“En un solo día, en 25 países del África subsahariana, las mujeres pasan 16 millones de horas recogiendo agua, a menudo en detrimento de la escolarización o el trabajo remunerado, y con posibles riesgos para la salud derivados de transportar cargas pesadas repetidamente y a través de largas distancias”; este dato, extraído de una publicación de la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, forma parte de la justificación del sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas: “Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y saneamiento para todas y todos”.
La mayoría de los hogares uruguayos (95,3%) dispone de agua de la red de OSE para beber y cocinar, pero los restantes 57.500 hogares (4,7%) no acceden a ese servicio, según datos elaborados por la Consultora Investigación Aplicada (Cinap), con base en datos de la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística correspondientes a 2016. La gran mayoría de las casas que no cuentan con agua de OSE (48.945 hogares) recurren a pozos surgentes protegidos; los pozos surgentes no protegidos son fuente de agua para 3.761 hogares; 2.507 se abastecen de aljibes, y 382 hogares recurren a ríos y arroyos. Si bien, y afortunadamente, estamos muy lejos de la situación que se padece en el continente africano, muchos hogares uruguayos también tienen sus dificultades de acceso al agua. Muchas de las dificultades prácticas que trae el hecho de no poder abrir una canilla para acceder a ese líquido esencial para la vida recaen sobre las mujeres; así lo indica la información de ONU Mujeres, que señala que “entre cocinar, limpiar, ir a buscar agua o leña y cuidar de las niñas, los niños y las personas mayores, las mujeres realizan al menos 2,5 veces más trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que los hombres”.
Los organismos estatales uruguayos no clasifican por género la información sobre el acceso al agua; los datos proporcionados por Cinap, a los que accedió la diaria, ayudan a ver el impacto en las mujeres.
En las zonas rurales, la cobertura de OSE apenas alcanza a 26,2% de los hogares. La gran mayoría de estos (52.523), a su vez, tienen jefaturas masculinas, mientras que las mujeres figuran como jefas de sólo 11.752 hogares. Según Cinap, en las zonas rurales la red de OSE llega a 23,9% de los hogares con jefatura de hombres, y la situación es mejor para los hogares rurales con jefatura femenina, donde la proporción de cobertura llega a 36,6%. De los 11.752 hogares rurales con jefas, 77 utilizan agua de arroyos y ríos para cocinar y beber, 246 usan pozos surgentes no protegidos, 360 se abastecen del líquido en aljibes, y 6.510 a pozos surgentes protegidos.
La cobertura de saneamiento es menor que la de agua de OSE: sólo 62,1% de los hogares uruguayos están conectados a la red general de saneamiento; 37% cuenta con fosa séptica, o pozo negro. “Hay 6.844 hogares que no tienen baño ni lo comparten”, dice el estudio de Cinap. Los datos de acceso al saneamiento son similares para hogares con jefatura femenina y masculina.
El trabajo de Cinap también analiza la posesión de electrodomésticos básicos que sirven para calentar el agua y bañarse: calefones, termofones y calentadores instantáneos. Son 86.000 (7%) los hogares que no tienen acceso a esos elementos básicos en los tiempos que corren. Al igual que ocurre con el agua potable y el saneamiento, el acceso a estos artefactos es mejor en la capital del país y peor en las zonas rurales: 18,4% de los hogares rurales carece de acceso, así como 11,5% de los hogares de las localidades de menos de 5.000 habitantes y 4,3% de los montevideanos.
“Los hogares donde las mujeres son jefas de hogar poseen menos de dichos artefactos básicos de bienestar. Para las localidades de menos de 5.000 habitantes el 13% de esos hogares no posee dichos elementos básicos, y en las áreas rurales, el 22,1%”, indican los datos procesados por Cinap.