El verano pasado, cuando las cianobacterias privaron a la población capitalina del uso recreativo del agua, las autoridades del Ministerio de Salud Pública (MSP) llamaron a la precaución, pero también a la calma. El 11 de febrero de 2019, el programa Puntos de vista, de Radio Uruguay, entrevistó a la directora general de Salud, Raquel Rosa. Se le consultó si habían aumentado los casos de problemas digestivos debido a las cianobacterias. “No. Nosotros no hemos tenido comunicación de muchos casos. Estamos en comunicación con el Centro de Toxicología, que es el que recibe la mayoría de las consultas, y no hemos tenido ninguna novedad de que la situación haya cambiado”, fue la respuesta. Una semana antes, en declaraciones que recogió Radio Monte Carlo, el ministro de Salud Pública, Jorge Basso, había hecho consideraciones en la misma línea. “No hemos tenido desde el punto de vista epidemiológico, sanitario, ninguna situación especialmente distinta a otros años”, comentó.
Sin embargo, las autoridades sanitarias desconocen la magnitud de los casos de afectaciones a la salud por cianobacterias, porque las enfermedades derivadas de la exposición a este tipo de toxinas no integran el listado de enfermedades de declaración obligatoria que se registran y se evalúan por el Departamento de Vigilancia en Salud de la División Epidemiología y el Área Programática de Enfermedades no Trasmisibles del MSP. Así lo señala el propio MSP en la respuesta a un pedido de acceso a la información pública realizado por Río Abierto de la diaria.
Se preguntó a las autoridades el número de consultas y casos de alergia, inflamaciones de piel y mucosas, diarreas, náuseas y vómitos registrados desde el 1° de diciembre de 2018 hasta el 28 de febrero de 2019 inclusive. El MSP respondió que no contaba con esa información por el motivo señalado, y agregó que, sin perjuicio de esto, “las Direcciones Técnicas de los prestadores y emergencias móviles, cuando constatan un incremento de consultas por algún evento no notificable pero que llame la atención, que supere lo esperado, se comunican igualmente con el ministerio para mantenerlo informado”. “En este sentido, durante el período señalado no fueron notificados ni informados un volumen de llamados médicos vinculados a los motivos de consulta por los cuales se pregunta”, añade la respuesta.
Sin protocolos
El Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (CIAT) sólo registra las consultas por sospechas de afectación, y no lleva un recuento de los casos clínicos. Su directora, Amalia Laborde, dijo a la diaria que la afectación a la salud por exposición a cianobacterias es una intoxicación y, como tal, debe ser registrada por el centro, porque es de declaración obligatoria. “El tema es que para eso tiene que haber sospecha, porque lo que se notifica o se registra es la sospecha. En realidad, las intoxicaciones por las toxinas de las cianobacterias serían de declaración obligatoria si el médico las sospechara”, explicó. Sin embargo, actualmente no hay ningún protocolo que establezca que los médicos deben preguntar sobre la exposición a cianobacterias cuando se enfrentan a estos cuadros. El verano es el tiempo de las gastroenterocolitis, y cuando una persona acude al médico con esos síntomas, difícilmente el o la profesional atribuya la causa de la intoxicación a la exposición a cianobacterias, a menos que exista un protocolo que disponga que hay que preguntar específicamente sobre esto, añadió Laborde.
“Para poder saber realmente si esto está generando un impacto sanitario, y medir la efectividad de todas las medidas de precaución que sí se están tomando, en realidad deberíamos tener algún indicador, y no lo tenemos”, apuntó la directora del centro. Consideró en ese sentido que se debería “avanzar en algunas pautas para el sector sanitario” en materia de registro de la exposición a cianobacterias.
Laborde explicó que a partir de una revisión primaria que realizaron, no encontraron antecedentes de este tipo de guías sanitarias en otros países de la región; evaluó que esto puede deberse a que antes las floraciones de cianobacterias “se consideraban eventos que se monitorizaban”, y era “un tema que no se vivía como demasiado grave”. “Sin embargo, creo que recién hoy nos empezamos a dar cuenta de que es un problema sanitario, y yo no conozco que haya protocolos y guías de trabajo para el sector de la salud, al menos en países de la región”, señaló.
Consideró que podría ser interesante incorporar una disposición que establezca que cuando la Intendencia de Montevideo y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) comunican la presencia de cianobacterias en zonas de baños, el sistema de salud deba registrar si hubo o no exposición a cianobacterias de las personas con cuadros de diarrea, vómitos, alergias o inflamaciones en piel y mucosas. Esto permitiría contar con información para analizar el impacto sanitario del fenómeno. “Es algo que se está pensando”, aseguró Laborde.