Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Ayer se produjo la esperada conferencia de prensa del Poder Ejecutivo para anunciar nuevas medidas de prevención de la covid-19, que acompañó al anuncio de 168 diagnósticos nuevos y un total de 1.463 casos activos, con 22 personas en cuidados intensivos.

El presidente Luis Lacalle Pou dijo que los organismos estatales volverán a la modalidad de teletrabajo cuanto les sea posible, y recomendó que se haga lo mismo en el sector privado. Agregó que aumentarán los controles de cumplimiento de protocolos sanitarios en los lugares de trabajo, el transporte colectivo y las fiestas.

Esperemos que no haya inconvenientes como los que señaló la Policía de Salto al informar sobre un procedimiento en el domicilio del senador y ex intendente Germán Coutinho.

Los bares y restaurantes deberán cerrar a medianoche y se suspendió la realización de espectáculos deportivos en locales cerrados. Está previsto evaluar el resultado de estas medidas y, si no cambian las tendencias actuales, podrían adoptarse otras unos días antes de que lleguen, con sus riesgos, las fiestas de fin de año y las licencias veraniegas.

Con independencia de las discusiones posibles sobre el acierto de las medidas, el Poder Ejecutivo reitera un estilo centralizado y reticente al diálogo.

Sin duda fue un acierto la formación del Grupo Asesor Científico Honorario (aunque el Ministerio del Interior no tenga demasiado en cuenta sus recomendaciones sobre el uso de los espacios públicos abiertos). De todos modos, es evidente que las ideas de Lacalle Pou sobre el ejercicio de la autoridad lo llevan a escuchar más algunas voces que otras, y a reforzar cuanto puede las apariencias de que no comparte el poder y “se hace cargo” personalmente de todas las decisiones relevantes: ayer, en la conferencia de prensa, no habló el ministro de Salud Pública. Esta actitud presidencial no es típica de las personas que realmente se sienten seguras de sí mismas.

Resulta clara, por ejemplo, la conveniencia de que los organismos estatales identifiquen los riesgos de contagio en el desarrollo de sus tareas y traten de reducirlos, pero tampoco cabe duda de que, para hacer esto en la mejor forma posible, habría que respetar y aprovechar la experiencia de quienes realizan directamente el trabajo. Esa experiencia acumula saberes que no necesariamente poseen los altos jerarcas, quienes llevan menos de un año en funciones y, en muchos casos, aún carecen de conocimientos profundos sobre las actividades cuya conducción se les asignó.

Realizar consultas amplias, escuchar a todas las partes involucradas y reflexionar con cuidado reduce la probabilidad de cometer errores y hace más difícil que los que mandan se apuren a tomar decisiones que sólo beneficiarían a una pequeña parte de la sociedad.

Es lo que tiene la democracia, que comenzamos a recuperar hace 40 años y un día, en el plebiscito de 1980. Es también lo que sucede con el proyecto de ley de medios enviado por el Poder Ejecutivo, que se adecua a los deseos de los canales privados de televisión y cuya votación va camino de postergarse para el año que viene, porque falta recibir a muchas delegaciones en el Parlamento y porque en el oficialismo persisten importantes reparos a su contenido.

Hasta mañana.