Cultura
Manuel Soriano llega puntual y accede al pedido del fotógrafo para improvisar unos retratos en la vereda. Adentro, en el bar, los parroquianos miran desconfiados, pero en el fondo disfrutan de la escena. Sin que nadie llegue a notarlo, esta escena podría pertenecer a cualquiera de sus libros, sobre todo porque en su obra lo importante, la certeza que resolvería el conflicto o, al menos, lo dejaría en evidencia, siempre parece darse al margen de la narración.