “e podría integrar a cualquier grupo que esté andando y funcionando al que me inviten”, aseguró.

En diálogo con Punto de encuentro de la radio Universal, Almagro dijo que no tiene “ánimos refundacionales” como para llegar a Uruguay y armar su propia agrupación, por lo que espera poder hacer política en sectores que lo reciban. De todas formas, indicó que en el espectro ideológico se mantiene dentro de la izquierda: “Yo sigo en la izquierda, nunca me moví de la izquierda; he tenido diferencias con algunos actores de izquierda por temas de principios de democracia y derechos humanos: si alguien me defiende dictaduras y lo toma de manera tan personal como para alejar o cuestionar una actuación, bueno, listo, pero no tengo problemas con la crítica en ningún sentido”.

En el mismo programa, pero en 2020, Almagro fue consultado sobre una posible incorporación al Partido Nacional y había respondido: “Siempre fui blanco, también siempre fui batllista. Más batllista que yo no hay nada en el Uruguay”.

Sobre el tema opinó que “izquierda puede haber en todos los partidos: hay en el bolsonarismo, en el batllismo, y definitivamente hay izquierda democrática en el Frente Amplio, que a veces se manca un poco, pero también hay ahí”. En relación al batllismo afirmó que “es la quintaesencia de la izquierda en Uruguay, la construcción del Uruguay es construcción batllista que se hizo desde la izquierda y no puede haber ninguna duda al respecto: ha sido el proyecto socialdemócrata de izquierda del hemisferio más exitoso”.

No es la primera vez que Almagro habla así del batllismo; en febrero de este año escribió una columna de opinión en El Día titulada “Batllismo, la quintaesencia del proyecto social en Latinoamérica”. En ese espacio sostuvo que el Uruguay batllista “tiene una dimensión distinta para la integralidad latinoamericana, retoma la visión artiguista de que los más infelices sean los más privilegiados”.

Consultado sobre si cambió su posición sobre Venezuela con respecto a lo que pensaba cuando era canciller del gobierno de José Mujica, aclaró: “Yo ya había tenido problemas con Venezuela, lo había tenido en 2012 cuando me opuse al ingreso de Venezuela al Mercosur, cuando en 2014 fui con la misión de [la Unión de Naciones Suramericanas] Unasur. No ha habido cambios en mi manera de ver la democracia y los derechos humanos”.

Al respecto de la situación del país caribeño y la posición de la OEA “siempre nos concentramos en nuestras gestiones en el tema humanitario; el presidente [Iván] Duque, de Colombia, ha hecho una gestión admirable desde el punto de vista humanitario, asimilando y dándoles documentación a un millón y medio de venezolanos, porque el costo de la crisis migratoria que ha producido Venezuela lo ha pagado fundamentalmente Colombia. Ha sido una gestión admirable en ese sentido y es un legado bien importante y pedimos eso mismo para el hemisferio: la asimilación de esa migración forzada venezolana, generar las mejores condiciones y el apoyo humanitario para Venezuela”.