La Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó El panorama laboral 2025 para América Latina y el Caribe, que señala que la región se encuentra “en un momento crucial”, ya que “transita por una etapa de profundas transformaciones, impulsadas por la aceleración tecnológica, la crisis climática y la persistencia de desigualdades estructurales”.

En materia de proyecciones para 2026, la OIT señala que se anticipa una ligera desaceleración de la economía, con una tasa de crecimiento estimada de 2,3%. Este desempeño refleja la capacidad de la región para mitigar los impactos externos, aunque en un contexto de espacio fiscal limitado, elevada deuda pública y estancamiento de la productividad.

Agrega que “en este contexto, un mayor progreso en los indicadores del mercado laboral podría verse comprometido, con riesgos de estancamiento en la creación de empleo formal y persistencia de la informalidad”.

Sobre la informalidad laboral, aunque con una ligera reducción respecto del año anterior, “esta sigue siendo uno de los rasgos más persistentes del mercado de trabajo regional”. Aunque la tendencia ha sido decreciente desde 2021, la reducción observada es todavía insuficiente para modificar el rasgo estructural del mercado laboral, y es uno de los retos centrales para el desarrollo laboral en la región. En promedio, afecta a casi la mitad de las personas ocupadas (cerca de 47%) en la región, con diferencias significativas entre países: mientras que en Uruguay y Chile las tasas son inferiores a 30%, en Bolivia y Perú supera el 70%, dice el informe.

Acerca de los indicadores laborales de la región, el documento registra que mostraron una estabilidad relativa durante 2025. La tasa de participación se mantuvo cerca de 63,3%, sin cambios respecto de 2024, mientras que la tasa de ocupación aumentó levemente para ubicarse en 59,6%. “La tasa de desocupación continuó su tendencia descendente, situándose en un 5,8%, su nivel más bajo de los últimos años. Estos resultados confirman la consolidación de la recuperación pospandemia, aunque no implican avances sustantivos en términos estructurales”, expresa la OIT.

Dinamismo del consumo privado

En materia de cifras, el informe expresa que América Latina y el Caribe registraron en 2025 su tercer año consecutivo de crecimiento estable, con una expansión del PIB (producto interno bruto) real de 2,4%, similar a la de 2024, pero por debajo del promedio mundial (3,2%).

Detalla que algunos factores externos “han favorecido el desempeño económico de la región en 2025, lo que, según el FMI [Fondo Monetario Internacional] y la Cepal [Comisión Económica para América Latina y el Caribe], derivará en un crecimiento del PIB real de ALC [América Latina y el Caribe] del 2,4% y en una disminución de los niveles de inflación”. Entre estos factores se encuentran “la caída de los precios internacionales de los alimentos y la energía, que, junto con la depreciación del dólar de Estados Unidos, han contenido presiones inflacionarias observadas en años anteriores”, agrega el informe.

Con referencia a los factores internos se destaca la dinámica del consumo privado, que ha sido el principal impulsor del crecimiento de la demanda agregada, y las mejoras en la inversión, que han permitido compensar el efecto negativo sobre el crecimiento derivado de los desbalances comerciales y la caída del gasto público.

En ese sentido, la OIT agrega que los bancos centrales “han mantenido una postura contractiva en materia de política monetaria, con tasas de interés de referencia por encima de los niveles previos a la pandemia de covid-19. Esto ha contribuido a controlar las presiones inflacionarias, aunque también ha limitado la inversión y el consumo, que son factores clave para estimular el crecimiento económico”.

El documento expresa que la 20ª Reunión Regional Americana de la OIT, celebrada en Punta Cana en octubre pasado, reafirmó que “la democracia, la paz, el trabajo decente y el diálogo social son pilares esenciales para construir un futuro con desarrollo sostenible y justicia social”. La Declaración de Punta Cana “constituyó un compromiso renovado con el multilateralismo, la cooperación y la solidaridad, y reconoce que sólo mediante instituciones democráticas sólidas y un diálogo social efectivo se podrá avanzar hacia un futuro del trabajo inclusivo y resiliente”.

La OIT interpreta que este llamado se traduce en prioridades claras: “Garantizar los principios y derechos fundamentales en el trabajo, promover la formalización y la protección social universal, impulsar transiciones justas frente a los cambios tecnológicos y climáticos, cerrar las brechas de género y digitales, y consolidar entornos laborales seguros y saludables”.

También se expresa que ALC se encuentra “en un escenario caracterizado por crecimiento económico moderado, estabilidad relativa en los indicadores laborales y persistencia de desafíos estructurales”. El texto dice que la región “ha mostrado resiliencia” ante un contexto internacional marcado “por tensiones geopolíticas, volatilidad comercial y riesgos climáticos, pero los avances en materia de trabajo decente siguen siendo insuficientes para cerrar las brechas históricas”.

Brechas de género y desocupación juvenil crítica

Para la OIT, las brechas de género persisten, y detalla que los indicadores recientes “muestran comportamientos algo más favorables entre las mujeres y una reducción de las brechas, aunque esta convergencia avanza a un ritmo insuficiente. En el primer semestre de 2025, la tasa de participación masculina fue del 75% y la femenina, casi del 53%; la ocupación, del 71% y del 49%, respectivamente; y la desocupación, del 5% y 7%”.

En este punto, el informe explica que “el aumento de 1 punto porcentual en la tasa de ocupación promedio entre 2019 y 2025 se explica por 0,7 puntos en hombres y 1,4 puntos en mujeres. Aunque esta convergencia constituye un avance significativo, sigue siendo insuficiente para cerrar las diferencias estructurales por género”.

En cuanto a las edades, el primer semestre de este año, la tasa de participación laboral de los adultos fue de 67% frente a 48% de los jóvenes y la ocupación fue de 64% y de 42%, respectivamente. La OIT señala que “la desocupación juvenil sigue siendo crítica, ya que alcanza el 12,5%, casi tres veces la tasa de los adultos, y se combina con altos niveles de informalidad, que alcanzan el 56% en las personas jóvenes, mientras que entre los adultos fue del 42,8%. Se observa una caída sostenida del grupo de jóvenes que no estudian ni trabajan remuneradamente”.

En materia salarial, la evolución reciente del salario mínimo en la región muestra, en su mayoría, mejoras en el poder de compra. Entre el primer semestre de 2024 y el primer semestre de 2025, el salario mínimo real aumentó en 11 de los 17 países analizados. En suma, el balance regional es positivo. Finalmente, también se observa un panorama relativamente positivo en cuanto a la evolución reciente de los salarios medios por hora. En el último año, se registró una variación positiva en siete de nueve países analizados.