Los resultados del monitoreo de calidad del agua potable de la Unidad Reguladora de los Servicios de Energía y Agua (URSEA) en las localidades de la cuenca del río Santa Lucía arroja en general valores que cumplen la normativa vigente. Pero hay excepciones, según surge de un pedido de acceso a la información pública realizado por Río Abierto de la diaria para el período 2017-2018.

El monitoreo, efectuado en el marco del Plan de Vigilancia de Calidad del Agua Potable, abarca 13 localidades de Canelones (Aguas Corrientes, Canelones, Ciudad de la Costa, La Paz, Las Piedras, Pando, Paso Pache, Progreso, San Ramón, Santa Lucía, Suárez, Tala y Toledo), ocho localidades de Florida (25 de Agosto, 25 de Mayo, Casupá, Florida, Fray Marcos, Mendoza Chico, Mendoza Grande, Paso Severino), dos de San José (Ituzaingó, San José), tres de Montevideo (Montevideo, Pajas Blancas y Santiago Vázquez) y una de Lavalleja (Minas). Las muestras son extraídas y analizadas por la Unidad de Análisis de Agua de la Facultad de Química. Se trata de un monitoreo complementario al que realiza OSE y no pretende ser representativo del estado de la calidad del agua, sino apoyar las actividades de fiscalización.

En 6% de las muestras extraídas se detectó presencia de bacterias que deberían estar ausentes en el agua potable, según el Reglamento Bromatológico Nacional. De ese porcentaje, la mayoría eran muestras que presentaban coliformes totales. La presencia de coliformes no necesariamente significa que haya materia fecal en el agua. Según la publicación Guías para la calidad del agua potable de la Organización Mundial de la Salud (2006), las bacterias pertenecientes al grupo de los coliformes totales están presentes tanto en aguas residuales como en aguas naturales. Algunas de estas bacterias se excretan en las heces de personas y animales, pero muchas son capaces de multiplicarse en suelos y medios acuáticos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) entiende que debe haber ausencia de coliformes totales inmediatamente después de la desinfección del agua, y “la presencia de estos microorganismos indica que el tratamiento es inadecuado”. “La presencia de coliformes totales en sistemas de distribución y reservas de agua almacenada puede revelar una reproliferación y posible formación de biopelículas (tapices bacterianos), o bien contaminación por la entrada de materias extrañas, como tierra o plantas”, indica la publicación del organismo internacional.

En marzo de 2017 se detectaron coliformes en tres muestras de agua potable de la localidad de Fray Marcos. En 2018, hubo muestras con coliformes en las localidades de Pando (en febrero), Tala (en marzo), Fray Marcos (en marzo), Minas (en setiembre), Florida (en setiembre) Montevideo (en noviembre) y Progreso (en diciembre). Además, se detectó Escherichia coli -considerado un indicador de contaminación fecal- en Fray Marcos, Florida, en marzo de 2018. También se detectó la bacteria Pseudomonas aeruginosa en Casupá, Florida, en marzo de 2018, y en la ciudad de Florida, en setiembre de 2018. Según la publicación de la OMS mencionada, Pseudomonas aeruginosa es un microorganismo común en el medio ambiente y puede encontrarse en las heces, el suelo, el agua y las aguas residuales. Puede causar diversos tipos de infecciones, pero según aclara la guía, no suele causar enfermedades graves en personas sanas sin algún factor predisponente.

La presencia de coliformes totales en algunas de las muestras que extrae la URSEA es un fenómeno que se repite año a año. En una nota de Río Abierto publicada en diciembre de 2017, que analizaba los datos del monitoreo del organismo regulador para el período 2013-2016, se informaba que en 2013 se detectaron coliformes en muestras de cuatro localidades de la cuenca del Santa Lucía; en 2014, estas bacterias estuvieron presentes en muestras de agua de cinco localidades; en 2015, en ocho localidades; y en 2016, en cuatro localidades.

El Reglamento Bromatológico Nacional, en lo referente al agua potable, establece que “en el caso de aguas tratadas, si se analiza un mínimo de 40 muestras anuales, tomadas regularmente a lo largo del año, se puede aceptar la presencia de coliformes totales en 5% de los casos”. De todos modos, en el caso del monitoreo de URSEA no existe ese mínimo anual para evaluar.

El presidente de la URSEA, César Falcón, dijo a la diaria que cuando se detectan muestras que no cumplen con la normativa vigente se le informa a OSE y se toman muestras hasta que el problema se soluciona. En la respuesta al pedido de acceso a la información pública realizado por Río Abierto, el organismo regulador indica que además se informa al Ministerio de Salud Pública. “En los casos que se constataron incumplimientos en el período, se realizaron las repeticiones de los muestreos en los mismos puntos hasta verificar el cumplimiento de la normativa”, explica URSEA en su respuesta.

En los datos proporcionados consta que el organismo siempre realizó una muestra adicional a la semana siguiente de haber detectado bacterias no permitidas en la misma localidad donde se realizó la muestra, y en esa segunda instancia las muestras arrojaron ausencia de bacterias.

Otros contaminantes

Una muestra tomada en mayo de 2018 en la localidad de Santa Lucía arrojó presencia de cadmio por encima de lo permitido en el Reglamento Bromatológico Nacional, que considera a esta sustancia un “contaminante tóxico”. La norma establece que el nivel de cadmio en el agua potable no debe superar los 0,005 miligramos por litro, y el cadmio registrado en la muestra mencionada alcanzó los 0,0154 mg/L.

El cadmio es un metal que se utiliza en la industria del acero y en los plásticos. Según la guía de la OMS, se libera al medioambiente en las aguas residuales, y los fertilizantes y la contaminación aérea local producen contaminación difusa. La principal fuente de exposición diaria al cadmio son los alimentos. Si bien hay pruebas de que el cadmio es cancerígeno por inhalación, no hay pruebas de que sea cancerígeno por vía oral ni pruebas concluyentes de su genotoxicidad (capacidad de causar daño al material genético), indica la OMS.

Otra muestra de agua potable, tomada en la localidad de Pando en agosto de 2017, registró turbiedad por encima de lo permitido: 44,9 contra un máximo de 50 unidades nefelométricas de turbiedad. “Se dio un incumplimiento aislado en un punto de red. No se registraron antecedentes ni se repitieron incumplimientos de este parámetro”, indica la URSEA en su informe.

El cloro es una sustancia que se utiliza para desinfectar el agua, y según la OMS no se han observado efectos adversos específicos de esta sustancia en personas y animales que lo ingirieron en agua para consumo. De todos modos, la presencia de cloro excedió el límite establecido en la normativa uruguaya en Tala (abril de 2018), 25 de Mayo (abril de 2018), Casupá (marzo de 2017) y Minas (noviembre de 2017). Sólo en el caso de la muestra de 25 de mayo el cloro excedió el límite máximo recomendado por la OMS de 5,0 mg por litro. En el mismo sentido, el informe de URSEA indica que el valor máximo permitido de cloro vinculado al riesgo de posibles afectaciones a la salud es de 5 mg por litro. “Los incumplimientos en este parámetro fueron escasos y puntuales. No se verificaron antecedentes ni repeticiones de esta no conformidad”, señala el organismo.

Equipo de datos: Ana Tuduri, Jaime Dávila