Con los resultados definitivos de las elecciones generales del pasado 27 de octubre, se confirmó la distribución otorgada por el escrutinio primario. La Cámara de Representantes quedó integrada por 48 bancas para el Frente Amplio (FA), 30 para el Partido Nacional (PN), 16 para el Partido Colorado (PC), dos para Cabildo Abierto, dos para Identidad Soberana y una para el Partido Independiente. Esto significa que el bloque de la izquierda estará integrado por un diputado menos que la coalición de gobierno y la llave de la mayoría la tendrán las bancas ocupadas por la familia Salle.

Por otra parte, en la Cámara de Senadores la mayoría absoluta la tendrá el FA con 16 bancas, frente a nueve del PN y seis del PC. La banca número 31 será ocupada por quien sea electa vicepresidenta, lo que se dirimirá el último domingo de noviembre. Esto provoca una situación que no se daba desde hace dos décadas: el partido o coalición gobernante no contará con mayoría en ambas cámaras.

Una excepción a esta regla ocurrió en octubre de 2016, cuando el entonces diputado frenteamplista Gonzalo Mujica abandonó el oficialismo por desencuentros en torno a la aprobación de una comisión investigadora parlamentaria que buscaba analizar los negocios entre Uruguay y Venezuela, así como por su desacuerdo con la reforma de la Caja Militar. Esta situación se mantuvo hasta setiembre de 2017, cuando Mujica abandonó definitivamente la banca y asumió su suplente.

Si bien es un hecho que el próximo gobierno deberá buscar acuerdos con integrantes de la oposición para aprobar sus proyectos, ambos bloques cuentan con distintos puntos de partida. El FA ya tiene mayoría en el Senado y deberá concretar acuerdos para la media sanción en Diputados. Por otra parte, la coalición cuenta con una banca más que el FA en Diputados, pero deberá construir mayorías en ambas cámaras.

Las potestades del Senado

En conversación con la diaria Verifica, el politólogo Daniel Chasquetti detalló cuatro aspectos en los que la gobernabilidad podría verse afectada en caso de un Ejecutivo dirigido por Álvaro Delgado y un Senado manejado por el FA.

El Senado designa al fiscal general de la Nación y a los fiscales, y aprueba la venia a los directores de entes autónomos y servicios descentralizados, para lo que son necesarios tres quintos de los votos. En caso de que esto no ocurriera, pasado un plazo de 60 días, el Poder Ejecutivo podría hacer una nueva propuesta o reiterar la anterior, y en caso de que no se consiga la venia, sólo sería necesaria la mayoría absoluta. “Si gana Delgado, no tendrá ninguna opción, tendrá que negociar”, señaló.

Una opción ante esta adversidad es la propuesta de Laura Raffo de mantener el equipo de la administración actual, algo que el politólogo señaló como “un problema”. “La distribución de cargos actual responde al tamaño relativo que tenían los partidos en 2019. Eso cambió y habrá insatisfacción en los socios menores. Cabildo y el Partido Nacional estarían sobrerrepresentados y el Partido Colorado subrepresentado”, señaló.

Otro de los aspectos a tener en cuenta es el bloqueo de los procesos de ley. En caso de que no se pongan de acuerdo ambas cámaras, es decir, que ambas otorguen la media sanción, su aprobación pasará a votación de la Asamblea General. En caso de empate, debe reiterarse la votación y, si la igualdad persiste, la votación resultará negativa.

El tercer asunto son las funciones de censura a los ministros, que de acuerdo al artículo 147 de la Constitución puede ser iniciada por cualquiera de las cámaras. El FA podrá aprobar el inicio del proceso de censura por sí solo con su mayoría en el Senado. Ante esto, será convocada en sesión especial la Asamblea General, para lo que se necesitará la mayoría absoluta de los votos y, en caso de alcanzarse, implicaría la renuncia del ministro.

El presidente de la República podría vetar la censura en caso de que la votación fuera por menos de dos tercios de la Asamblea General. Esto llevaría a una nueva convocatoria, para lo que se necesitarían tres quintos de los votos para mantener la censura. En este caso, el presidente podría disolver la Asamblea General y llamar a nuevas elecciones parlamentarias.

Además, de acuerdo al artículo 102 de la Constitución de la República, la Cámara de Senadores tiene como potestad iniciar los juicios políticos a pedido de la Cámara de Representantes o de las Juntas Departamentales, y debe emitir sentencia para separar a los enjuiciados de sus cargos, para lo que se necesitan dos tercios de la cámara.

El cuarto aspecto serían las comisiones investigadoras, de las cuales el FA podría disponer con su mayoría en el Senado. “Eso es un espectáculo complicado, que erosiona. Entonces Delgado debe negociar y confiar en la responsabilidad institucional del Frente Amplio, y que el Frente Amplio decida no quedar en una situación de bloqueador, de actor recalcitrante”, señaló.

Sin mayorías absolutas en Diputados

Sobre la conformación de mayorías en la Cámara de Representantes que permitan la sanción de leyes, Chasquetti señaló que es “mucho más sencillo”, ya que la coalición “no es lo mismo en el gobierno que en la oposición” y que, si bien podría haber unidad entre blancos y colorados, hay otros factores a tener en cuenta. Un ejemplo de esto es la postura anunciada por Cabildo Abierto de no actuar coordinadamente en caso de que Delgado no acceda al gobierno.

“La Cámara de Diputados es mucho más flexible. Los diputados están vinculados al territorio. Ahí hay intereses y el Poder Ejecutivo transfiere fondos todo el tiempo a las intendencias y los municipios”, destacó Chasquetti, y agregó: “El gobierno puede negociar paquetes, porque los diputados están vinculados a los intendentes, y ahí puede haber negociaciones que produzcan posibilidades de aprobar cambios de recursos”.

Asimismo, esta cámara puede formar comisiones investigadoras que, en caso de contar con el apoyo de los diputados de Salle, podrían ser impulsadas por cualquiera de los bloques en caso de ser oposición.

“Hay ciertas reglas de juego que te generan estos problemas, porque el sistema no estaba pensado para que funcionara con un presidente electo en segunda vuelta. Es una reversión pura, es decir, cuando el segundo le gana al primero. El segundo siempre va a tener un partido más chico y está expuesto a que le pasen esas cosas”, afirmó Chasquetti.