Si un poema como “¿Todo piola?”, de Mariano Blatt, derivó en un musical barrial, cómo no imaginar toda una pieza con canciones a partir del cuento El vestido de mamá, una historia de Dani Umpi sobre los condicionamientos de la infancia. Para eso, el argentino Gustavo Tarrío se maneja con libertad, y en barra, porque en la transición de lenguajes y en la sumatoria de ideas va identificándose la impronta de un trabajo de equipo.

Dani Umpi y Gustavo Tarrío se conocieron en lo que terminó siendo una experiencia fallida, como guionistas de una telenovela que nunca salió al aire. Pero fue la actriz y directora Maruja Bustamante la instigadora del reencuentro. Ya en 2009, Bustamante había dirigido Nena, no robarás, que Umpi creó con el músico Javier Vaz Martins (ex Astroboy). Como programadora de un ciclo sobre otros modos de pensar la familia, en el Centro Cultural Rojas, le propuso a Tarrío trabajar sobre la historia del niño fascinado con un vestido con incrustaciones brillantes, el cuento para niños que Umpi escribió y que Rodrigo Moraes dibujó. “Yo nunca había trabajado para público infantil, pero me atrajo la idea de hacer una obra apta para todo público. Y lo primero que pensé es que sea musical, con un piano en el escenario. Mientras avanzó el montaje, nos dimos cuenta de que las canciones de alguna manera ocupan el lugar de los dibujos del cuento original, porque permiten un tipo de vínculo más emocional y de participación con los espectadores”, dice el argentino.

En principio, Tarrío se reunió con el tacuaremboense, abierto a cualquier tipo de participación en el proyecto. Pero el músico, escritor y artista plástico estaba, como siempre, en mucha cosa, y le dio piedra libre a su colega. “Tuvimos una charla muy linda, me aclaró bastante saber en qué pensó cuando lo escribió. Porque el cuento no es sobre un niño travesti, ni sobre las conductas sexuales. Más bien se detiene en la libertad en la exploración y ahí entra el mundo exterior, la calle, la mamá y el papá, que son personajes bastante cómicos, amorosos, que respetan la privacidad del niño y que no tienen respuestas para todo”.

¿A la placita así?

En el original impreso, los padres buscan dar explicaciones creíbles, pero no sabemos qué piensan, más allá de lo obvio: que les dio terror cuando lo vieron así vestido. “La versión respeta bastante la trama del cuento, y le agrega una deriva de reflexiones y situaciones, muchas veces cómicas”, cuenta Tarrío. “En la escena que señalás, los padres se dan cuenta de que el niño usó el vestido sin su permiso y eso les llama la atención. Cuando el nene se asusta al ver su reacción tratan de hacerlo sentir bien, con mucha delicadeza, amor y falta de certezas, también”.

El vestido de mamá va este miércoles y jueves a las 20.00 en el Teatro Solís.

Es en las canciones que la obra toca temas que no figuran en el libro. Las compuso el director junto con Guadalupe Otheguy y Pablo Viotti, que también toca el piano en escena y es una especie de amigo invisible del protagonista. Y les pareció que la mejor consigna, para un cuento que habla de la libertad, era ser desprejuiciados. “Hablamos de todo un poco. De lo que necesitan los padres, de ser hijos de la dictadura o de que nada ‘es de nene o es de nena’ por defecto. En la primera canción abordamos de manera muy directa las necesidades de los padres y ahí hay una larga lista. En Argentina, que en una obra para toda la familia se contemple en esa lista a la marihuana es considerado una audacia. Entendemos que es bien distinto en Uruguay. Pero, en El vestido de mamá, los recursos que nos ayudan a ser padres son muy variados y personales. Van desde Disney hasta Alberto Ure, un maestro de teatro que dejó unos escritos de una lucidez imprescindible”.

Tanto en escena como en papel, “no es una historia fechada, no hay alusiones al uso de tecnología, por ejemplo. La idea es que pueda atravesar distintas épocas y generaciones e invitar a reflexionar sobre qué implica ser hijos, qué significa ser padres, cómo podemos entender y celebrar nuestras diferencias”, dice Tarrío. La estética del espectáculo, sin embargo, es independiente, ya que no podían emular los dibujos que conducen la trama. Así que con Emiliano Pandelo, que es el protagonista y también responsable del arte y el diseño de vestuario, trabajaron en “vestir” los distintos espacios: “El niño se calza el vestido de su mamá, el pianista se pone un saco brillante estilo Liberace, también se viste el piano, y los padres hacen personajes múltiples con vestuarios de colores furiosos. Hay una especie de obsesión textil en El vestido de mamá”, concluye Tarrío.

Más disco | Por estos días el sello Contrapedal acaba de lanzar Lechiguanas, nuevo álbum de Umpi, que en esta ocasión fue producido por el argentino Jean Deon, quien, además, toca todos los instrumentos en los ocho temas del disco, en el que domina la electrónica bailable.