Es un gasto que, se estima, ronda los 30 millones de pesos por año y fue asignado al organismo tras un acuerdo con los prestadores en 2008; de procesarse el cambio, el costo podría ser pagado por el trabajador
Indicaron que las policlínicas barriales del departamento “se sostienen con los recursos del voluntariado que recauda fondos”, con venta de “rifas y tortas fritas”.
Rodrigo Arim consideró que a diferencia de lo que ocurre en Uruguay, el grueso del financiamiento debe provenir del sistema sanitario y no del presupuesto universitario.
Esto implicaría limitar el máximo de horas por semana y poder acceder a una jubilación antes; es una profesión insalubre “a nivel físico, mental y social”, dijo una de las integrantes del colectivo