Sobre las 11.00 de este martes, la Asamblea General comenzó a sesionar en conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, en una jornada que estará marcada por el aniversario de la disolución de las cámaras, que se produjo el 27 de junio de 1973. En ese marco, el senador que habló en primer lugar en nombre del Frente Amplio (FA) fue Enrique Rubio, quien puso el foco en el período predictatorial, que se extendió a lo largo de la década de 1960, cuando “resonaba en este país el golpismo”, y los elementos que condujeron al quiebre institucional.
Rubio también hizo hincapié en que el golpe de Estado no es un suceso que quedó cerrado en el pasado, y consideró que “lo peor que podemos hacer es pensar que lo que sucedió hace 50 años ya fue” y que “lo explican tales o cuales chivos expiatorios”. Criticó los discursos que plantean que “no sucederá más” y que “no han quedado secuelas” por “carecer de una mirada sistémica” y “no haber aprendido nada de tanta oscuridad y dolor”. “Eso es lo peor que podemos hacer. La democracia es un cristal que nos protege, pero es un cristal frágil que cuando se rompe salta en mil pedazos y a todos nos lastima”, reflexionó.
Luego, el senador de la Vertiente Artiguista enumeró cinco “verdades”. La primera, dijo, “es que hay desaparecidos en este país aún” y “por ello la historia reciente es historia actual contemporánea, aunque haya pasado medio siglo”. La segunda verdad, según Rubio, “es que el golpe de Estado cívico-militar –reitero: cívico-militar– fue el 27 de junio de 1973, como hoy lo ratificamos, y no el 9 de febrero”, como han planteado algunas figuras del oficialismo. “Esta posverdad funcional a determinadas miradas no resiste el análisis. No hubo ni siquiera una reunión del Parlamento en aquella circunstancia. Muchos se equivocaron, incluso dentro de nuestro partido”, continuó Rubio, pero resaltó que “el general Liber Seregni hizo lo que tenía que hacer: pidió la renuncia de [Juan María] Bordaberry por haber sido desautorizado y la asunción de [Jorge] Sapelli, siguiendo la línea institucional”.
“La tercera verdad, a mi juicio, es que el golpismo nació herido por la marca que dejó la huelga general que se decidió con ocupación y reocupación de los lugares de trabajo, en 1964, cuando resonaba en este país el golpismo”, prosiguió Rubio. Para referirse a la cuarta verdad hizo un análisis del contexto sociopolítico en el que se produjo el golpe de Estado, que, a su entender, explica por qué la democracia “no pudo resistir”.
El “cóctel” y el “desemboque trágico”
“La democracia no podía resistir el embate a cinco puntas que la despedazó. No podía resistir la crisis económica, social y política, porque los partidos tradicionales estaban muy malheridos, a mi juicio, en esa circunstancia, y porque el sistema de gobierno era extremadamente complicado”, afirmó. Tampoco podía resistir, consideró, “la crisis económica del Uruguay liberal de los 60 y el conflicto redistributivo que avanzó hasta comienzos de los 70”, década en la que “los salarios cayeron en un tercio”, apuntó.
Este contexto derivó en una revulsión social “enorme”, que se sumó a “las ilegalizaciones de diarios y partidos de fines del 77, después de la muerte de [Óscar] Gestido, ni las militarizaciones del 68 y el 69, ni vivir todo el tiempo con medidas prontas de seguridad”. “No podía resistir la democracia la hegemonía de la Doctrina de la Seguridad Nacional y del golpismo. El conflicto redistributivo se cruzó con la Guerra Fría, con la Doctrina de la Seguridad Nacional y con la guerrilla. Y este cóctel, junto con los elementos anteriores, constituyó una situación que tuvo un desemboque trágico”, apuntó Rubio.
El senador mencionó dentro de este cóctel la “violencia en el amplio espectro que iba desde la guerrilla hasta el Escuadrón de la Muerte” y “el ascenso en las Fuerzas Armadas del golpismo, que había desplazado a la corriente constitucionalista”.
Para llegar a la quinta verdad, Rubio recordó que “el 15 de noviembre de 1972 las Fuerzas Conjuntas declararon derrotada a la sedición, pero siguieron: pasaron por el 9 de febrero, desacataron al presidente constitucional en ese momento, y siguieron hasta el 27 de junio, en el que disolvieron las cámaras”. “Por lo tanto, la quinta verdad es que después se instauró el terrorismo de Estado. Y que los uruguayos vivimos bajo el terrorismo de Estado, con todo lo que significó en materia de desapariciones, de muertes, de exilio, de tortura, y el resto de las cosas más abominables que podamos pensar y concebir”, sostuvo.
Rubio dijo que la violencia institucional la soportaron todos los partidos, “en mayor o menor grado”, y aunque acotó que “hubo partidos que tuvieron sectores que coparticiparon en este proceso golpista”, reconoció que “no fueron sus mayorías”. En ese sentido, dijo que su fuerza política rinde “homenaje no sólo a lo que hicimos [en referencia a sus integrantes], también a lo que hizo Wilson en la campaña internacional y a lo que hicieron algunos liberales del Partido Colorado que resistieron la dictadura en esas circunstancias”.
Finalmente, Rubio resaltó que “la lucha contra el terrorismo de Estado tuvo una salida, que tuvo como fuente y punto de apoyo fundamental la movilización de la gente y la resistencia de los ciudadanos uruguayos, que no admitieron nunca el trauma cultural y la quiebra de la tradición democrática que habían asimilado a lo largo de muchas décadas en nuestro país”.
“Cuándo las Fuerzas Armadas homenajearán a Seregni”
Por su parte, el senador frenteamplista Mario Bergara indicó que la dictadura cívico-militar le hizo un “daño” a la sociedad uruguaya que “fue brutal”. “¡Si quedarán deudas pendientes! La verdad sobre las y los desaparecidos sigue secuestrada por unos cobardes criminales que tienen información y no la brindan”, dijo y agregó que “la no aparición de los restos” es la continuación de los crímenes de la dictadura.
Para Bergara, “el presente debe tener memoria, basada en estudios, en testimonios documentados, en la literatura y el arte”, como también en la educación “hogareña y formal” y en “el discurso politico democrático”, porque “el presente debe tener verdad para que las nuevas generaciones no sean engañadas deliberadamente”. “El presente debe tener justicia”, añadió, y consideró que estos “deberes políticos” son para fortalecer la democracia.
Finalmente, subrayó que “hay responsables” de “preparar, incitar, dar el golpe de Estado”. “Ferreira Aldunate reconoció haber cometido errores pero no fue el causante del golpe. Seregni se dolía por pacificar el país y sacarlo del creciente autoritarismo. Pero Wilson estuvo exiliado, casi asesinado. Seregni estuvo torturado, fue declarado traidor por su propio Ejército”, añadió, y se preguntó cuándo las Fuerzas Armadas homenajearán a Seregni y a los militares presos por “mantener la dignidad del uniforme”.