Durante 2020 y los primeros meses de 2021 en Uruguay hubo una reducción de 44% en los estudios de detección precoz del cáncer de colon

A nivel mundial, el cáncer colorrectal es el tercero más común en hombres y el segundo en mujeres (10% de todos los casos de cáncer incidentes en hombres, y 9,2% de todos los casos de cáncer incidentes en mujeres), y ocupa el cuarto lugar como causa de muerte por cáncer. Casi 55% de estos casos ocurren en los países más desarrollados¹.

Al igual que los países con alto y muy alto índice de desarrollo humano, en Uruguay este cáncer exhibe cifras elevadas de incidencia y mortalidad: el cáncer colorrectal es el segundo cáncer más frecuente (luego del cáncer de mama) con casi 2.000 casos nuevos por año, y es la segunda causa de muerte por cáncer (luego del cáncer de pulmón). Provoca más de 1.000 muertes anuales (casi 14% de las muertes por cáncer), en otras palabras, cada ocho horas fallece por esta causa una persona en nuestro país².

Cuando se compara la mortalidad con la incidencia, se ve que la mortalidad es sustancialmente menor que la incidencia, lo que se debe a que es un cáncer pasible de detección temprana, en una etapa potencialmente curable. Además se puede prevenir, es decir, evitar su desarrollo siguiendo hábitos de vida saludables y adhiriendo a los controles para la detección temprana, que varían según el nivel individual de riesgo (nivel que valora el médico de cabecera).

Si bien es un cáncer evitable o detectable en etapa temprana, en el mundo y también en nuestro país un porcentaje importante se diagnostica en etapa avanzada, incurable. A consecuencia de los retrasos en la prevención y atención del cáncer durante la pandemia por covid-19, este porcentaje puede ser mayor en el mediano plazo. De hecho, los resultados del estudio que impulsamos desde la Cátedra de Oncología Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República,³ y en el cual se compararon, entre otros, los datos de tamizaje para la detección temprana y primeras consultas oncológicas durante el período del 16 de marzo al 31 de junio de 2020 con los registrados en igual período de 2018 y 2019 por los prestadores integrales de salud, confirman una reducción de 73% en el número de estudios de sangre oculta en materias fecales para la detección temprana del cáncer colorrectal.

No fue el único estudio de tamizaje que se resintió: se documentó una disminución de 80% en el número de estudios de PAP y de 66% en el de mamografías, así como una reducción de 28% en el número de consultas de primera vez en los servicios de oncología.

La actualización a diciembre de 2020 muestra una reducción de 44% en el número de test de sangre oculta en materias fecales (45% en los estudios de PAP y 41% en las mamografías), y esta caída se mantiene en el bimestre enero-febrero 2021 comparado con el bimestre de 2019-2020.

Estudios internacionales estiman que estos retrasos determinaran un importante aumento de la mortalidad por cáncer⁴, aumento que en el caso del cáncer colorrectal podrá superar el 15% a cinco años⁵.

Es necesario implementar acciones que, sin poner en riesgo el control de la pandemia por covid-19, prevengan o mitiguen el aumento de la morbimortalidad por cáncer. Entre estas acciones son clave las relacionadas con el mantenimiento de hábitos de vida saludable y lograr recuperar los controles para la detección temprana. A fin de asegurar el acceso a los servicios de salud y evitar que se desborden, es necesario ajustar guías y recomendaciones a la situación sanitaria y socioeconómica actual, asegurar el transporte a los servicios de salud y reducir copagos de estudios necesarios para el control del cáncer.

Lucía Delgado es profesora de Oncología Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.