El jueves 22 de octubre, en una conferencia de prensa, el presidente Luis Lacalle Pou anunció que, a raíz de los informes del Ministerio de Salud Pública (MSP) y el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), el Poder Ejecutivo decidió cerrar las fronteras. Será un “verano restringido”, dijo ese día el primer mandatario. En un video difundido tres días después, el ministro de Turismo, Germán Cardoso, dijo que la decisión fue tomada con “mucho dolor”, agradeció el interés por visitar el país y aseguró que espera que la situación pueda revertirse en el mediano plazo.
Esta noticia fue un golpe para todas las actividades relacionadas con el turismo. Fernando Guarneri, presidente de la Asociación de Intérpretes Guías-Guías del Uruguay (AIGU), dijo a la diaria que una de las consecuencias de esta decisión es que no habrá turismo receptivo ni emisivo, no habrá extranjeros que hagan visitas guiadas ni los trabajadores podrán salir del país con grupos de uruguayos. Por eso, el martes AIGU se reunió en una asamblea extraordinaria en la que se pusieron en común algunas ideas, pero no llegaron a una conclusión sobre cómo afrontar los meses que se vienen.
“Ante esa noticia se generó una preocupación mayor y en la asamblea discutimos qué se puede plantear. El sector turístico sin duda fue el más golpeado por la pandemia: las agencias de viajes, los operadores y nosotros”, dijo. Además, contó que los más de 70 afiliados a AIGU trabajaban con el circuito de cruceros, que es “el más exclusivo que venía al país”, y eran contratados para hacer los paseos por Montevideo, Colonia y Punta del Este, que se pagaban en dólares.
Guarneri aclaró que al tratarse de una asociación, y no de un gremio o sindicato, les resulta más difícil recibir ayuda del gobierno, porque en su mayoría tienen una unipersonal o son monotributistas. De todas formas, dijo que les confirmaron una audiencia con las autoridades del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), de la que aún no tienen fecha. También pedirán una reunión con los jerarcas del Ministerio de Turismo, pero después de que tengan un documento con las ideas propuestas en la asamblea.
El presidente de AIGU contó que la idea no es “exigirle nada a nadie, es ir en una buena y decir: ‘Estamos acá, somos un montón y queremos ver qué se puede hacer’”. Una posibilidad es que pidan algún tipo de exoneración impositiva, como por ejemplo los aportes al Banco de Previsión Social, porque, según aseguró Guarneri, tienen claro que no tendrán trabajo.
“Esta pandemia por la covid-19 nos ha pegado y todos estamos sin saber bien qué es lo que se puede hacer”, sostuvo. Agregó que entre 20% y 30% de los asociados depende exclusivamente del turismo; una de las resoluciones de la asociación fue hacer un relevamiento que les permita estar al tanto de la situación de cada socio, a los efectos de colaborar en algo con los fondos de AIGU. “Desde la asociación creemos que tenemos que buscarle la vuelta como para ir paleando esta situación que viene para largo”, dijo.
Otra de las acciones que esperan llevar adelante en un futuro cercano es conversar con otras organizaciones, como la Asociación Nacional de Guías de Turismo (Anguitur), la Asociación de Guías de Turismo de Colonia y la Asociación Civil de Guías de Turismo del Departamento de Maldonado. “No hemos tenido gran contacto debido a la pandemia. La mayoría de la gente que integra las asociaciones de guías son de edades avanzadas y hay que tener cuidado, por eso no hicimos ninguna reunión presencial, pero la idea es reunirnos en breve”, comentó Guarneri.
Una de las posibilidades para que los guías tengan algo de trabajo en la temporada que se acerca es el turismo interno. Sobre esta posibilidad, que se trató en la asamblea, dijo que uno de los desafíos es convencer al público uruguayo, “que a veces es reacio a que alguien le muestre la ciudad en la que vivió toda la vida”. Su opinión personal es que el rubro se tendrá que reconvertir, porque algunas de las medidas contra el coronavirus llegaron para quedarse y las personas “están optando por los viajes en pequeños grupos o familiares, entonces es difícil que vuelva a pasar, en un período corto de tiempo, que salgamos con 40 personas en un bus como lo hacíamos antes. Eso deja un poco de lado nuestra función, que es manejar grupos”.
“No podemos sentarnos a esperar turistas que sabemos que no van a venir”, entonces “lo que nos queda es apuntar al público uruguayo y seducirlo con tours que salgan de lo tradicional, empezar a buscar actividades distintas, algo al aire libre y en el interior; el tema es que para llevarlo a la práctica hay que contar con la gente y sin un mínimo de 20 personas no se puede contratar un ómnibus de una agencia”, a eso se suma que los dueños de los coches, las agencias, por estar paradas tienen los vehículos con los seguros mínimos, “lo que implica que la agencia tiene que tener una ganancia sustancial. Para nosotros es mejor salir y ganar un poco menos para seguir en la actividad, pero también hay que contar con la difusión”, dijo. La gran diferencia con los turistas de cruceros es que con ellos los guías no necesitaban contar ni con coche ni con promoción: la agencia los llamaba y ellos hacían su trabajo. “Ahora tenemos que crear un producto y venderlo, cambia el perfil. Tenemos que ver cómo podemos hacer para implementarlo en Uruguay”, aseguró.