Casi igual que en noviembre de 2021, Brasil decidió reducir el arancel externo común (AEC) del Mercosur -que establece los porcentajes que se cobran a ciertos bienes que entren en cualquier país del bloque- en otro 10% sobre unos 6.195 productos que incluyen carnes, pastas, galletas, arroz y materiales de construcción, entre otros.
La medida, anunciada por el Ministerio de Economía del país norteño, es de carácter temporal, y extiende la baja inicial -que iba hasta mitad de este año- hasta el 31 de diciembre de 2023. Según el comunicado emitido por el ministerio, la decisión responde al objetivo de “aliviar las consecuencias económicas negativas de la pandemia y la guerra en Ucrania”.
A diferencia de la rebaja de noviembre, que fue acordada con Argentina, esta parece haber sido una decisión tomada de forma completamente unilateral, a pesar de que aún no hubo una declaración oficial desde el gobierno argentino. En su momento, Uruguay fue el único integrante del bloque que no acompañó la decisión -Paraguay terminó por acoplarse a la postura de Brasil y Argentina- al no poder lograr que se negociara la baja del arancel junto con su propuesta de flexibilización del bloque; es decir, que cada miembro pueda negociar por fuera del Mercosur. Consultadas por la diaria, fuentes de la cancillería explicaron que “por ahora” no harán declaraciones al respecto.
El docente e investigador del Programa de Estudios Internacionales de la Universidad de la República Damián Rodríguez explicó que son medidas “que todos los países están tomando” a causa de la guerra, algo bastante lógico. Sin embargo, por el lado de las alianzas, es “en torno a esta agenda de la reducción del AEC y de la modernización” que se logra “reeditar esta asociación estratégica entre Brasil y Argentina, que acuerdan esta medida y Uruguay en este sentido queda relegado”.
En su momento, explicó Rodríguez, “todos creíamos que esta alianza entre Uruguay y Brasil iba a avanzar hacia algo concreto”, al mismo tiempo que se entendía “imposible el diálogo entre Jair Bolsonaro y Alberto Fernández”; ahí fue que Uruguay “pensó que tenía una cuota preferencial y podía lograr impulsar la flexibilización”, al tiempo que apoyaba la propuesta de Brasil respecto al arancel. Sin embargo, cuando se dio esta alianza entre los “gigantes”, fue que triunfó la agenda brasileña por sobre la uruguaya.
El segundo semestre de 2022, entonces, será clave para Uruguay, que asumirá nuevamente la presidencia pro témpore del bloque con una “discusión sobre la flexibilización que va a seguir estando”, estimó Rodríguez, y recordó las declaraciones del presidente de la República, Luis Lacalle Pou, en un evento del diario Clarín de Argentina, donde aseguró que “si se quiere acompañar, se acompaña; si no, con gusto vamos solos”, respecto a la posibilidad de negociar por fuera.
Asimismo, Rodríguez estimó que “una reducción del AEC estaría en consonancia con lo que dice el presidente, que no acompaña [la propuesta] pero sí es cierto que es una forma de ruptura”. El otro aspecto a tener en cuenta, según el investigador, “es que el segundo semestre va a estar marcado por este calendario de elecciones”, especialmente en Brasil, donde parece que va a “haber un cambio de gobierno”, según lo que indican las primeras encuestas. Esto sería aún más perjudicial para las pretensiones uruguayas, ya que entre Alberto Fernández y Lula hay una mayor cercanía ideológica, sobre todo en una agenda que tiene “dos diferencias: por un lado, lo que significa la modernización para Brasil y Argentina es la reducción del AEC, y para Uruguay es básicamente la derogación del artículo 32/00 y poder ir a negociar de forma unilateral tratados de libre comercio”.
Por último, Rodríguez destacó “la visita de Lacalle Pou a Reino Unido” como algo “muy simbólico” ya que “no termina de ser” quien plantea negociar por fuera del Mercosur “con quien finalmente materializó la decisión del Brexit”.
Entre un “revés para el gobierno” y “comprobación empírica” de las propuestas uruguayas
Consultado por la diaria, el senador frenteamplista Daniel Caggiani recordó que “luego del fracaso de esa propuesta en conjunto con Brasil”, el gobierno de Bolsonaro “concretó con Argentina la baja del AEC y Uruguay quedó aislado, [porque] básicamente terminó no firmando por primera vez una resolución conjunta”.
Esto, según Caggiani, es “otro revés para el gobierno” ya que “parte de la estrategia de Uruguay por segunda vez fracasa y parece tener una resolución diferente a la que pensaba”. Sobre lo que se viene, el senador y expresidente del Parlasur entendió que “la situación transitoria está marcada por la crisis que ha generado la guerra entre Rusia y Ucrania, pero creo que es importante que Uruguay pueda encauzar todas las negociaciones en el ámbito regional, porque es el ámbito necesario para generar este tipo de resoluciones”.
En una presidencia de este tipo, explicó, “a Uruguay le conviene tener posiciones concertadas” con Argentina y Brasil, que en definitiva son “quienes tienen poder de resolución”. “Eso es lo que no termina de comprender el gobierno, y a veces negocia con posiciones como si fuera Brasil, pero somos Uruguay”, sentenció.
Por su parte, el senador del Partido Nacional Sebastián da Silva dijo que ve “con buenos ojos” esta medida tomada por Brasil y que no necesariamente afecta los objetivos uruguayos, sino que, por el contrario, “confirma que la tesis uruguaya de tener autonomía a la hora de poder negociar tiene comprobación empírica”, y se trata de un “antecedente que nos pueda permitir avanzar en flexibilizar el Mercosur”.
“Me parece que hay que tomarlo desde el punto de vista positivo”, remarcó, y señaló que medidas como estas son las que se toman “a nivel internacional” a raíz de “esta nueva realidad a partir de la pospandemia y la guerra en Europa” que trae consigo “mucha complejidad con el incremento de la inflación”.
Respecto a qué espera de la presidencia pro témpore de Uruguay, Da Silva sostuvo que “el Mercosur tiene una agenda muy complicada por las circunstancias políticas que viven Argentina y Brasil”, por lo que dijo tener “muy pocas expectativas” y preferiría “que la agenda internacional de Uruguay estuviera mirando fuera del Mercosur”.