-¿Cómo ha sido el avance de la Udelar en el interior del país en el último año?

-Se ha avanzado a ritmo sostenido, tan sostenido que ya no sorprenden las noticias. En este momento tenemos creadas 31 nuevas ofertas en el interior, el año que viene son seis que comienzan en marzo. De 127 cargos docentes creados hace un año ahora tenemos 214, que conforman 49 grupos de investigación, y para casi la mitad de ellos todavía están en curso los llamados. El dinero destinado a la Universidad ya fue asignado, aunque la ejecución depende de los llamados en curso, y una parte del dinero nos va a llegar el año que viene porque corresponde al incremento presupuestal de 2014, pero las decisiones ya están tomadas. También avanzamos mucho en la estructura administrativa: este año creamos más de 100 cargos administrativos que van desde directores hasta funcionarios de limpieza, secretaría, bedelía, biblioteca, vigilancia, choferes. En este momento estamos en el despliegue de esas estructuras, a veces por traslados de funcionarios de otras dependencias y a veces por llamados públicos. El CDC ya creó formalmente los dos primeros Cenures: el Noroeste, que incluye a Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro, y el del Este, que incluye a Treinta y Tres, Rocha, Maldonado y Lavalleja. Por supuesto que la creación está asociada a una valoración de cómo viene el proceso, y tiene que ver con que el 26 de marzo habrá elecciones en toda la Udelar pero también en esos dos nuevos servicios. En esa fecha se votará para los claustros y consejos de esas dos nuevas instituciones y para las direcciones locales de cada una de las sedes, porque cada uno de los centros regionales tiene dos, tres, a veces cuatro sedes locales, y cada una de ellas tiene su comisión directiva.

-¿Las discusiones en el CDC fueron en la misma línea de lo que trabaja la CCI?

-Por supuesto que esto lleva muchas discusiones, como debe ser. Por un lado, porque son decisiones muy complejas y lo que estamos haciendo no se hizo nunca de esta manera; son decisiones sin retorno, estamos creando estructuras, cargos en efectividad. Lo que valoro es que después de las discusiones se ha llegado a acuerdos y todos los que recuerdo han sido unánimes en el CDC. Alguna gente se pregunta qué va a pasar con la continuidad del proceso, y una de sus garantías está dada por el carácter democrático y autónomo de la institución, que por un lado la pone al abrigo de la volatilidad y de la interferencia de los poderes políticos y calendarios electorales, pero también, al ser discutido y salir con un alto respaldo, eso dice que el conjunto del demos universitario está por detrás de esa política. Cualquiera sea la conducción universitaria electa en las próximas elecciones, se verá representada. Por si fuera poco, esto ocurre en un contexto de verdadera restricción presupuestal incomprensible, impuesta por el gobierno al resto de la Universidad. El gobierno y el Parlamento le han dado a la Udelar todo lo que pidió para el interior y prácticamente nada de lo que pidió para el resto de los programas, con excepción del de construcciones. Pero en particular el programa que atiende a los servicios en Montevideo, que permite contratar horas docentes o atender las dedicaciones totales, apoyar las actividades de enseñanza, investigación y extensión, ha recibido muy poco, del orden de 6% de lo que pedimos, y lo que pedimos era lo que necesitábamos, no era un capricho. Cuando uno sabe que la actividad universitaria se ha incrementado muchísimo más que 6%, eso equivale en los hechos a una contracción de los recursos. No es nada fácil votar en el CDC para dar los recursos que se le están otorgando a esta política en el interior, cuando sabemos que en Montevideo tenemos necesidades legítimas insatisfechas, injustamente no atendidas año tras año. Por eso es lógico que haya discusiones sobre el tema, porque 90% de los estudiantes de la Udelar de todo el país están en la capital, y para atenderlos hemos tenido en los hechos una contracción de recursos. Que en esas circunstancias la Udelar haya apoyado sistemáticamente el programa me parece doblemente significativo.

-¿Puede afirmarse que lo relacionado con el trabajo en el interior va a estar entre lo más importante de la próxima elección de rectorado, que tendrá lugar en 2014?

