Lo que atenta contra la salud mental de las personas mayores no es la medida sanitaria de distanciamiento físico sino el estigma y lugar social que se le asigna a este colectivo en función de su edad.
En un escenario de gran incertidumbre, la diversidad de alternativas y perspectivas que se expresan libremente enriquecen el debate y las probabilidades de éxito.