Los discursos que presentaron Jorge Bermúdez, responsable de la Secretaría de Relaciones Internacionales del PIT-CNT, y Andrés Fostik, presidente de la Comisión Sociolaboral de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), en la 110ª Conferencia Internacional del Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), no tuvieron muchos puntos de contacto: uno habló sobre las consecuencias de la pandemia en el mundo del trabajo, el otro cuestionó algunos de los caminos que toma la OIT en la actualidad. Pero hay un punto al que se refirieron ambos: el proyecto que plantea cambios en la ley de negociación colectiva.

El pasado 8 de junio, en conferencia de prensa, el PIT CNT rechazó de forma “contundente” el proyecto para reformar la ley de negociación colectiva que envió el Poder Ejecutivo al Parlamento en mayo y que hoy en día se está tratando en la Cámara de Diputados. Los cambios que quiere efectuar el gobierno en la ley tienen su base en las observaciones que hizo la OIT sobre ella en 2010, que fueron una respuesta a la queja del empresariado uruguayo por las variaciones que se hicieron en 2009. Un día después del anuncio del PIT-CNT, y ante el organismo que sugirió algunos de los cambios del proyecto, Bermúdez manifestó que el movimiento sindical rechaza “enfáticamente el proyecto de la ley a estudio del Parlamento que introduce modificaciones regresivas a la ley de negociación colectiva para el sector privado”.

Por otro lado, Fostik comenzó planteando la interrogante de si los procedimientos, decisiones y actuaciones que gobiernos, trabajadores y empleadores impulsan en la OIT logran cumplir con sus objetivos. Aunque el representante de los empleadores consideró que la “OIT continúa siendo el último ámbito en el que trabajadores y empleadores pueden recurrir en defensa de los derechos y principios fundamentales”, señaló que “tanto en la supervisión de las normas fundamentales del trabajo como en el trascendente rol parlamentario de esta organización, encontramos oportunidades para mejorar su actuación”.

Los cuestionamientos fueron el preámbulo al planteamiento que hizo sobre las observaciones de la OIT al Estado uruguayo en 2010, que, según Fostik, “indican importantes incumplimientos de convenios fundamentales del trabajo”. Afirmó que 12 años es un tiempo excesivo, pero en referencia a los cambios que planteó el gobierno sobre la ley de negociación colectiva, valoró que, “actualmente, se presentó un proyecto de ley que busca solucionar varias de las observaciones efectuadas”.

De acuerdo a una publicación de El Observador en mayo, si el proyecto de ley de negociación colectiva no tiene cambios en el Parlamento, las cámaras empresariales mantendrán su queja en la OIT. La declaración de Fostik va en la misma línea a lo que le dijeron fuentes empresariales a El Observador: los empleadores no plantearían su posición sobre el tema a menos que los representantes del gobierno hicieran mención a él en la conferencia. En su oratoria de este miércoles, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, no hizo referencia al proyecto.

Fostik también sugirió que hay oportunidades para mejorar la labor parlamentaria de la OIT, argumentó que el empresariado percibe “que existe una hiperregulación del trabajo que dificulta la aplicación de los derechos que busca sinceramente amparar”. Apuntó que “el déficit se encuentra en la implementación de normas adecuadas que sean funcionales al empleo, de normas que simultáneamente logren proteger derechos y permitan el desarrollo empresarial. Aprobar todos los años una nueva declaración o un nuevo convenio no resuelve los problemas. A la vista está”.

Indicó que hay ejemplos que muestran la necesidad de nuevas reflexiones para confirmar si el camino a seguir desde la OIT es contemporáneo o si hay que buscar nuevas alternativas: “Contribuir a construir un ámbito donde se tiendan puentes, donde se evite el conflicto, donde tengamos más desarrollo y mejores empresas y que los trabajadores vivan con legítima dignidad”.

La pandemia y el mundo del trabajo

Al igual que hizo Mieres en su discurso, Bermúdez comenzó su oratoria hablando de la covid-19. Planteó las enormes desigualdades en el mundo que dejó al descubierto la pandemia, particularmente en los países menos adelantados. “La profundización de las desigualdades y las violaciones a los derechos humanos, entre ellos los derechos laborales, han quedado al descubierto. Junto a ello, la especulación y el lucro de las grandes farmacéuticas, que obtuvieron enormes ganancias con la provisión de vacunas, situación que condenamos duramente”, dijo.

El sindicalista explicó que esta realidad global es consecuencia de la pandemia y del “sistema capitalista que lleva al planeta a límites de explotación de sus recursos nunca vistos y que amenazan seriamente la sobrevivencia de la especie humana”. Aseguró que se deben articular respuestas a escala mundial a la crisis actual y sugirió que deben apuntar a “generar estímulos económicos que impliquen un aumento del gasto público, creación de empleo, combate a la informalidad, protección de la salud de la población, seguridad social, educación y vivienda, con fuerte protagonismo de los estados”.

Bermúdez hizo referencia al manejo de la pandemia por parte de Uruguay y diferenció los resultados en materia sanitaria con los efectos sociales y económicos. Señaló que a partir de un diálogo social tripartito que posibilitó acuerdos y la asistencia del Sistema Nacional Integrado de Salud, que permitió la aplicación de un plan de vacunación exitoso, se logró combatir la covid-19. Por otro lado, dijo que aumentaron el desempleo y la pobreza y que hubo pérdida de ingresos para un amplio sector de los uruguayos. “Allí están las diferencias que se manifiestan hoy con nuestro gobierno”, señaló.

“Entendemos que el modelo económico imperante no puede ser el que marque el designio de los que menos tienen. Se debe procurar un crecimiento sostenible y una distribución equitativa de la riqueza, con pleno respeto a la democracia, los derechos humanos, el derecho a la autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de los conflictos y el fin de los bloqueos de los grandes imperios sobre pequeños países. Es así que existen varias y profundas propuestas para transformar esta realidad, todavía estamos a tiempo, debemos entonces poner en ello todo nuestros esfuerzos”, cerró Bermúdez.