-No sé cuáles van a ser los temas centrales de la próxima discusión. Yo sé que a nivel nacional, y la discusión para la elección de autoridades de la Udelar es tributaria a las discusiones nacionales en educación, hay una convicción naturalizada, tanto en la ciudadanía como en el poder político, de que es necesario hacer grandes esfuerzos de transformación de la educación pública y mejorarla con vistas a que este país se desarrolle. Hay muchas maneras de encarar la expansión de la educación y el conocimiento; en este período nosotros discutimos y pusimos en práctica una de ellas. Eso era una apuesta a la expansión y generalización de la educación, a la transformación de las estructuras académicas para poder dar respuesta a esa necesidad nacional. La expansión en el interior es una manera de poner en práctica esas ideas; no es de por sí un objetivo. Por supuesto que en sí misma vale, pero lo que está pasando en el interior es una parte de la transformación general de la institución, y muchas de las cosas que estamos experimentando van a repercutir en la transformación de la Universidad. Es ineludible que esos temas estarán y que lo que se ha hecho tanto en el interior como en general va a estar presente, porque es lo que existe hoy. La pregunta va a ser cómo mejorarlo, qué énfasis darle; capaz que alguien está en desacuerdo con el camino recorrido, pero su presencia es ineludible. La política de desarrollo en el interior llegó para quedarse, los procesos que están en marcha son difícilmente reversibles. A partir del 26 de marzo del año que viene los dos Cenures tendrán sus autoridades electas, sus estructuras académicas y administrativas, y pronto van a ser unidades ejecutoras que administrarán sus propios presupuestos, tienen ya cuerpos docentes, grupos de investigación que empiezan a gravitar a nivel nacional. Cuando el país despliegue realmente las nuevas instituciones de educación superior que está creando, se van a ir generando polos interinstitucionales en los que las distintas instituciones de la educación e investigación públicas van a poner en común recursos, van a construir cosas que hoy son insospechadas.

-¿A qué tipo de cosas se refiere?

-Son transformaciones que si el país las apoya, si mantiene el apoyo durante dos o tres quinquenios, que es lo que hace falta para que estas cosas sucedan, van a transformar también varias de estas ciudades en universitarias. No sólo van a ser capitales de ciertas regiones vinculadas con la agricultura, la ganadería o con algunos lugares industriales, sino que van a desarrollar todo un sector de la economía que tiene que ver con los servicios, con empresas de base tecnológica, de acuerdo a las especificidades de estos centros regionales. Por ejemplo, en Tacuarembó estamos trabajando. Ya empezó a construirse nuestro edificio, que está dentro del predio del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria [INIA]. En marzo se van a dar clases ahí de una carrera única en el país: Ingeniería Forestal. El país no tiene esa carrera a pesar de que es productor de madera; ahí concentramos seis grupos de investigación distintos. Hay un grupo que trabaja sobre la salud forestal, otro que trabaja sobre procesos industriales de la madera, otro sobre la química, y un grupo de economistas, uno de sociólogos, otro de antropólogos, y ya ésos tienen que ver con otros temas. Ojalá ahí también se instalen otras instituciones educativas terciarias.

-¿Dónde se pone el límite en el vínculo con las empresas en ese tipo de emprendimientos?

-La Universidad es autónoma del poder político, pero también de los poderes económicos y de todo tipo. La única forma en que la Udelar puede participar en esto es contribuyendo al acrecentamiento de la cultura y de la capacidad de la gente para apropiarse de su propio destino. Qué emprendimientos productivos hacer, si apostar por ejemplo a la minería de gran porte, a un puerto de aguas profundas, a las papeleras u otros, son decisiones nacionales que involucran al país por mucho tiempo, que tienen pros y contras, y no son sencillas de tomar. La única forma en la que la Universidad puede participar de manera legítima en esto es aportándole a la ciudadanía todos los elementos serios, plurales y de opinión, pero tratando de que la discusión sea con altura, informada. Cuando la Universidad implanta en el territorio Universidad con U mayúscula, no llega solamente para dar clase, sino que sus docentes y funcionarios se radican a vivir ahí, interactúan con la gente, viven la realidad de todo el mundo, generan un clima en esos lugares donde se puede discutir. La Universidad no llega para hacer buena letra, y en esos lugares la presencia masiva de jóvenes todo el año, rebeldes, discutidores -ojalá-, va a cambiar muchas cosas. Una segunda parte es que tenemos el deber de informar al país; es parte de nuestro deber legal, no es pensable que ningún sector productivo se desarrolle con un mínimo de soberanía si nosotros no formamos recursos humanos para el desarrollo productivo. Nosotros, por ejemplo, no concebimos que el país haya comenzado y haya tenido en más de 20 años un desarrollo tan grande en el sector maderero sin proponerse generar recursos humanos calificados específicamente. En el mismo sentido, la minería está a la orden del día, y este año en Treinta y Tres se empezó una tecnicatura en Minería, que es una carrera corta; esperamos también hacer carreras largas. No son carreras al servicio de ninguna empresa, sino que deben permitir que la ciudadanía uruguaya empiece a tener formación específica en sectores productivos que existen en el país, algunos de los cuales existirán cada vez más. Nosotros no hacemos ninguna carrera a pedido de las empresas -con estas dos que mencioné tampoco es así-, lo que sí queremos es que haya gente calificada en esos rubros y que no tengamos que importar mano de obra. Desde la Udelar impulsamos los juicios ciudadanos, los dos primeros que se hicieron en el país, sobre la energía nuclear y la megaminería, ambos eventos cuidadosamente trabajados, justamente para acercar información, para poner en discusión seria las diversas opiniones.

