“Ahi agua Salus”, dice un cartel en la puerta de un almacén sobre la avenida Artigas, en San José de Carrasco. Un par de cuadras al norte, Teresa abre el portón del terreno en el que vive su madre, Milka González, quien espera a la diaria en el fondo, donde se halla su casa. Aunque es una mañana soleada y cálida, la madre de Ruben Prieto, desaparecido el 30 de setiembre de 1976 en Buenos Aires, se encuentra sentada adentro, acompañada por una de sus nietas, que acaba de volver de grabar un video vinculado al 20 de mayo para un canal de televisión.

Un par de años atrás, González, de 94 años, recibió a este medio junto a su nuera, Ángeles Michelena, su hija, Victoria Prieto, y otra de sus nietas, Luna Benvenuto. En aquella entrevista, la menor de las cuatro mujeres expresó que mayo es “un mes oscuro, de exposición, en el que todo el mundo está esperando algo” de su familia. “En realidad siempre decimos lo mismo y pareciera que no se escucha mucho”, había comentado.

En cambio, González celebra “que todavía se siga conmemorando” y el hecho de que “la fecha no se ha olvidado”, asegura. Sentada en el medio de la cocina y acompañada por su hija, González habla de la desaparición de su hijo.

“Siempre miro la foto y no me termino de convencer, aun ahora que han pasado los años”, dice. En su memoria, uno de los recuerdos que parecen estar más presentes es el de la época previa a que desapareciera. Con Ruben “hablaba mucho y le decía que se cuidara”, y cada vez que salía lo esperaba despierta y nerviosa porque se “daba cuenta de las cosas, o las sabía de algún modo”. Su hijo integraba el Frente Estudiantil Revolucionario y por su militancia fue detenido en tres oportunidades y requerido en agosto de 1972. Ni bien se enteró, González llamó a una amiga de Prieto para que lo contactara y le avisara que no volviera a su casa esa noche “porque lo iban a esperar”, y así fue.

Poco tiempo después, sobre fin de año, el joven se fue a Argentina. En 1975 tuvo una hija con Ángeles Michelena y en julio de 1976 se la enviaron a González a causa de la persecución que sufrían por formar parte del Partido por la Victoria del Pueblo. Al abrir la valija con las pertenencias de su nieta –llamada Victoria–, entre las que “estaban hasta los juguetes”, la abuela entendió que “se habían despedido de ella”. Así comenzó un período de crianza compartida, en el que la niña estaba de lunes a viernes con sus abuelos maternos y el fin de semana en su casa. Cuando encarcelaron a Michelena, González fue la encargada de llevar a su nieta a visitarla, pero ella no la podía ver. “Me permitieron verla creo que unos días antes de concederle la libertad, y con la milica al lado no podías hablar de nada”, explica.

Nunca bajar los brazos

“La nena amortiguaba un poquito” el dolor, expresa al conversar sobre lo que supuso entender que su hijo había desaparecido. “Fue una cosa tremenda decir: no lo voy a ver más, no está”, y “costó mucho” asimilarlo. Aunque perdió la esperanza “hace rato”, de vez en cuando González piensa que lo volverá a ver entrar por la puerta.

La madre de Ruben Prieto fue una de las fundadoras de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos. De hecho, muchas de las primeras reuniones del colectivo se realizaron en su casa. “Nos íbamos encontrando en las denuncias” y “las seguimos manteniendo siempre” para “que esto no se acallara y que se supiera lo que había sucedido, porque la gente no sabía y no entendía cómo”, cuenta al hablar sobre los primeros pasos junto a sus compañeras.

Pese a la frustración ante la ausencia de respuestas, González nunca pensó en “bajar los brazos” y siempre quiso mantenerse en “la lucha”. Ahora que los años pesan en el cuerpo y ya no puede participar en tantas actividades como antes, apuesta a mantenerse activa y conectada con sus compañeros de forma virtual. Reflexionando sobre la Marcha del Silencio, manifiesta que sirve para “recordar los hechos anteriores”, para que no sucedan más. “Lo único que deseo es que esto no se vuelva a repetir, que no pasen otras madres por lo que hemos pasado nosotras”, afirma. Sobre lo que depara el futuro y la posibilidad de que el pasado no quede atrás, opina: “No creo que a corto plazo, por lo menos, se vuelva a repetir. Pero ¿una qué sabe?”.

Ruben

De acuerdo a una denuncia que presentaron sus vecinos, la tarde en que Ruben Prieto fue secuestrado, un grupo de personas armadas y vestidas de particular acudieron a su domicilio en dos vehículos –un Ford Falcon y una ambulancia–, en los que se llevaron bolsas con ropa y frazadas. Aunque nadie fue testigo del momento de su detención, se sabe que estuvo recluido en el Centro Clandestino de Detención Automotores Orletti, gracias al testimonio de José Luis Bertazzo, un argentino que declaró haberlo visto allí.