¿Cómo arreglamos esto?

Merkel advirtió que la crisis europea se relaciona directamente con incumplimientos de las reglas acordadas para la eurozona. "Si se tiene una moneda común hay que poder tener confianza mutua. Los países tienen que poder confiar en que se cumplen las reglas. Por ejemplo, si decimos que no puede haber deudas por encima de 3% del Producto Interno Bruto, hay que confiar en que eso por algo debe ser así", razonó, señalando a continuacaión: "Eso hizo falta en Europa: tenemos una moneda común pero durante un tiempo algunos países hicieron lo que quisieron sin tener en cuenta las reglas", disparó a los deudores más acuciados. Después habló sobre el caso griego. "Tengo el máximo respeto por el programa aprobado por el parlamento griego. Pero también hay que decir que si se quiere que haya crecimiento e inversiones tiene que haber seguridad jurídica y las empresas tienen que saber que van a un país donde no reina la corrupción". Cabe recordar que la legislación contable germana prevé una columna para los pagos que las compañías deben hacer en algunas operaciones que realizan en otras jurisdicciones para incidir en la toma de decisiones de quienes tienen poder para concretar negocios. O sea, el Estado permite a las empresas nacionales descontar las coimas que pagan en el extranjero para hacerse con los contratos.

Europa tiene su economía en stand by desde hace tres años por el debilitamiento de la demanda internacional de bienes provocada por la dimensión financiera de la crisis, que esclareció el maquillado panorama de descomunales desbalances macroeconómicos en muchos Estados decisivos para el conjunto de la economía global, como EEUU y varios de la Unión Europea (UE), asociación ésta que en virtud de su naturaleza debe gestionar -y debería superar si el proyecto tiene condiciones para perdurar- las consecuencias de administraciones laxas y acuerdos incumplidos por algunos miembros (ver la diaria de ayer, página 10). "Es correcto que ayudemos a Grecia, Portugal, Irlanda y otros países, pero siempre hay que repetir que cada nación tiene que hacer sus deberes", afirmó el miércoles la canciller alemana, Angela Merkel (ver recuadro). La declaración fue realizada a la carta para el auditorio conservador y nacionalista de su partido (Unión Cristianodemócrata, CDU) y refleja la posición sobre el punto del gran empresariado germano y de otros sectores del norte y centro comunitarios. Expresa el recio posicionamiento liberal-administrativo de quienes exigen cesión de potestades a cambio del dinero prestado.

Claro que éste, ganado en el caso de Alemania en relevantes volúmenes por varias generaciones que reconstruyeron el país desde 1945, también se multiplicó en virtud de la plataforma que Europa significó para una nación visceralmente pujante. Y Merkel lo reconoció frente a sus correligionarios democristianos, recordándoles que la moneda política tiene por lo menos dos caras. "Alemania ha necesitado de Europa", apuntó en defensa del compromiso de Berlín con los programas de salvataje. Y redobló la apuesta aludiendo a las complejidades del porvenir. "No podemos solos, Europa es nuestro futuro", puntualizó, citada por la agencia italiana de noticias ANSA.

Salvatierra

De ahí las simultáneas conveniencia y necesidad de seguir alargando a los países con economías descalabradas la piola del crédito para devolver anteriores créditos no pagados, que ya comenzaron a ser cobrados con activos públicos de los países deudores y porciones de los ingresos de sus asalariados y otros sectores sociales no dominantes. Para prestar más a Grecia, Irlanda, Portugal, y tal vez a España e Italia, y eventualmente a otros, hace falta que quienes administran el capital en crisis negocien los volúmenes y las fuentes del financiamiento, en plena zafra.

Los planes para esos tres Estados fueron diseñados y aplicados, y son monitoreados, por la estructura institucional de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Partidas para ellos por 78.000, 85.000, 110.000 y 130.000 millones de dólares fueron dispuestas por el organismo multilateral y el Banco Central Europeo, entre cuyas delicadas misiones se cuenta la de hacer que los Estados corten sus sangrías fiscales para que los bancos acreedores recuperen al menos una parte de los pasivos. Y también para restaurar confianza en la economía, cuya ausencia mina las expectativas a escala cada vez más extendida.

Entonces, apenas horas después de la aprobación ejecutiva del segundo rescate a Atenas por 130.000 millones de euros, la UE y el FMI ya dejaron conocer su idea de involucrar a otras regiones y países en la recolección de dinero rápido para apagar los incendios que vislumbran. El diario japonés Ashai Shimbun informó ayer que el FMI se propone recaudar 500.000 millones de dólares en efectivo para lidiar con los problemas de Europa. La información añade que el gobierno de Tokio analiza sumarse a la iniciativa con una participación por valor de 50.000 millones de la moneda estadounidense, atribuyendo al Ejecutivo nipón la intención de contribuir con los programas en aplicación para contener la crisis de deuda soberana de la eurozona.

Sin embargo, no se espera que el dato se confirme en breve, no al menos en la cumbre del G20 que tendrá lugar en México este fin de semana, aseguró el periódico, explicando que Tokio no anunciará oficialmente la cifra que está dispuesta a aportar antes de escuchar los montos de las contribuciones que harán otros Estados. Un desembolso por aquella cifra acrecienta en cualquier caso la incidencia política sobre los programas de rescate. Además, las dificultades económicas surgidas en el archipiélago asiático una vez activada la crisis, en 2008, se agudizaron hasta la recesión luego del terremoto y tsunami que lo azotaron el año pasado. También Japón puede llegar a necesitar ayuda.

La información, fechada en Tokio y publicada por AmericaEconomía citando a la agencia británica de noticias Reuters, otorga margen para pensar que se trata de un movimiento mayor. Luego de adelantar los datos referidos adelanta que algunos liderazgos de la UE aprovecharán la reunión de México para pedir a las economías del G20 que en abril acuerden elevar “sustancialmente” los fondos a disposición del FMI para sustentar los rescates. Pero no debería llamar la atención que en adelante surjan roces entre el tándem FMI-UE y los emergentes líderes, porque la mayoría de éstos considera que la eurozona debe poner más recursos propios para resolver su crisis fiscal y de deuda, apelando a sus fondos creados a tal fin. Éstos, según fue establecido el año pasado, pueden integrar hasta 750.000 millones de dólares. Que cada cual pague su cuenta, dicen. A la americana, se decía en otra época.