-¿El modelo de regionalización es un paso intermedio para otro escenario o se pretende instalarlo como modelo para toda la educación pública?

-Sobre este punto, la Ley de Educación tomó una propuesta de la Udelar que fue la creación de programas regionales de enseñanza terciaria. Uruguay es un país pequeño, con pocos recursos que creo que sería un grave error dilapidar en una especie de competencia fratricida para poder desarrollar la educación en el país. Lo que tenemos que hacer es colaborar, y la idea de la regionalización apunta a que no hagamos un esfuerzo en cada departamento, sino que colaboremos con los recursos que tenemos en varios lugares en algo que tenga una mínima potencia, una masa crítica que le permita ser un centro de referencia nacional de primera. No queremos carreras de primera y de segunda, queremos carreras de primera en todos lados, lo que implica no replicar y sumar fuerzas de distintos lados, sobre todo de distintas instituciones. ¿Es razonable que si hay cuatro instituciones del mismo tipo existan cuatro bibliotecas, cuatro comedores? ¿O podemos compartir algunas instalaciones a partir de convenios? ¿Es razonable que si establecemos un buen sistema de acreditación de saberes a algunas asignaturas que se dicten en alguna de las instituciones puedan asistir los estudiantes de cualquier otra y que puedan serles validadas de manera automática? ¿No permitiría eso redirigir algunos recursos de la segunda institución para contratar docentes de otra disciplina que a su vez puedan ser útiles para la otra institución?

-¿Cómo aterrizó la Universidad Tecnológica (Utec) en ese escenario?

-La Utec nació de forma un poco sorprendente. Nosotros veníamos trabajando como Universidad con el Ministerio de Educación y Cultura [MEC] y la Universidad del Trabajo del Uruguay [UTU] en la creación del Instituto Terciario Superior, y el trabajo que se venía haciendo quedó trunco cuando el poder político tomó la decisión de crear otra institución. Las cosas nacen como nacen, pero nadie en su sano juicio puede no estar feliz y contento de que un país cree una nueva universidad. La Udelar se puso a la orden, hemos trabajado bien todos estos meses. Ellos todavía necesitan tiempo para decidir cómo van a hacer las cosas, pero en las reuniones quincenales que mantenemos, el trabajo ha sido bueno, fructífero, hemos conversado mucho y hemos estado de acuerdo en general en las ideas sobre cómo avanzar.

-¿Cuánto se avanzó en el desarrollo de la región suroeste?

-Se ha avanzado bastante. Después de un año de trabajo en un grupo en el que participamos con el Consejo de Formación en Educación, la UTU, el MEC y la Utec, llegamos a un acuerdo sobre trabajar para crear dos regiones en ese espacio. Una será la Región Suroeste, que incluirá a Río Negro, Soriano y Colonia, y otra se llamará Región Centro-Sur e incluirá a Durazno, Flores, Florida y San José, y a la ciudad de Paso de los Toros. Eso fue objeto de una reunión en Trinidad donde estaban presentes varios intendentes, el MEC, el rector, el presidente de la Administración Nacional de Educación Pública. Lo segundo es que resolvimos trabajar el año que viene en la realización de foros regionales de desarrollo, uno en cada región.