¿A qué te dedicás?
Soy encargado del faro de Punta Carretas. Mi función primaria es la operatividad del faro, ocuparme de que siempre esté en funcionamiento. Los faros son una señal de ayuda para el navegante, y esa es nuestra prioridad. También hacemos mantenimiento de los espacios y la atención al público que lo visita.
¿Cómo te afectó la pandemia?
Veíamos las noticias en todos lados y era inminente: tarde o temprano iba a llegar acá. Al principio, sentí temor, sobre todo por los demás: pensar en contagiar a otro y no saberlo. Aquí estamos un poco expuestos al turista, lo cual tiene un mínimo riesgo, pero es un riesgo al fin.
El trabajo no cambió, pero dejamos de recibir público hasta noviembre. Esto no me afectó desde el punto de vista económico, pero empezamos a adoptar un nuevo protocolo: el uso de alcohol en gel, las burbujas, la distancia social y el tapabocas. Extrañamos la interacción con el público durante esos meses que estuvimos cerrados a las visitas.
¿Hubo algo que se te haya hecho más fácil o más difícil?
Se sintió la falta de público hasta noviembre, lo que hizo más tranquilo el trabajo. Generó un cambio en nuestra rutina. Se nos hizo difícil tener que decirles a las personas que no podían ingresar todos esos meses que estuvimos cerrados y, personalmente, extrañé no tener esa parte social, que también hace a la tarea del día a día.
¿Qué te parece que va a pasar y qué te gustaría que pasara?
A partir de esta pandemia aprendí a valorar muchas cosas que antes no valoraba, como un partido de fútbol, un festejo familiar. Son cosas que se extrañan. Pienso que vamos a lograr erradicarla, pero va ser difícil hacerlo a la velocidad que todos quisiéramos. Vamos a lograr controlarla, como se han controlado otras epidemias.
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